Bruselas - La muerte del spitzenkandidat, la división sobre la ambición climática, el estancamiento de las reformas del euro o el aplazamiento para designar los próximos líderes europeos son algunas de las conclusiones que deja esta cumbre europea de verano. Los 28 líderes de Estado y de Gobierno se vuelven a dar cita en Bruselas dentro de nueve días, con la esperanza de alcanzar un acuerdo in extremis para el timón del proyecto comunitario.

Estaba llamada a ser una de las grandes citas de la UE durante los últimos meses. Tras las elecciones europeas de mayo, arrancaba uno de los procesos más vibrantes por los pasillos de Bruselas: las negociaciones para designar a los futuros capitanes de la UE. Unas conversaciones que son puro equilibrismo y que deben atender a parámetros de geografía (países del norte-sur; este-oeste); de género (que las instituciones sean por primera vez paritarias); e ideológicas (que sean fieles a los resultados de las urnas).

Pero según transcurrían las horas previas a la cita, que arrancó el jueves, las expectativas de salir del edificio de Europa con un listado de nombres potenciales para ocupar los puestos top de la UE se desvanecían. Tras unas cinco horas de reunión, los 28 líderes de Estado y de Gobierno aplazaron la decisión hasta el 30 de junio, 48 días antes del primer Pleno de Estrasburgo que debe designar al presidente de la Eurocámara.

El búlgaro Borissov deslizó durante la cita la idea de que Tusk propondría una lista de tres nombres para encauzar las negociaciones. Sin embargo, durante la mañana del viernes una alta fuente comunitaria desmentía este escenario y afirmó que los líderes europeos solo debatieron sobre los 3 spitzenkandidaten. Al final, la conclusión ha sido que ninguno de ellos (Weber, Timmermans o Vestager) reúne los apoyos mínimos en la Eurocámara ni el Consejo para ser el sustituto de Juncker. Algo que, de alguna forma, alegró al luxemburgués: “Siento cierta satisfacción y felicidad porque compruebo que no resulta fácil sustituirme”, apuntó irónico.

Así, parece que una de las pocas certezas que deja la cita de estos dos días es la muerte del sistema del spitzenkandidat: “Nos hubiese encantado que [el presidente de la Comisión] fuese Frans Timmermans; pero la política es así y así hay que vivirla”, afirmaba Pedro Sánchez, presidente del Gobierno español, en rueda de prensa.

sánchez vuelve de vacío Madrid se marcha de Bruselas sin colocar al holandés en el trono del Berlaymont y sin arrancar unas reformas más ambiciosas sobre la reforma del euro. Pese a que los ministros de Finanzas rubricaron hace una semana un acuerdo de mínimos para la reforma de la zona euro, ayer viernes algunos líderes europeos se mostraron más esquivos con los tiempos y las ambiciones. “Hay avances significativos, pero insuficientes y no tan contundente como querría el Gobierno de España”, reconocía Sánchez.

“Los acuerdos del Eurogrupo son como la canción de Bruce Springsteen, Puedes mirar, pero no puedes tocar, porque se rompe el equilibrio”, afirmó Sánchez en referencia a lo importante de los detalles en estas negociaciones.

En esta cumbre del euro, el Consejo se ha limitado a “tomar nota” sobre el instrumento presupuestario para la Eurozona que será integrado en el Marco Financiero Plurianual (MFP). Algunos países como Países Bajos quieren limitarlo a la cantidad establecida, menos ambiciosa que la propuesta por la Comisión, y otros como España o Francia ampliarlo con partidas paralelas. “El acuerdo va en la buena dirección, pero no es suficiente. Hace falta un presupuesto suficientemente grande”, apuntó Emmanuel Macron, presidente galo, en rueda de prensa.

La UE mostró, además, su optimismo para finalizar el Mecanismo de Estabilidad para finales de año y para fortalecer la Unión Bancaria.

Otra de las manchas de esta cita ha sido el clima. Finalmente, las capitales europeas han sido incapaces de alcanzar una postura común hacia la descarbonización. La patata caliente venía de la mano de la fecha: 2050, un calendario que Polonia, Estonia, Chequia y Hungría no quisieron aceptar. Así, el documento final concluía con una nota al pie de página en la que se resalta “la amplia mayoría europea” que defiende la neutralidad de emisiones de C02 en 30 años. La UE emplea esta fórmula cada vez con más frecuencia para sortear la trampa de los vetos y bloqueos.

El último tema de estas 48 horas fue el Brexit. Doce minutos tardaron los líderes europeos en abordar un asunto en el que sí hay consenso: pase lo que pase en Londres; en Bruselas las cosas no cambian: el Acuerdo de Salida no se toca y la fecha límite para abandonar el bloque comunitario es el 31 de octubre. “Estamos deseando trabajar con el primer ministro británico y queremos evitar un Brexit desordenado y establecer una relación futura con el Reino Unido lo más estrecha posible”, apuntaba Donald Tusk, presidente del Consejo Europeo, durante una rueda de prensa, en un momento en el que el euroescéptico Boris Johnson está cerca de ser el sustituto de Theresa May.

En la arena internacional, los Veintiocho han trasladado a Turquía una clara advertencia por sus perforaciones de gas en la Zona Económica Exclusiva de Chipre y prorrogaron las sanciones a Rusia por la anexión ilegal de Crimea otros seis meses. Sobre los tambores de guerra que llegan desde Washington y Teherán reina la cautela: “A veces es mejor no intervenir. Los mayores problemas en nuestra historia han sido siempre provocados por políticas demasiado activas, no demasiado pasivas”, afirmó Tusk.