Algo que salta a la vista en Euskadi es la extensa naturaleza verde de su tierra. Es más, hacer una escapada al monte se ha convertido en un ritual deportivo y cultural en la sociedad. En un mundo donde las urbes se expanden, las zonas de montaña corren riesgo de desaparecer abocando a la extinción a especies animales y vegetales que habitan en ellas.

Para hacer frente a peligros de esta magnitud nace el proyecto Life Oreka Mendian, un plan de protección de hábitats pascícolas que pretende frenar el abandono de los pastos de montaña y mejorar los ecosistemas.

Según la Unión Europea, la agricultura es la principal amenaza de los ecosistemas terrestres comunitarios. Es decir, la explotación de los recursos naturales en cualquier dimensión, ya sea por su intensificación o por el abandono de la actividad, así como por la falta de pastoreo de los ganados. Actualmente, el proyecto se está desplegando en quince Zonas Especiales de Conservación (ZEC) de Euskadi y en ocho de Iparralde, buscando crear un equilibrio sostenible entre la conservación y el aprovechamiento socioeconómico de los montes para evitar que caigan en la precariedad.

Life Oreka Mendian se puso en marcha en 2016 y está previsto que finalice en noviembre de 2021. Además, ha sido diseñado como parte de una estrategia europea de conservación de los pastos de montaña. Y el punto de partida pasa por impulsar el uso exclusivo y tradicional de la ganadería en estos espacios. Según el coordinador del proyecto, Mikel de Francisco, los ganados junto a la actividad humana cumplen con una labor ecológica que favorece a las otras especies.

Durante los cinco años de duración del proyecto, se irá desarrollando una estrategia de conservación de hábitats común para un total de 23 espacios. Para esto, se ha destinado un presupuesto de casi 3,75 millones de euros, de los que la Comisión Europea contribuye con el 60%, casi 2,25 millones. Entre las instituciones que participan en la estrategia se encuentran las tres diputaciones forales; Hazi Fundazioa; Neiker-Tecnalia; Euskal Herriko Laborantza Ganbara; el Conservatoire d’Espaces Naturels d’Aquitaine y Euromontana.

Gipuzkoa ha recibido el mayor presupuesto de la CAV, con casi 880.000 euros; 538.000 en el caso de Bizkaia y 609.000 para Araba. En las zonas de pasto guipuzcoanas ya se han realizado diversas inversiones para la mejora de pequeños humedales. Asimismo, se han empleado fondos en el control de la proliferación excesiva de matorrales para frenar el degradado de los pastos; además de la creación de nuevos puntos de agua para el uso exclusivo del ganado.

Mikel de Francisco explica que en las zonas de montaña el abandono y la falta de pastoreo son factores “fundamentales”. “Los pastos de montaña se mantienen gracias al trabajo de los ganaderos y sus animales, y no se están dando las presiones necesarias para intensificar la actividad ”, afirma. Según el coordinador, el abandono hace “evolucionar” los pastos en formaciones de matorral que, lamentablemente, son de menor interés para la conservación y, además, aumentan el riesgo de incendio. A estos factores hay que sumar la situación actual del mercado y las condiciones de trabajo difíciles en estos espacios. Todo ello provoca que la montaña “se vaya abandonando progresivamente”.

Los primeros años son clave. Como aclara De Francisco, el comienzo del proyecto se ha centrado en la planificación y la puesta en marcha de las acciones principales del mismo. Así, también menciona que el esfuerzo “más importante” ha sido realizar las jornadas y mesas de diálogo dirigidas a los técnicos, con el fin de fijar criterios comunes para todos los espacios del proyecto.

Los criterios de conservación se han trasladado a las 15 ZEC de Euskadi, que además forman parte de la red ecológica europea Natura 2000, la herramienta principal para la protección de especies y hábitats de la Unión Europa. Ahora mismo, explica De Francisco, el proyecto ya está centrado en la aplicación de varias medidas y tras analizar los espacios, después de reunirse con propietarios y usuarios, se ha fijado un diagnóstico y una planificación concreta para cada una de los espacios protegidos.

Entre las medidas, las reuniones de mesas técnicas han servido para actualizar la información sobre biodiversidad que posee cada uno de los espacios. Para la actualización se contabiliza el número de animales que habita y utiliza cada zona, teniendo en cuenta la fecha en la que lo hace. En Euskadi, las principales especies ganaderas son ovejas, yeguas y vacas.

Otra de las medidas ha consistido en revisar los hábitats pascícolas y monitorizar la producción de hierba para establecer el tamaño máximo de las cabañas ganaderas que puede tener cada lugar. Además, los coordinadores han inventariado las infraestructuras de aprovechamiento ganadero y el estado de conservación de las mismas. Y los resultados han tenido que contrastarse con los ganaderos y propietarios, y reunir todas las propuestas de mantenimiento y mejora de los pastos. El coordinador insiste en que se trata de un proyecto “muy ambicioso”, que integra una cantidad de espacios considerable y, por lo tanto, debe implicar al mayor número de personas posible.