- Este encuentro con Miren Gorrotxategi (Abadiño, 18-IX-1967) discurre en una jornada de enorme calado político que cualquier otro agosto no tendría. El notable ascenso de contagios por coronavirus obliga al Gobierno Vasco a decretar de nuevo la emergencia sanitaria, las labores en el vertedero de Zaldibar detectan restos óseos, el rey emérito confirma que marchó hacia los Emiratos Árabes y, poco después, Pablo Casado cesa como portavoz a Cayetana Álvarez de Toledo. Pero a esta profesora del Departamento de Derecho Constitucional en la UPV y exsenadora, atada al cliché de pablista, que dio la sorpresa en las primarias para elegir candidata electoral tras ganar a la errejonista Rosa Martínez, le preocupa sobremanera la reconstrucción de Euskadi tras la pandemia y, de entrada, el retorno a las aulas, tanto o más que el arranque de curso en el Parlamento Vasco. Vecina de Durango, donde se desarrolla la entrevista, y por tanto del lehendakari Urkullu, afea a este la "incapacidad" de dialogar con el resto del arco para dar con soluciones y paliar las incertidumbres.

Euskadi ha reimplantado la emergencia sanitaria. ¿Disponen de elementos para conocer si desde Lakua se trabaja en la buena dirección?

-Acabamos de registrar una batería de preguntas al Gobierno Vasco sobre cómo se gestionará la vuelta a los colegios. Nadie lo sabe y septiembre está a la vuelta de la esquina. Por lo que se ve no existe un contacto con la comunidad educativa que permita deducir que se está trabajando en diseñar un regreso seguro, ordenado, planificado y participativo. La inseguridad es absoluta. Es verdad que es difícil el contexto y la situación pero, frente a las dificultades, un Gobierno tiene que dar seguridad.

Desde su partido trasladan que solo se sabe que el lehendakari Urkullu cuenta con mando único.

-¿Pero, además, mando único para hacer qué? Hay comparecencias de las propias consejeras en que se ha explicado bien poco hasta esta semana. Y esto se sabía que iba a pasar y parece que el único objetivo era celebrar elecciones rápidamente. Muchas veces se da la sensación de que no hay plan ni nadie al timón, parece un barco que va solo y a la deriva.

¿Y qué proponen ustedes?

-Nuestra propuesta cuando rechazábamos las elecciones del 12-J era evitar un escenario de confrontación política y que en situaciones así, tan concretas, quizás era necesario un gobierno de concentración que por lógica y de normal no tiene que haber. Pero este Ejecutivo apostó por la desconfianza y la falta de colaboración. Lo único que están trasladando a la población es miedo diciéndole que debe estar dispuesta a aguantar lo que haga falta.

¿La sociedad vasca está comportándose de forma responsable? ¿O no ha sabido entender la denominada nueva normalidad?

-La gente está actuando dentro de la lógica del momento y de lo que le han permitido hacer. Todos amamos la libertad y la práctica del ocio, y también la vida y la de los nuestros, y si algo ha demostrado la ciudadanía ha sido precisamente responsabilidad. Con excepciones, por estadística. Al ciudadano se le ha dicho que lleve la mascarilla y la lleva. Es más, en esa vuelta al colegio hay padres que están haciendo malabares para que no recojan a los nietos los abuelos, buscando la gestión del día a día y comprometiendo su vida laboral y social. Las apelaciones a "la culpa es tuya, responsabilízate", no son acertadas.

Con estos rebrotes, ¿se acertó en llamar a las urnas en julio?

-No sabemos cómo estaremos en el mes de octubre, pero tampoco estábamos bien en julio. Y, sobre todo, ¡un 50% de abstención! Era un dato anunciado. Generalmente, la gente que se queda en casa es la que tiene mayor desafección con la política. Y si tenemos en cuenta que nuestros gobiernos han favorecido a las clases más pudientes, está claro quién se quedó en casa.

¿Se refiere a que esa abstención trastocó el resultado?

-Yo creo que sí. Nadie tiene la bola de cristal, pero en todo caso es sintomático que la mitad de la población se desentienda de ir a votar. Las elecciones no estaban en su orden de prioridades y eso es un fracaso.

Con la mayoría absoluta de PNV y PSE, ¿qué legislatura intuye?

-Para empezar, en estos últimos años al PSE no se le ha visto. Es más, la ciudadanía no sabía que el PSE formaba parte del Gobierno Vasco, lo sabemos los que estamos metidos ahí, pero su impronta ha sido nula. En estas semanas de negociación la pelota ha estado en si (Idoia) Mendia tendrá o no una vicepresidencia, pero no sabemos nada más del programa de gobierno que quieren desarrollar.

Al margen de Iñigo Urkullu, puede que Maddalen Iriarte (EH Bildu) presente su candidatura en la investidura, y que Amaya Martínez busque el protagonismo para Vox. ¿Qué posición adoptará Podemos?

