Según la Organización de las Naciones Unidas, se estima que alrededor de 258 millones de personas viven y trabajan en un país que no es de su nacimiento o ciudadanía. Por este motivo, en el año 2000, la Asamblea general de la ONU declaró el 18 de diciembre como el Día Internacional del Migrante, para reconocer, así, la migración como una expresión valiente de la determinación individual de superar la adversidad y buscar una vida mejor.

El último barómetro elaborado por el Observatorio vasco para la Inmigración, Ikuspegi, señala que el 52% de los y las ciudadanas vascas sólo permitiría la entrada en Euskadi a personas extranjeras con contrato.

Datos de una realidad que conocen de cerca en Biltzen, el Servicio vasco de Integración y Convivencia Intercultural. Se trata de un servicio de titularidad pública adscrito al departamento de Empleo y Políticas Sociales del Gobierno vasco -nacido en 2004- cuya misión es trabajar en favor de la inclusión y el disfrute de los de los derechos de la ciudadanía por parte todas las personas residentes en Euskadi, con independencia de su origen racial y/o étnico, lengua o adscripción religiosa, entre otras muchas.

También, su labor se centra en avanzar en la sensibilización y la creación de herramientas y recursos para la lucha contra la discriminación, el racismo y la xenofobia, así como cualquier otra forma de intolerancia y odio hacia la diferencia.

Esfuerzos para lograr esa convivencia y la acogida de una inmigración que, en el siglo XXI, es muy diversa y que, pese a los mensajes crecientes, no lo tiene fácil al llegar. De hecho, la primera traba importante con la que se encuentran a la hora de poder arrancar un proyecto de vida en nuestra sociedad reside en la Ley de Extranjería aprobada por el Gobierno de España, según explica Nuria Martínez, del área de Atención Jurídica en Extranjería de Biltzen.

Una norma legal que exige para trabajar un permiso inicial de trabajo que acarrea un procedimiento costoso en tiempo y forma. Aquí, entra en juego, muchas veces la intervención de Biltzen para asesorar en esta difícil maraña burocrática. "La inclusión pasa por la incorporación laboral. Y, a veces, sentimos mucha impotencia porque la Ley de Extranjería se convierte en un muro infranqueable", señala Nuria Martínez.

El equipo jurídico se incorporó a Biltzen en el año 2010 y presta asesoramiento dentro de la red Aholku Sarea, que promueve el Gobierno vasco, para resolver consultas no sólo de inmigrantes, sino también la de profesionales de la administración pública y entidades del tercer sector. En definitiva, el objetivo es facilitar la información y el asesoramiento jurídico para la regularización, prevenir la irregularidad sobrevenida y contribuir al ejercicio del derecho a la vida en familia, entre otros.

Pero también se trabajan otras cuestiones como la formación, capacitación, sensibilización, mediación comunitaria, asesoría intercultural, traducción e interpretación; y luchar contra la estigmatización que sufren colectivos determinados como inmigrantes rumanos, magrebíes o pakistaníes, explica Moufdi Kamel, del área de Convivencia Intercultural de Biltzen y procedente de Marruecos. "La mochila que traemos es importante, y después hay que hacer esfuerzos por aprender un lenguaje, por ejemplo. Es un aprendizaje intercultural que facilita la integración", concluye. Pero, a veces, "no es fácil conseguirlo".

En definitiva, gestionar positivamente y en clave inclusiva la diversidad cultural y la convivencia entre los diferentes grupos culturales que la conforman. Es la mano amiga de Biltzen.