"No se siente dolor, pero sí es muy desagradable. Lo único que piensas es que se acabe". Javier Les es policía municipal de Pamplona desde hace 16 años. Días atrás, en la demostración del uso de las pistolas eléctricas a la que asistieron jueces y fiscales en Pamplona, junto a jefes de las policías locales, se presentó voluntario para recibir un disparo. "Soy instructor de defensa personal policial y de táser, y todo lo que voy a aplicar al ciudadano, primero quiero aplicármelo a mí y a mis policías, como el engrillatamiento, el bastón policial... Es la mejor manera de saber cómo fuciona, usándolo con uno mismo".
Sujetado por dos instructores de la empresa que comercializa los táser, Javier recibió el disparo en la espalda, como se recomiendan usar estas armas. "No me di ni cuenta cuando se me clavaron los dardos, ni cuando me los sacaron. No se siente dolor al recibir la descargar, pero sí es muy desagradable. Lo único que piensas es que se acabe", comenta Javier, que cayó al suelo "como una tabla, rígido. Es un espasmo que te incapacita. Se te quitan las ganas de todo, te vuelves dócil y obediente", completa.
La recuperación después de la descarga fue "casi instantánea. A los poco minutos me levanté y estaba perfectamente. Ese día estaba trabajando, así que después de la demostración seguí trabajando con normalidad y por la tarde me hice 50 kilómetros en bicicleta", explica Javier, quien cree que con las pistolas eléctricas "bajará el nivel de policías lesionados y también las posibles lesiones en los detenidos. Ahora mismo, de la fuerza física, pasamos al bastón policial y al arma de fuego. Necesitamos un recurso intermedio entre el bastón y el arma de fuego. Antes de haberlo experimentado en primera persona tenía alguna duda, pero ahora estoy convencido al 100% de su utilidad e idoneidad".