-Nosotros no vamos a presentar una candidatura porque no tiene ningún viso de éxito. Seremos coherentes. No es viable un gobierno de izquierdas y lo que haremos es abstenernos.

Han conseguido arrancar un puesto en la Mesa del Parlamento de los dos que podían haberle correspondido a EH Bildu. ¿Eso abre una grieta en su relación con la formación soberanista?

-Se escenificó una discrepancia por parte de Bildu que yo entiendo que era artificiosa. Una Mesa no es un órgano de representación. La proporcionalidad está en la Cámara, comisiones y decisiones políticas. Si no tienes un sitio en la Mesa, no te enteras de lo que pasa, es el principal órgano rector donde todos queremos estar. El reglamento ofrece dos posibilidades: que se la repartan entre las dos primeras fuerzas o que sea plural.

Hay quien ha interpretado que vuelven ustedes a aproximarse al PNV. ¿Para ser pragmáticos?

-Para nada. No hay ningún pacto de calado, de fondo político.

Aunque sin mayoría absoluta, una suma de izquierdas también podría conformar un gabinete. ¿Por qué se hace imposible en Euskadi?

-Cuanto menos, es paradójico. También es indicativo de que algo se mueve raro en este país cuando ocurre a lo largo de 40 años. Sabemos que tiene que ver con ETA -por la negativa socialista de pactar con Bildu- y por el debate identitario. Pero seguir instalados ahí y que por ello no se pueda girar hacia un eje más relacionado con el bienestar social de la ciudadanía es una oportunidad perdida. El problema identitario existe, pero hay que afrontarlo de manera consensuada y no partiéndonos en dos en base a ejes no programáticos. Si España es un Estado plurinacional, Euskadi es una comunidad plurinacional. Hay un empeño de las élites políticas de seguir explotando ese filón y de alejarse del interés de la población. Podemos busca un puente en términos de identidad y basado en la capacidad de decisión de la ciudadanía. Y si hace falta un referéndum pues se hace, sin miedo, pero sabiendo lo que nos jugamos y en base a una Ley de Claridad en una sociedad que no es uniforme.

¿Han analizado ya su destacado descenso en las urnas?

-Podemos venía de un 2016 donde explotó la ola de la ilusión y ahora el momento histórico es otro. La sensación de pérdida debe matizarse pero hace cuatro años demostramos que hay un espacio político para Podemos en Euskadi y no ha desaparecido. Por cuestiones externas e internas hemos ido perdiéndolo por el camino. No voy a ocultar que nuestras disputas y falta de unidad han afectado, ha sido algo real. Yo no soy una política profesional y fue esa ilusión inicial la que me impulsó a dar el salto.

¿Dónde se fue todo ese voto?

-En parte se quedó en casa y luego fue a otros partidos. Al PSE, no. Ahora hay que lidiar con la decepción y reconquistar ese espacio. Han sido cuatro años infernales luchando contra elementos que trataban de minar nuestra capacidad, y los internos, que son responsabilidad nuestra.

La primera polémica de la legislatura ha sido la limitación a Vox de sus tiempos en el Parlamento. ¿No sirve eso para que se victimicen?

-Es probable que el ruido que provoque Vox en Euskadi les reporte más a ellos en el Estado que aquí. Pero este acuerdo de limitar sus tiempos de intervención, más allá del cordón sanitario, es porque 4.500 votos alaveses no pueden determinar la política de una Cámara. Es cuestión de proporcionalidad y porque el reglamento no tiene en cuenta que un Grupo Mixto puede estar compuesto por una sola persona y resulta que sí. Además, una que quiere capitalizar la crispación en beneficio de intereses que no son los de la ciudadanía vasca. Para crear un grupo parlamentario hacen falta tres miembros. No puede ser que un solo miembro tenga igual capacidad de intervención. No es verdad que se rompe el pluralismo político porque Vox está representado en la Junta de Portavoces, en todas la comisiones... Se corrige una falta de previsión del reglamento.

Esta entrevista se produce en paralelo a que en el vertedero de Zaldibar hayan aparecido y ya identificado restos óseos. Medio año después, estamos en vías de poder cerrar un desgraciado episodio.

-Por fin. Espero que esto pueda servir de algo de descanso para las familias de Alberto y Joaquín. Nosotros hemos registrado una proposición no de ley para que los residuos se gestionen de otra manera, de forma pública. No puede quedar en el olvido. Queremos que se apruebe una comisión de investigación para saber lo que pasó y se depuren responsabilidades políticas. Porque las hay.

Al PNV, a primera vista, no le pasó factura en las urnas...

-El PNV obtuvo un resultado inmejorable en el reparto de escaños pero en Bizkaia, en su territorio fuerte, se dejó 40.000 papeletas y no todas se quedaron en casa o en la playa. No existió un voto de castigo que posibilitara el vuelco en las urnas pero ahí está el número de votos que perdió y eso no es casualidad, indica algo.

