madrid - Tan solo unas horas antes de ingresar en prisión por orden de la jueza Carmen Lamela, todos los integrantes del Govern de Carles Puigdemont se esforzaron en rechazar cualquier vínculo con las vías violentas en su declaración ante la magistrada de la Audiencia Nacional. Ya fuera por razones ideológicas, de compromiso político e incluso religiosas, todos los exconsellers, empezando por el vicepresident Oriol Junqueras, defendieron su apuesta por el diálogo y la democracia, y su negativa a impedir mediante la fuerza la acción policial y judicial.
De este modo trataron de defenderse de las acusaciones de rebelión, sedición, desobediencia, prevaricación y malversación, tal y como se desprende de los vídeos de sus declaraciones filtrados ayer. Sin embargo, ello no evitó que la Fiscalía pidiera prisión incondicional para todos ellos, lo que la jueza aceptó, excepto en el caso del que fuera conseller de Cultura Santi Vila, para el que se pidió prisión con fianza de 50.000 euros, que pagó al día siguiente. Todos sus excompañeros continúan en la cárcel, lo que sigue suponiendo uno de los principales escollos para desbloquear el conflicto catalán.
La mayoría de declaraciones, que tuvieron lugar el pasado 2 de noviembre, duraron en torno a cinco minutos, incluyendo la del líder de ERC, Oriol Junqueras, quien aseguró: “Soy creyente y cualquier cosa relacionada con la violencia me parece fuera de lugar”. “Mis convicciones me alejan y me impiden cualquier relación con actos violentos de ninguna forma”, agregó. En su intervención, en la que estuvo acompañado, además de por la magistrada, por los dos fiscales y los abogados defensores, también trató de demostrar que no se destinó ni un euro de dinero público al referéndum independentista del 1 de octubre.
El resto de declaraciones de los miembros del gabinete del expresident Puigdemont fueron en una línea muy similar, cada uno aduciendo sus propias razones para abjurar de la violencia. El que fuera conseller de Exteriores, Raül Romeva, alegó su condición de pacifista, objetor de conciencia y defensor de los derechos fundamentales. Dolors Bassa coincidió con Junqueras a la hora de exponer sus creencias religiosas. “Soy maestra de una escuela cristiana concertada, mis principios son contrarios a la violencia y en mis declaraciones nunca he hablado de violencia sino de pacifismo”, dijo.
El exconseller de Presidencia Jordi Turull reivindicó su apuesta por “la no violencia, la democracia, las urnas, el civismo y el pacifismo”, y el antiguo titular de Interior, Joaquim Forn, aseguró que siempre ha defendido el cumplimiento de los mandatos judiciales. El contrapunto lo protagonizó Santi Vila: en su declaración, de más de media hora, reivindicó sus esfuerzos de mediación con dirigentes políticos de Madrid para evitar “la situación de colapso”, lo que a la postre le valió evitar la prisión tras el pago de una fianza.