donostia - “Nos dicen que el barco no está preparado para hacer largas navegaciones con gente a bordo. Para lo que no estamos preparados es para estar parados en puerto”. Tajantes y sin disimular su malestar, los miembros de la ONG Salvamento Marítimo Humanitario (SMH) volvieron ayer a denunciar el “bloqueo” que sufren por parte del Gobierno español, que continúa sin otorgar el despacho necesario para que el Aita Mari, el atunero guipuzcoano convertido en barco de rescate, pueda zarpar hacia el Mediterráneo central. Son ya muchos días de espera e impotencia mientras el drama en el Mediterráneo continúa cobrándose decenas de vidas diarias. “La situación es demencial, no podemos quedarnos mirándonos los unos a los otros. Desde que estamos preparados para zarpar, han muerto unas 1.300 personas en el mar”.
Con estas rotundas palabras resumió el presidente de SMH, Iñigo Mijangos, la situación que padece la ONG en las últimas semanas, a la espera de un despacho que en situaciones normales tardaría “horas” en tramitarse pero que el Ejecutivo de Pedro Sánchez parece dispuesto a demorar. “Estamos elucubrando con que dejar salir al barco puede suponer 2.000 o 3.000 votos, es de locos”, denuncia, al tiempo que se queja: “Estamos siendo criminalizados por un gobierno progresista”.
Por ello, la ONG se plantea volver a Grecia con ayuda humanitaria, como ya lo hiciera en Semana Santa. “Vamos a darles de tiempo hasta comienzos de la semana que viene y, si no tenemos una respuesta, empezaremos a plantearnos las alternativas”, explicó.
30 toneladas La decisión de partir hacia Grecia no es ninguna nimiedad. La situación en las islas helenas comienza a ser “caótica”, especialmente en Lesbos, pero también en Quíos. “Hay que pensar que en Grecia hay 30.000 personas en unos campos de refugiados de mierda y se está extendiendo el rumor de que hay 35.000 personas preparadas en la costa turca para dar el salto a Grecia. La situación es insostenible”, expuso Mijangos. Con este panorama, los ataques de ansiedad y pánico entre los refugiados son constantes y los médicos y psiquiatras de los campos no dan abasto con las necesidades diarias que van surgiendo.
Pero la coyuntura se agrava si se tiene en cuenta que en pocos meses, el invierno hará mella en los desplazados. “Estamos hablando de que estas islas alcanzan temperaturas de -3 grados y que el que tiene suerte, tiene una tienda Quechua. Ayer -por el martes-, un niño afgano de cinco años murió atropellado por un camión cuando estaba durmiendo en una caja de cartón. La situación es demencial”, expuso.
Por ello, ante las trabas encontradas en el Gobierno español para permitirles rescatar en el Mediterráneo, están considerando firmemente cargar el barco con ayuda humanitaria que llevar a Quíos, donde en septiembre están llegando hasta dos botes diarios (el doble que el mismo mes del pasado año), y donde 3.000 personas se hacinan en un campo de refugiados con capacidad para 800. “Estamos hablando de que el barco tiene capacidad para 30 toneladas de ayuda humanitaria que en diez días estaría en Grecia”, apuntó el presidente de SMH.
Así las cosas, en este momento, la prioridad sería el traslado de tiendas de campaña y mantas, así como medicinas, ropa y otros bienes de primera necesidad (pañales, leche infantil, ...), material que permita hacer más soportable la situación durante el invierno.
falta de voluntad política No obstante, el mensaje de SMH hacia las autoridades políticas es tajante: “El Aita Mari cumple con todos los certificados para su navegación y no hay justificación alguna que dé lugar a una demora en la concesión del despacho. La Autoridad Marítima lo sabe y, cumpliendo las directrices de los responsables políticos, incumple los principios de presunción de inocencia, de libertad de movimientos, de defensa de la vida, el Reglamento de Despacho de Buques y la Ley de Navegación Marítima con toda premeditación”, subrayó Mijangos.
En opinión de la ONG, “todo responde a la voluntad de que no se haga labor humanitaria en el Mediterráneo central”.
“No queremos entrar en confrontación porque no somos un partido político, pero sí tenemos un empeño personal firme, y es el de salvar a la gente”, concluyó Mijangos.