- Cuando Zarifa Ghafari asumió a los 26 años la alcaldía de la ciudad de Maidan Sahar, a las afueras de Kabul, estaba dispuesta a afrontar los muchos retos que acompañan a este cargo en uno de los puntos más calientes del planeta. La toma de la capital afgana por los talibanes en agosto le obligó a huir a Europa, desde donde ahora denuncia que su país ha sido “abandonado” y “vendido a sus enemigos”.

Ghafari (1992) cuenta que huir de su país hace ahora dos meses nunca fue su primera opción. “Intenté convencer a mi familia para quedarnos, pero su presión y darme cuenta de que no podría tener una voz como había tenido en los años atrás me hicieron considerar marcharme al menos un tiempo”.

La joven política y activista, refugiada ahora en Alemania, reclama “refugios seguros y paz” para las mujeres de su país. “No podemos sacar de Afganistán al 50% de la población, tenemos que darles un lugar seguro allí”, recalca.

A Ghafari, que tuvo que llegar al aeropuerto de Kabul escondida en un coche para que los talibanes no la encontraran y le impidieran marcharse, le desespera la actitud de Occidente hacia Afganistán, al que critica por estar “demasiado ocupado en declaraciones y palabras”. “Nadie actúa. Nos han abandonado. No es el final de la guerra, es un intento de destruir a una generación, a una nación a la que se ha vendido a sus enemigos. Los asesinos de mi padre están allí y yo no puedo hacer nada”, lamenta la joven.

La muerte de su padre en 2020, un alto cargo del ejército afgano asesinado por talibanes que buscaban atentar contra ella, le dio un impulso renovado para continuar con su trabajo.