donostia - “Es una sustancia casi inocua, es muy difícil engancharse, todo el mundo lo hace, si no fumas diez porros al día no tendrás un problema para dejarlo, no tiene ningún tipo de efecto sobre la conducta del consumidor, no tiene relación con enfermedades psiquiátricas...” Los argumentos de los adolescentes en defensa del cannabis son muchos y muy variopintos. Muchos jóvenes llegan incluso a creer que el tabaco es más peligroso que el consumo de marihuana y, por ello, asociaciones como Agipad, que se dedica a la investigación prevención del abuso de drogas en Gipuzkoa, tienen la sensación de que la “normalización-banalización de la sustancia va a más”.

La Encuesta sobre Adicciones 2017 de Euskadi, presentada esta misma semana por el consejero de Salud del Gobierno Vasco, Jon Darpón, revelaba un aumento en el consumo del cannabis, droga que tomó un 8,6% de la población vasca en 2017, un 2,3% más que en 2012. Si bien es un dato mucho menor al de 2006, cuando el 14% de la ciudadanía fumaba esta droga, preocupa su incremento en los últimos cinco años. El mayor porcentaje de consumidores se encuentra en edades muy jóvenes, de entre 15 y 24 años, y la edad media de inicio se sitúa entre los 18 y 19 años.

Es la sustancia ilegal más cercana a los adolescentes. Casi la mitad del alumnado de secundaria la ha probado en alguna ocasión, porcentaje que se eleva hasta el 70% a los 18 años, según datos que maneja Agipad. Una de las cuestiones que más preocupa a esta asociación es “la poco percepción de riesgo que tienen los adolescentes a la hora de iniciarse en el consumo de estas sustancias o de mantenerlo” en el tiempo, apunta la psicóloga y responsable del servicio de prevención de Agipad, Pakita Mateos. En este sentido, asegura que hay una parte de los jóvenes que “considera incluso el consumo del tabaco más peligroso y perjudicial para su salud que el del cannabis”, lo que hace darse cuenta del impacto que han tenido las campañas contra el tabaquismo en este sector de la población.

los colegios, preocupados Mateos imparte charlas en los colegios de todo el territorio para intentar prevenir el uso de drogas, tanto legales como ilegales. Durante el curso 2017-2019, el servicio de prevención de Agipad ha trabajado con 8.848 alumnos de secundaria en 375 aulas y con 605 profesores.

Aunque la ingesta de alcohol es mucho más generalizada que la del cannabis y es con esta droga legal con la que se inician los jóvenes -hace quince años era el tabaco-, lo cierto es que en los centros escolares guipuzcoanos de secundaria la preocupación es mayor por el hachís o la marihuana. Esto sucede por dos motivos: el primero, “la normalización y banalización total del consumo de alcohol por parte de los adultos” y porque la ingesta de bebidas alcohólicas “forma parte del fin de semana, con lo cual no interfiere en la vida escolar”, indica Mateos.

Sin embargo, una minoría de adolescentes fuma cannabis entre semana, durante el horario lectivo, por lo tanto es “más evidente y tiene unos efectos sobre su desarrollo académico”. “Los que lo consumen de forma diaria, hay una parte del horario escolar que lo pueden estar viviendo bajo los efectos del cannabis y el efecto que produce sobre la memoria a corto plazo es más que evidente”, insiste. Además, el porcentaje de fracaso escolar y de consumo de cannabis está “muy relacionado”.

Uno de los objetivos fundamentales de estos encuentros con adolescentes es retrasar la edad de inicio en el uso de esta droga, puesto que a mayor juventud existe una mayor dependencia. “A menor edad en el inicio del consumo más probabilidades de que se establezca una relación más peligrosa, más arriesgada con la sustancia”, explica esta psicóloga.

Y otro de los fines es que el alumnado entienda que la ingesta de cualquier sustancia “no necesariamente tiene que formar parte de la vida de un adolescente”. “La opción del no consumo también existe, aunque parezca de perogrullo”, señala Mateos, que relata que muchos adolescentes le contestan “pero todo el mundo toma algo”. Ella, sin atacar a los consumidores, ni demonizar esta sustancia, les explica que “la opción menos arriesgada al menos durante esta etapa es el no consumo” y también les hace pensar en las consecuencias que puede tener comprar una sustancia que no es legal.

desechar mitos Mateos trabaja también en estas charlas sobre los mitos que existen en torno a esta droga, como que es una sustancia “casi inocua”, “buena para el cáncer” o que “es natural” y, por tanto, no es mala para la salud. “Las consecuencias a nivel personal y escolar cuando hay un consumo habitual en un adolescente son claras, el riesgo de padecer un trastorno psiquiátrico está ahí, porque aunque sea un porcentaje pequeño, existe”, afirma Mateos.

Las dudas que plantean los jóvenes en estas charlas son de todo tipo, ya que hay algunos que llegan a preguntar a estas psicólogas qué maneras existen de que en casa no les pillen si van muy fumaos. Pero Mateos asegura también que hay una parte de este sector que tiene claro que el cannabis no va con ellos. “Eso con el alcohol no pasa, porque es una droga más de todos, pero en este caso es verdad que hay chavales que han decidido por lo que sea que no van a consumir”, subraya.

El objetivo final de Agipad es “proteger” a estos menores, a los que tampoco se puede dejar que hagan un consumo responsable de esta droga, puesto “no están preparados” por la edad que tienen para tomar este tipo de decisiones.