donostia - Un estudio del centro donostiarra Basque Center on Cognition, Brain and Lenguage (BCBL) ha relacionado las capacidades auditivas de los niños con la habilidad futura de lectura, de tal manera que permite hacer un diagnóstico precoz de la dislexia, una discapacidad que padece el 10% de la población mundial, incluso antes de que el afectado aprenda a leer.
Se trata de un paso adelante muy significativo en el estudio de esta enfermedad, ya que, a día de hoy, el diagnóstico de la dislexia no puede hacerse antes de los nueve años, “cuando los niños llevan dos años de retraso con respecto a las capacidades normales de lectura de sus compañeros”, explica la investigadora del BCBL y responsable de este estudio, Paula Ríos-López. Así, este avance permite trabajar con los niños sus capacidades de comprensión, antes incluso de que aprendan a leer, anticipándose a las dificultades que se van a encontrar los niños con dislexia y entrenando diferentes habilidades que permitan mejorar su lectura.
Para llevar a cabo esta investigación, el BCBL ha estudiado las capacidades auditivas de 40 niños de segundo y quinto de educación primaria (8 años y 11 años), de diferentes colegios de Donostia.
Pero, ¿en que consiste exactamente el estudio? Según expone Ríos-López, “antes de aprender a leer, los niños aprenden a hablar, a escuchar el lenguaje”. “A través de ese ejercicio -prosigue-, nuestro cerebro adquiere una conciencia fonológica, es decir, logra entender que la palabra mamá está formada por los fonemas m-a-m-a”.
Sin embargo, y por causas que no se conocen, las personas con dislexia no son capaces de formar esa conciencia del lenguaje y, por lo tanto “no tienen una concepción clara de cuáles son los sonidos del lenguaje y cómo se combinan”.
No obstante, no solo la conciencia del lenguaje tiene relación con la comprensión lectora. En el BCBL han descubierto que las capacidades auditivas también tiene importancia en el entendimiento del lenguaje. “La información que está contenida en las frecuencias bajas del habla, como el ritmo o en énfasis que damos a las palabras, también tiene gran importancia, porque gracias a esa información, las neuronas del cerebro se van adaptando al ritmo del habla y se puede acceder a los fonemas”, precisa la investigadora. “Esta información -llamada prosódica-, si la pones delante de una tarea fonológica, hace que las personas problemas para comprender el lenguaje, sean capaces de repetir mejor una palabra, aunque no la conozcan”, completa. “Y nos hemos dado cuenta de que los niños con una peor capacidad lectora es a los que más útil les resulta esta información prosódica”, asevera Ríos-López.
entrenamiento Por ello, partiendo de la evidencia de que los niños con peores capacidades auditivas son “los que peor van a leer y, por lo tanto, van a ser más propensos a padecer dislexia”, el estudio del BCBL se centra ahora en desarrollar una serie “entrenamientos” basados en la prosodia y en los ritmos del lenguaje. “Por ejemplo, podemos hacer que una tarea tan simple como tocar el tambor mejore las habilidades rítmicas del niño y mejorar así, paulatinamente, su percepción del lenguaje y evitar futuros trastornos”, cuenta.
Y es que, como con todos los trastornos, cuando antes se tratan más efectivos son los resultados. “Hay que tener en cuenta que en estos años de la niñez el cerebro es especialmente plástico y, al igual que nos cuesta menos aprender un idioma cuando somos niños, si trabajamos la patología antes incluso de que los niños aprendan a leer, los resultados de la intervención van a ser mucho mejores”, insiste la responsable del estudio.
No obstante, Ríos-López insiste en que las personas con dislexia “no tienen ningún tipo de déficit cognitivo”, por lo que pueden desarrollar su vida “con total normalidad”. “Son personas que tienen dificultad para la lectura, pero pueden entrenar sus habilidades y compensarlas con otras estrategias”, sentencia.