- La jueza progresista del Tribunal Supremo de EEUU Ruth Bader Ginsburg falleció el viernes a los 87 años rodeada de su familia en su casa de Washington, D.C., debido a “complicaciones de una metástasis en el cáncer de páncreas”. Su muerte, a menos de siete semanas de las elecciones presidenciales de EEUU de noviembre, ha abierto una lucha política sobre el futuro del Tribunal Supremo estadounidense, un fuerte pulso entre republicanos y demócratas sobre la búsqueda de un sustituto, un asunto que cambiará radicalmente la dinámica de la campaña electoral.

Mientras el candidato demócrata a la Casa Blanca, Joe Biden, consideró ayer que el presidente de EEUU que salga elegido en las urnas el 3 de noviembre deber ser quien elija a un sustituto para Ginsburg, el actual presidente estadounidense, Donald Trump, instó a los republicanos a cubrir el puesto “sin demora”.

El Tribunal Supremo de EEUU está compuesto por nueve jueces con puestos vitalicios y que tienen el poder de cambiar las leyes del país. Juegan un papel crucial en temas como el aborto, los derechos de los migrantes, la privacidad, la pena de muerte y la tenencia de armas.

La muerte de Ginsburg deja ahora la corte con tres jueces progresistas y cinco conservadores. Por eso, si Trump logra nombrar a otro magistrado, acabaría inclinando a la derecha durante décadas la balanza del Tribunal Supremo.

Ginsburg fue nombrada jueza del Supremo por el expresidente Bill Clinton en 1993. Fue la segunda mujer designada para este tribunal y desempeñó allí su labor durante más de 27 años. Durante los últimos años de su carrera, emitió votos progresistas sobre temas sociales polémicos en Estados Unidos, como el derecho al aborto, el matrimonio homosexual, el derecho al voto, la inmigración o la atención médica. Además, fue pionera en las lucha por las mujeres en EEUU y en los últimos años se convirtió en un auténtico fenómeno popular entre millones de jóvenes estadounidenses.