madrid - Lejos de amainar, aumenta el temporal político que viene profundizando en la división entre partidos en los actos del vigésimo aniversario del secuestro y asesinato de Miguel Ángel Blanco. El PP apela insistentemente a la unidad, sin embargo redobla su presión sobre algunas formaciones para tratar de hacer prevalecer su relato del pasado sangriento de ETA. Apenas 24 horas después de romper la imagen unitaria de los partidos en el homenaje brindado a Blanco en Ermua por afear la presencia de Sortu, su presidente en la CAV, Alfonso Alonso, echó más leña al fuego al acusarle de “seguir alimentando el odio”. La estrategia del PP supera la muga de Euskadi y a la izquierda abertzale, y la polémica también se ha instalado en el Congreso, el Senado y destacados ayuntamientos como Madrid.

Ayer mismo se cumplían 20 años del fatídico 12 de julio de 1997 en el que el exconcejal de Ermua era asesinado por ETA. En un acto celebrado en el Teatro Real de Madrid, y en clara alusión a Sortu, Alonso criticó que aún existan partidos que no han sido capaces de condenar la violencia pese a que la organización armada dijera adiós definitivamente su actividad en 2011. El único objetivo de mantener ese silencio ante el terrorismo sería “blanquear” su imagen y repercutir en la batalla por el relato al privar a la ciudadanía vasca del “derecho a la memoria”, aún y cuando resultaría indispensable vencer en la contienda por “el recuerdo y la justicia”. El líder del PP en la CAV aseveró que la izquierda abertzale pretende “borrar esta semana”, en la que se sucederán diversos homenajes, “y empezar la que viene a hablar de otra cosa”. Pero los mensajes del PP también han alcanzado al resto de partidos, a los que ha llamado a mantener una férrea unidad para no olvidar el pasado.

El PP mantiene así una estrategia de tensar la cuerda en las instituciones y los hemiciclos del conjunto del Estado, pero sobre todo de Euskadi, para inclinar la balanza sobre sus postulados en torno a la memoria en un tiempo político que vislumbra una cercana bajada de la persiana de ETA. Actualizar el espíritu de Ermua que generó el cruel asesinato de Blanco a manos de ETA también subyace sobre una proliferación de actos en los que los populares claman por la unidad política como método para aislar a quienes no condenan ese tiempo violento, como sucedió hace dos décadas pese a que también devengara en críticas al nacionalismo por su supuesta equidistancia ante el terrorismo. Así lo hicieron en Madrid ayer, y por partida doble, ya que además de Alonso la hermana del exedil de Ermua y presidenta de la Fundación de Víctimas del Terrorismo (FVT), Mari Mar Blanco, comparó la “única voz” que se alzó contra ETA hace 20 años frente a la actual “voz diluida”. “La sociedad vasca se sintió antes defensora de la vida que nacionalista, de derechas, de izquierdas o creyente”, abundó.

A pesar de que la polémica tiene su epicentro en Euskadi y los partidos vascos vienen reclamando insistentemente que la izquierda abertzale entone un mea culpa claro y conciso al respecto, los temblores se han dejado sentir en Madrid. Su Ayuntamiento ha mostrado a las claras las fisuras entre los partidos en los homenajes a Blanco. La alcaldesa Manuela Carmena -Ahora Madrid-, que inicialmente desechó la opción de colocar una imagen del exedil ermuarra en la fachada de la sede del Ayuntamiento si no se aludía al conjunto de las víctimas del terrorismo, sucumbió a la presión ejercida por el PP para que mentara expresamente al exconcejal popular. Esa rectificación no fue suficiente para templar los ánimos de los asistentes a los dos actos llevados a cabo en la ciudad. Carmena fue abucheada con gritos de “fuera, fuera” o “mentirosa”, incluso hasta interferir en los minutos de silencio. Esa protesta conllevó el enésimo cruce de declaraciones entre el partido de Génova y Podemos.

Mientras tanto los partidos nacionalistas prefieren mantener una posición de cautela frente al enfrentamiento, pese a que se han sucedido las mociones presentadas por el PP en instituciones -los consistorios de Lasarte y Bilbao, o las Juntas Generales de Araba, por ejemplo- solo han servido para avivar el debate. La portavoz de EH Bildu Maddalen Iriarte contestó a las críticas vertidas por Alonso en las que señaló que su compañero de partido, y cara visible de Sortu en la coalición, Julen Arzuaga, “sobraba” en el homenaje de Ermua por “compartir” la estrategia de ETA. “La sociedad vasca solicita de los agentes políticos que avancemos en materia de paz y convivencia, y EH Bildu es lo que trata de hacer día a día. Por eso estuvimos en el acto de Ermua, ya que nuestro ejercicio diario es de empatía con el dolor de las víctimas, y no tuvimos ninguna duda de estar allí”, sostuvo. Con el caso de Lasarte en el que gobiernan como argumento, y en el que el PSE se abstuvo a una moción del PP, los socialistas lamentaron que los populares quisieran “instrumentalizar una vez más” a las víctimas, aún y cuando este partido ha sido duramente azotado por ETA.

“Cambio a mejor” En lo que respecta al PNV, los jeltzales repitieron el mensaje lanzado anteayer por la presidenta del BBB, Itxaso Atutxa, en favor de la “unidad” del espectro político de la CAV. El portavoz del Gobierno vasco, Josu Erkoreka, calificó como “cambio a mejor” que la izquierda abertzale homenajee a víctimas de ETA. En una entrevista en Bizkaia Irratia, y saludado el “nueva paso” dado, sin embargo echó en falta “un reconocimiento claro, preciso y transparente del daño causado, y, a partir de ahí, admitir que las cosas se hicieron mal y que nunca hay razón para poner los objetivos políticos por encima de la vida”.