MADRID. Mireia Pujol ha sido la última de los siete hermanos en declarar ante el juez que investiga la fortuna familiar en Andorra y, al igual que ellos, ha afirmado que le dijeron que los 62 millones de pesetas que se ingresaron en una cuenta del Principado a su nombre en 1992, cuando ella tenía 21 años, provenían de la herencia de su abuelo Florenci, que había fallecido en 1980.
La imputada ha defendido que su dinero se multiplicó de 62 millones de pesetas (372.000 euros) en 1992 a alrededor de 1,4 millones de euros en 2014 gracias a la gestión del banco, pero ha desvinculado a su hermano Jordi de cualquier operativa y ha dicho que su padre no quiso saber nada de esos fondos porque estaba en política.
Ella, ha dicho hoy al magistrado, no se interesó por el dinero porque tenía su trabajo y no le hacía falta (fue bailarina y ahora se dedica a la fisioterapia), y ha reconocido que igual tenía que haberlo declarado antes de 2014, cuando estalló el escándalo de la fortuna de los Pujol en Andorra y se decidió a regularizarlo a Hacienda.