Juan Antonio González Pacheco, alias 'Billy el Niño', ha muerto por complicaciones derivadas de la infección por coronavirus que padecía. Finalmente ha muerto sin llegar a ser investigado judicialmente por delitos de torturas durante el franquismo pese a las querellas presentadas en los últimos años por sus víctimas.

El expolicía estaba ingresado desde hacía varios días en la clínica San Francisco de Asís de Madrid. Tenía 74 años y padecía dolencias de riñón.

González Pacheco ingresó en la Policía Nacional como subinspector en 1971 y fue destinado a la Brigada de Investigacion Social, más conocida como la Brigada Político-Social.

En este periodo fue acusado de practicar torturas en los calabozos de la Dirección General de Seguridad de Madrid.

Durante la transición se convirtió en inspector del Cuerpo Superior de Policía y posteriormente, en 1982, pasó a trabajar en seguridad de empresas privadas.

En septiembre de 2013 la jueza argentina María Servini dictó una orden internacional de búsqueda y captura contra él y otros cuatro antiguos miembros de las fuerzas de seguridad franquistas por un delito de torturas cometido contra trece personas entre 1971 y 1975.

"El torturador" se marcha con medallas y sin rendir cuentas

González Pacheco tenía varias medallas por las que recibía una remuneración que nunca le fueron retiradas, a pesar de que el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, aseguró que tenía listo un cambio normativo que permitiese la revocación de las mismas.

En concreto, el 13 de junio de 1977 fue condecorado por el entonces ministro de Interior Rodolfo Martín Villa por sus "méritos" y sus "servicios de carácter extraordinario". Por esta medalla se beneficiaba de un incremento salarial del 15%.

Por eso las reacciones a su muerte no se han hecho esperar y no hay lamento ni recuerdo entre muchos políticos españoles por su fallecimiento. Todo lo contrario. Hay impotencia, rabia e impunidad porque "el torturador" se marcha sin rendir cuentas por nada y con los honores que la democracia le concedió.

Y hay también recuerdo a sus víctimas, a las que piden perdón por no haber actuado a tiempo ante unos hechos ocurridos hace más de 40 años, que en la última década han sido devueltos a la actualidad.

Eso solo fue posible gracias a la acción de la querella contra los crímenes del franquismo presentada en Argentina en 2010. Desde entonces, Pacheco ha vuelto a la arena política y judicial, aunque con escaso o nulo éxito, como admiten mucho políticos.

Es el caso del vicepresidente segundo del Gobierno español, Pablo Iglesias: "La muerte del torturador Gonzalez Pacheco sin haber sido juzgado, con sus medallas y privilegios intactos, es una vergüenza para la democracia y también para nosotros como Gobierno. Pido perdón a sus víctimas, luchadores por la democracia y la justicia. Porque fuisteis, somos".

O también de la ministra de Igualdad, Irene Montero: "Ha muerto el torturador Billy el Niño y lo ha hecho con todos sus reconocimientos, honores, medallas y pensiones. Cuánta rabia. Pido perdón a todos los que lucharon por la democracia en España y más a quienes sufrieron sus torturas porque no hemos llegado a tiempo".

El líder de Más País, Iñigo Errejón también menciona que muere "sin que se le retiraran los honores y condecoraciones y cobrando una pensión especial por infligir dolor a quienes lucharon por la libertad". Y añade: "Es una humillación para el pueblo español y un insulto a sus víctimas".

Las reacciones las lideran en la redes sociales los cargos de Podemos. Pablo Fernández, secretario general de Podemos Castilla y León, señala que "es urgente acabar con la impunidad de los vestigios del franquismo, que este torturador encarnaba".

Mientras que su compañera en la Asamblea de Madrid, la portavoz regional de Unidas Podemos, Isa Serra, ha tenido un recuerdo para Chato Galante, "un luchador antifranquista, una de sus tantas víctimas", que, como Pacheco, falleció hace un mes por coronavirus.

El diputado de ERC Gabriel Rufián se ha limitado a diez palabras pero sin restar contundencia al mismo mensaje: "Ha muerto con las medallas puestas. Que no se olvide".