Madrid - El giro a la derecha revienta las costuras de Ciudadanos (C’s). El personalismo de Albert Rivera, que ya venía de sufrir una de sus peores semanas, ante la deserción de Manuel Valls en Barcelona y la desautorización del presidente francés Emmanuel Macron, se cobró ayer una nueva muesca en el proyecto naranja tras las renuncias de dos de las figuras más relevantes dentro del partido, Toni Roldán, su portavoz económico en el Congreso, y el eurodiputado Javier Nart. A ellas se unió la marcha del candidato autonómico en Asturias, Juan Vázquez, exrector de la Universidad de Oviedo, que horas antes había tomado su escaño, y les podrían seguir unas cuantas más.

El rechazo a abstenerse para posibilitar la investidura de Pedro Sánchez sin descansar su mandato en el respaldo independentista, la aproximación a Vox que ha permitido además sostener el poder territorial del PP y el abandono de la imagen centrista, liberal y regeneradora comienzan a hacer estragos en las filas internas de C’s, cuya cabeza visible empieza a ser cuestionada en cuanto ha sufrido su primera gran crisis. Atrás queda la jornada del 28-A, ni hace dos meses, cuando los 57 escaños le situaban como alternativa para abanderar la oposición, y es que el cordón sanitario al PSOE y echarse en brazos de los populares a cambio de un puñado de municipios y otros cargos han minado la imagen y estrategia de Rivera.

Roldán, a la sazón miembro de la ejecutiva permanente y responsable del programa electoral, abandonó todas sus responsabilidades orgánicas y el escaño en la Cámara Baja cargando duramente contra el planteamiento naranja tras meses de discrepancia desde el sector crítico. Nart decidió marcharse de la cúpula ejecutiva tras perder ayer una votación que impulsó para reconsiderar el no es no a Sánchez. En la reunión que celebró la ejecutiva naranja, a petición de Luis Garicano y el propio Nart, se debatió sobre la postura de no negociar con Sánchez su investidura, descartándose allanar el camino al socialista con 24 votos en contra, cuatro a favor -Francisco Igea y Fernando Maura, además de los dos dirigentes que la promovieron- y tres abstenciones -Nacho Prendes, Marta Martín y Orlena de Miguel-. “Los costes de la estrategia de Ciudadanos son demasiado altos para España. No me voy porque yo haya cambiado, ha sido el partido el que ha cambiado”, espetó Roldán en su discurso de renuncia, apuntando directamente a Rivera. “De un tiempo a esta parte, la dirección del partido ha optado por un camino que yo no comparto; uno no puede ser lo que no es durante mucho tiempo”, criticó este economista y discípulo del gurú Garicano, jefe de filas de C’s en Europa que, tras alabar a su compañero, no sería de extrañar que pronto se bajase también del barco.

ataques velados a rivera Roldán consideró que C’s ha virado hacia una posición que “desvirtúa” sus tres apuestas de origen: el reformismo, la regeneración y la batalla contra el nacionalismo. Por ello, cuestionó la vía del frentismo y la polarización en que Rivera ha instalado al partido. “¿Cómo vamos a luchar contra la dinámica de confrontación de rojos azules que vinimos a combatir si nos convertimos en azules?”, interpeló. “¿Cómo podemos construir un proyecto liberal en España si no somos capaces de confrontarnos a la extrema derecha que está en las antípodas de todo lo que pensamos?”. “¿Cómo vamos a vencer al nacionalismo si no ponemos todo de nuestra parte, aunque otros no lo hagan, para evacuarlo de poder?”, señaló en referencia velada a la decisión de no querer investir a Ada Colau para evitar que Barcelona tuviera de alcalde a Ernest Maragall. También puso Roldán el foco en comunidades como Castilla y León, Murcia y Madrid, donde el PP lleva décadas gobernando: “¿Cómo vamos a ser creíbles en nuestro compromiso con la regeneración si vamos a apoyar a Gobiernos que llevan más de 20 años en el poder?”. Una andanada a Rivera donde, sin citarlo directamente, apostó por un acuerdo PSOE-C’s. “España tiene una oportunidad histórica para construir un Gobierno estable y liderar el progreso liberal en Europa durante dos décadas. Sería un grave error desperdiciar esta oportunidad”, precisó Roldán en su alegato. “Yo me creí esa idea de la tercera España. No voy a participar más de la polarización porque yo vine a hacer exactamente lo contrario”, afirmó. Y zanjó con otro dado al líder naranja: “Los buenos políticos no son los que más se pelean, sino los que son capaces de poner por delante los intereses del país a los intereses del partido”.

Tras su renuncia, el candidato del partido a la presidencia de la Junta de Castilla y León, Francisco Igea, que ha perpetuado el mando y plaza del PP en este territorio por orden de la dirección estatal, le mostró su apoyo publicando una fotografía en la que aparecen juntos en Twitter. Red social desde la que Garicano prometió que seguirá defendiendo las ideas de Roldán. “Nadie ha trabajado más, nadie ha sido más leal al proyecto, nadie ha hecho más por conseguir políticas reformistas y regeneradoras para España”, suscribió. Posturas que se unen a la censura procedente desde algunos fundadores de Ciudadanos como Francesc de Carreras, entre otros.

Sin Roldán, que es hijo de dos dirigentes socialistas (Santiago Roldán y Maria Antònia Monés), el sector socioliberal, el ala más progresista, deja de estar representado en el núcleo decisorio. La marcha de Nart torpedea mediáticamente a Rivera puesto que el abogado era un reconocido polemista televisivo que se afanó en defender públicamente el proyecto naranja, sobre todo en Catalunya y durante todos estos años de procés. Lugar donde, por cierto, Ciudadanos se ha ido desfondando en las últimas citas con las urnas.

La Ejecutiva de Rivera, que despidió en primera persona a Roldán con un frío tuit, eligió a dos de los fichajes que hizo su líder para las últimas elecciones generales y que tuvieron un papel muy destacado en la campaña electoral, De Quinto y Bal, que ocupaban los puestos 2 y 4 en la candidatura al Congreso por Madrid. Marcos de Quinto era vicepresidente mundial de Coca-Cola y Edmundo Bal es el abogado del Estado al que el Gobierno español apartó del caso del proceso soberanista por no querer acusar a los procesados por sedición.