Bruselas - Llegará el último y se irá el primero. Este año, la cita es probablemente la más incómoda de los últimos G7. Los líderes debatirán la dirección de un mundo multilateral en el que su primera potencia no cree. Trump declaró en las vísperas a este encuentro la guerra comercial a sus principales socios, ha desmantelado el acuerdo nuclear iraní ratificado por la comunidad internacional (a excepción de Arabia Saudí e Israel) y se ha desmarcado de una decena de pactos sagrados. En este contexto, los 7-1 advierten: son suficientemente poderosos como para aislar a Washington todavía más.

“Al presidente de Estados Unidos quizás no le importa quedarse solo, pero a nosotros seis tampoco nos importa firmar un acuerdo a seis países porque representamos valores y un mercado que tiene el peso de la historia detrás”, advertía Emmanuel Macron, presidente de Francia, en el aperitivo pre-cumbre. El galo, que anhela los momentos napoleónicos en los que su país dibujó el orden mundial, advierte de que “ningún líder es eterno”. “Heredamos compromisos que van más allá de nosotros”. Macron es el líder europeo que mejor relación mantiene con Trump, pero de cara a la opinión pública y a sus socios europeos tiene que mantener la imagen de poli malo. Así lo avalaban sus declaraciones a comienzos de esta semana comparando sus conversaciones con el inquilino de la Casa Blanca con las salchichas. “Si la gente supiera de qué están hechas no las tomaría”, señaló.

Pero si hay algo que marca la cita de Charlevoix es la guerra comercial que Estados Unidos ha declarado a la Unión Europea y Canadá imponiendo aranceles a sus productos.

“Por favor, digan a Macron y Trudeau que están imponiendo a EEUU tarifas masivas y creando barreras no monetarias. El comercio de la UE con EEUU tiene un superávit de 151.000 millones de dólares y Canadá mantiene a nuestros agricultores fuera”. Así, a golpe de tuit como viene siendo normal, comenzaba el republicano a calentar un encuentro al que se especuló hasta el último momento que no acudiría.

La respuesta en el otro lado ha sido firme: los otros seis juntos conforman un mercado más potente que el estadounidense, advertía Macron.

Trump huirá con rapidez de una cita en la que no le apetece estar. Le ampara la excusa perfecta: el encuentro histórico con Corea del Norte, del que espera sacar de Kim-Jong-Un un acuerdo firme de desnuclearización de la península.

No aparecerá en la tradicional foto de familiar, ni formará parte de las sesiones sobre cambio climático. El encuentro del año pasado, celebrado en la italiana ciudad de Taormina, cocinó una declaración con un claro desmarque de EEUU hacia el Acuerdo de París. Unos días después, Trump sacaba a su país de él.

El G7 2018 se enmarca en un escenario global volátil. Imprevisible. Con líderes como Erdogan, Putin, Orbán o Trump, el orden mundial está cambiando. Esta semana, la propia Angela Merkel ponía sobre la mesa la opción de establecer un veto en el Consejo de Seguridad de la ONU rotatorio entre diez países de la Unión Europea. Además la canciller ha señalado en varias ocasiones que la Unión Europea debe tomar el futuro en sus propias manos.