- Ocho personas, siete de ellas mujeres y seis de origen asiático, fueron asesinadas en un ataque con armas de fuego en tres salones de masajes en Atlanta (Georgia, Estados Unidos) el martes por la noche. El supuesto autor de la matanza, un varón blanco de 21 años, identificado como Robert Aaron Long, fue detenido horas después en el suroeste del Estado, a 240 kilómetros de la capital, según la policía. Los agentes, que fueron alertados por los propios padres del sospechoso, que creyeron que su hijo podría estar implicado, aseguran que Long actuó solo.

Las autoridades de Georgia explicaron ayer que es demasiado pronto para decir si el ataque es o no un delito de odio, y apuntaron que el sospechoso indicó a la policía que tiene una “adicción sexual”. En cualquier caso, el suceso ha reavivado el debate en Estados Unidos sobre los crecientes ataques de odio contra estadounidenses con raíces en Asia, que han alcanzado casi 3.800 en todo el país desde que comenzó la pandemia.

Las autoridades no han descartado por ahora que los tiroteos puedan constituir delitos de odio y siguen investigando lo sucedido, pero ayer revelaron que el sospechoso negó que sus actos tuvieran una “motivación racial”.

Long, de 21 años, había frecuentado los salones de masaje antes del ataque, y “los culpaba por proporcionar una forma de mantener activa su adicción al sexo”, explicó en una rueda de prensa Jay Baker, el capitán de la oficina del alguacil del condado de Cherokee, contiguo a la ciudad de Atlanta. “Para él, eran una tentación que quería eliminar”.

El sospechoso, que fue detenido el martes e interrogado por las autoridades de la zona metropolitana de Atlanta y por el Buró Federal de Investigaciones (FBI), reconoció que cometió los crímenes y se espera que comparezca hoy ante un juez.

Long compró el arma de fuego que usó en los tiroteos unas horas antes del ataque, y confesó a las autoridades que estaba “de camino a Florida para perpetrar más tiroteos”, reveló en la rueda de prensa la alcaldesa de Atlanta, Keisha Lance Bottoms. “Es probable que hubiera habido más víctimas” si las autoridades del estado de Georgia no le hubieran detenido, añadió.

Siete de las ocho personas que fallecieron en los ataques eran mujeres, seis de ellas de origen asiático, mientras que las otras dos víctimas eran de raza blanca y hubo también un hombre hispano herido, aunque no de gravedad.

El presidente estadounidense, Joe Biden, no quiso pronunciarse sobre una posible motivación del sospechoso, pero aseguró que el ataque ha avivado el miedo entre los estadounidenses de origen asiático, que han sido el blanco de una ola de insultos y ataques racistas desde que comenzó la pandemia.

“Fuera cual fuera la motivación, sé que los estadounidenses de origen asiático están muy preocupados”, dijo Biden en declaraciones a la prensa al comienzo de una reunión en la Casa Blanca con el primer ministro irlandés, Micheál Martin. “Llevo dos meses hablando sobre la brutalidad contra los estadounidenses de origen asiático y creo que es muy, muy preocupante”, añadió el presidente.

En el último año se han registrado casi 3.800 insultos o ataques motivados por la raza contra los estadounidenses de origen asiático, estigmatizados en muchos casos por el hecho de que la covid-19 se detectara por primera vez en China, según un informe publicado este martes por la organización Stop AAPI Hate.

Muchos grupos y coaliciones de estadounidenses de origen asiático reconocieron ayer que el ataque ha aumentado la inquietud sobre su seguridad, mientras que otros opinaron que el suceso demuestra los riesgos de convertir a las mujeres con rasgos orientales en “objetos exóticos”.

“Las mujeres de origen asiático son las personas que más miedo tienen hoy de ir a trabajar en Atlanta”, afirmó la directora ejecutiva del Foro Nacional de Mujeres Estadounidenses con Raíces Asiáticas o del Pacífico, Sung Yeon Choimorrow, en declaraciones al diario The Washington Post.

La vicepresidenta estadounidense, Kamala Harris, también destacó la necesidad de mostrar “solidaridad” a la comunidad de origen asiático en el país, y de no “guardar silencio ante ninguna forma de odio”.

El suceso también llevó al expresidente Barack Obama (2009-2017) a pedir que se reactive en el país el debate sobre el control de armas para contener el auge de los tiroteos masivos, que ya suman al menos 70 este año y que aumentaron el 50% en 2020, según la organización Archivo Sobre la Violencia Armada. “Michelle y yo urgimos a tomar medidas significativas que puedan salvar vidas”, como “leyes de control de armas de sentido común”, escribió Obama en su cuenta de Twitter.