Tuk Chantorn nació en Bangkok y sus padres eran tailandeses, pero su nacimiento no fue registrado y a sus 62 años vive de facto como apátrida, una anomalía legal que afecta a cerca de medio millón de personas en Tailandia. Después de una vida de reveses que incluye haber pasado 13 años en la cárcel y la muerte de dos hijas, Tuk quiere reclamar su ciudadanía para hacer cosas tan simples como ser atendida en hospitales públicos, pero la falta de documentos la enfrentan a un kafkiano proceso burocrático.
Se trata de un caso especial en Tailandia, donde la mayoría de los apátridas son miembros de las minorías étnicas e hijos de inmigrantes, pero en la práctica ella carece de ciudadanía, considerada como el "derecho a tener derechos".
"A veces (los policías) quieren ver tu carné de identidad cuando sales, por eso quiero tenerlo. También voy a tener algunos beneficios y derechos", explica Tuk, que sabe que nació en 1958 pero no el mes ni el día.
La tailandesa se pasa desde la mañana a última hora de la tarde en una pequeña tienda en la vivienda de sus parientes donde vende gaseosas, chuchería y pollo frito en un barrio de chabolas e infraviviendas en el distrito de Klong Toei, en Bangkok.
Como nunca fue a la escuela, Tuk es analfabeta, aunque conoce los números y sus vecinos la ayudan cuando recibe pedidos de comida a domicilio mediante una aplicación en el móvil. Tuk asegura que le cuesta pagar los 300 bat (unos nueve dólares u ocho euros) que paga semanalmente de medicinas para la hipertensión, algo que le saldría gratis si fuera reconocida como ciudadana tailandesa. De acuerdo con el sistema legal, la forma de que Tuk reciba la nacionalidad es que demuestre con documentos que nació de padres tailandeses o su arraigo en el país, pero ella carece de ambos.
Con la ayuda de la Fundación Duang Prateep, un abogado está buscando en archivos algún documento que le permita obtener la nacionalidad, pero no ha encontrado nada y ni siquiera sabe cómo se escribe el nombre del padre. Tuk no solo es víctima de una laguna legal, sino que su vida también ha sido bastante disfuncional. Nació en Bangkok, pero su padre se separó de su madre y desde entonces vivió en distintos lugares con él y su nueva mujer. Sobre los 10 años empezó a trabajar en una carnicería en el mercado de abastos de Klong Toei y, tras casarse a los 15 años, se convirtió en ama de casa y dio luz a tres hijas en los años siguientes.
Tuk explica que empezó a vender drogas por problemas económicos hasta que un día fue detenida con 2.000 pastillas de metanfetamina y condenada a 25 años de cárcel, de los que cumplió 13. Dos de sus hijas murieron cuando ella estaba en la cárcel y su marido falleció poco después de salir de prisión hace tres años. Acnur afirma que hay 474.888 apátridas contabilizados en Tailandia y agrega que las autoridades han reconocido la nacionalidad a 100.000 personas desde 2008, con avances legales en este sentido.