¿Qué posición tienen respecto a la rebelión municipal, desde todos los colores políticos, por la reclamación desde Moncloa de los remanentes de los ayuntamientos? Es una de las espitas que tienen abiertas en el Gobierno de coalición.

-Lo que el Gobierno de España ha dicho y planteado en torno a esta cuestión es muy mejorable. Ojalá podamos influir en ello y cambiarlo. No se ha respondido en función de los intereses de los municipios.

La imputación a Unidas Podemos por presunta financiación ilegal tras la demanda de su exabogado, José Manuel Calvente, les ha colocado en el ojo del huracán.

-Es una vergüenza que se haya abierto una investigación por algo que el propio demandante basa en rumorología, como dijo en su declaración judicial. Gente que le ha dicho algo y no se sabe quién es... Y todo antes de que se posicione el Ministerio Fiscal y abriendo la puerta a la participación en el proceso de una fuerza como Vox. Jurídicamente es terrible y políticamente es un escándalo.

Se les ha llegado a comparar con la 'caja B' del PP. El mismo Pablo Casado que se ha cargado a Cayetana Álvarez de Toledo no hace sino insistir en que Pedro Sánchez cese al vicepresidente Pablo Iglesias.

-El objetivo es hacer daño a Podemos. Siempre lo ha sido y más ahora que estamos en el Gobierno. ¿Cómo? Como sea. ¿Que resulta que el rey emérito se ha escapado porque la lupa se pone sobre él y se habla de la república? ¡Pues nos inventamos lo que haga falta! Se nos presiona desde que nacimos. Hemos entrado en el Ejecutivo después de otras citas en las que también lo podíamos haber hecho, y no ocurrió por las presiones que en su momento recibió y confesó el propio Pedro Sánchez en televisión. Ojalá hubiésemos entrado cuando teníamos 71 diputados, habría sido el instante ideal, y luego han llegado cuatro años de ataques y sufrimientos con todas las herramientas posibles desde los poderes económicos.

¿Pone la mano en el fuego por que prima la ética y transparencia en el seno de su partido?

-Para empezar, llamar caja B a una caja de solidaridad es de una intencionalidad... Caja B es la del PP con decenas de tramas y sobresueldos. Y en todo caso imaginemos que hay unos requisitos formales que no los hemos cumplimentado bien en esa caja de solidaridad, que yo creo que no es así. Pero incluso en ese supuesto, ¿acaso se le puede llamar a eso caja B? ¿Eso es financiación ilegal? Realizar esa equiparación es de una frivolidad inexcusable.

Todo esto ocurre en paralelo a la salida del rey emérito. ¿El Gobierno de Sánchez tiene que negociar algo así con la Corona?

-El Gobierno debe tener un posicionamiento claro sobre este asunto, ya que no es una cuestión particular, y por eso tenía que saber dónde se había ido, a Abu Dabi. Vender esto como algo particular es mentir. ¿El Gobierno debía estar ahí e intervenir? Sí. ¿Podemos ha estado? No. Cualquier gestión que se haya hecho ha sido al margen de Podemos.

Hay un melón que en el Estado no se quiere destapar, y de hacerse, la reforma constitucional para celebrar un referéndum sobre monarquía o república es inviable. Es un callejón sin salida.

-Así es porque no hay dos tercios de la Cámara de ese lado con el posicionamiento del PSOE. Pero se puede abrir el debate político y pulsar una consulta ciudadana. Planteamos este proceso como si la iniciativa fuera del Parlamento. ¡Pues hagámoslo al revés! Consultemos primero al pueblo y a ver si las fuerzas políticas son capaces de llevarle la contraria. De esa forma seguro que la posibilidad de cambiar el modelo de Estado es más certera. Ese es el derecho a decidir.

El descrédito hacia la monarquía ya está en la calle y no solo en las nacionalidades históricas.

-Es que Felipe VI cuando renuncia a la herencia de su padre lo que reconoce es que ese dinero es sucio, lejos de exculparle. La honorabilidad del emérito está en duda pero tampoco la actuación del actual rey es exquisita. ¿Conocía lo que hacía su padre? Cuando no hay transparencia y el rey es impune, inmune, pasa esto. Por eso digo que hay que tener el valor de preguntar a la ciudadanía. La monarquía es un proyecto desfasado, también en cuanto a su centralismo acérrimo.

"El Gobierno Vasco solo apela al miedo y las culpas por los rebrotes; ni ha planificado una vuelta segura a las aulas"

"La impronta del PSE en Lakua ha sido nula y estas semanas solo hemos oído hablar de si Mendia será vicepresidenta"

"No hay pacto de fondo con el PNV en el reparto de puestos en la Mesa; Bildu escenificó una discrepancia artificial"