gasteiz - Solo la intensa nevada que cayó sobre Gasteiz durante la sesión de investidura de ayer puso la nota de color en una jornada que marchó según lo previsto, sin sorpresas y sin que los discursos se salieran del guion. La sesión sirvió para confrontar los modelos de PNV y EH Bildu, distantes en materia económica y con propuestas divergentes en el autogobierno, donde la coalición abertzale aspira a seguir la senda catalana y la desobediencia, y ayer afiló su discurso independentista. Los jeltzales apelaron al acuerdo y al realismo político.
Iñigo Urkullu se presentó a la reelección como lehendakari con vocación de dar continuidad a sus políticas económicas y afianzar el crecimiento, y con el propósito de forjar consensos amplios sobre paz y autogobierno. Llegó con el apoyo socialista bajo el brazo tras haber forjado un acuerdo de coalición que, sin embargo, no le sirvió para ser proclamado en la primera votación de ayer porque se quedó a un escaño de la mayoría absoluta de 38 escaños. Será proclamado hoy, cuando basta la mayoría simple. Enfrente se situó la candidata de EH Bildu, Maddalen Iriarte, quien carecía de opciones porque solo contaba con el aval de los 18 representantes de su propia bancada, pero aprovechó la atalaya parlamentaria para presentarse como alternativa con un discurso de marcado tinte social, un perfil que EH Bildu está cultivando cada vez con mayor empeño en detrimento de los argumentos clásicos. Con la intención de liderar la izquierda y crear contradicciones a Elkarrekin Podemos por negarle su voto en la investidura, Iriarte desgranó constantemente propuestas como elevar el salario mínimo a 1.200 euros, complementar las pensiones para que asciendan al menos a 1.080 euros, y crear 40.000 empleos públicos. Sin embargo, también despuntó su apuesta por celebrar la consulta del nuevo estatus en 2018 o el calco a algunos planteamientos de la vía catalana, con una apuesta clara por la independencia, un anticipo de por dónde puede apretar las tuercas al PNV esta legislatura.
Urkullu no se sacó ningún conejo de la chistera. No hubo anuncios espectaculares en un discurso muy institucional donde trató de ceñirse al “realismo” y las propuestas factibles. Desgranó las claves del pacto. Anunció 19 proyectos de ley, entre los cuales citó una Ley de Víctimas de la Violencia contra las Mujeres para repararlas en el plano económico y moral, una Ley Vasca de Educación, otra sobre la Formación Profesional y una de Empleo Público. Su medida estrella, el Programa Marco de Empleo y Reactivación, tendrá una dotación de 8.500 millones para toda la legislatura. Se comprometió a presentar en los primeros meses del próximo año los Presupuestos, el programa de gobierno, el citado plan de empleo y un avance del calendario legislativo. En materia de paz y autogobierno, apeló a la responsabilidad de los partidos para aparcar las diferencias y poder llegar a acuerdos amplios. En el caso concreto del nuevo estatus, se propuso aunar el respeto al principio democrático y la decisión de los vascos, con el principio de legalidad. En tres momentos distintos de su intervención, reconoció que su pacto con los socialistas no alcanza la mayoría absoluta y tendió la mano al resto de partidos. Su investidura tuvo el apoyo de los 28 escaños del PNV y los 9 del PSE. Iriarte recabó el aval de los 18 de su bancada, mientras PP y Elkarrekin Podemos se abstuvieron puesto que no es posible votar en contra. La segunda votación arrancará hoy a las 10.00 horas.
alianzas La constatación de que PNV y PSE carecen de mayoría absoluta sobrevoló las intervenciones de todos, y la buena noticia para Urkullu es que ningún partido cerró la puerta a cal y canto a los acuerdos, ya fueran puntuales o más amplios. En la paz, se intuye ya un consenso muy amplio, con la excepción del PP, ya que tanto EH Bildu como Elkarrekin Podemos detectaron muchas coincidencias con el planteamiento jeltzale y lo admitieron sin complejos. Urkullu y Mendia centraron sus esfuerzos en llamar al acuerdo. En el caso del candidato, apeló a los tintes históricos de la legislatura por los retos que tendrán que abordarse. Mendia quitó hierro a las dificultades que puedan surgir en la búsqueda de acuerdos y recordó algunos ejecutivos en minoría de Garaikoetxea, Ibarretxe o el primero de Ardanza. “La cuestión es trabajarnos el apoyo del resto”, dijo.
En el caso de los populares, la jornada arrancó con mal pie con una intervención muy crítica de Alfonso Alonso, cuya relación con el PNV ya se encontraba bajo mínimos por los recursos de Madrid contra leyes vascas, o las acusaciones vertidas por la anterior dirección contra el PNV sembrando la sospecha sobre la financiación de los batzokis. Urkullu le afeó que cuestionara su apoyo a las víctimas del terrorismo, o que el PP se sumara con diez años de retraso al Estatuto de Gernika y ahora ni siquiera lo respete, y Alonso optó por darle la réplica en un tono más amable y bromeando en lo que pudo suponer un primer acercamiento al PNV, en cuya bancada consiguió arrancar varias carcajadas. Estrictamente no se puede hablar de deshielo, porque la distancia política es aún sideral.
En tono de chanza y en un evidente intento de rebajar la tensión, Alonso pidió a Urkullu que no se tomara tan a pecho sus críticas. Llegó a decir que le da “apuro” criticar al consejero de Salud porque la sanidad vasca, a su juicio, marcha muy bien. El PP tiene ante sí el dilema de marcar perfil como alternativa constitucionalista, o bien recuperar protagonismo pactando y no quedar orillado como quinta fuerza. En otros ámbitos se apunta a que podría estar buscando un quid pro quo en los Presupuestos, pretendiendo el aval del PNV en Madrid a cambio de que el PP haga lo propio en las Cuentas vascas.
EH Bildu se mostró implacable en las réplicas al lehendakari por boca de Miren Larrion aunque, teniendo en cuenta que ese mismo día estaba presentando a Iriarte como alternativa, probablemente no era el mejor momento para escenificar un acercamiento al PNV. Las propuestas económicas presentadas por Iriarte, exactamente en los mismos términos en que fueron rechazadas por los jeltzales en las negociaciones, dificultan por ahora el acuerdo presupuestario. Sin embargo, la coalición se prestó a pactar los asuntos de país y, muy en concreto, detectó “pasos positivos” y “avances” en las propuestas de paz de los jeltzales.
Elkarrekin Podemos, de la mano de Pili Zabala, detectó también muchas coincidencias con el PNV en la paz y vaticinó incluso el “firme apoyo” de su bancada a las medidas que se presenten. En autogobierno aludió a la bilateralidad y la legalidad, dos términos nucleares en la propuesta jeltzale. Urkullu se quedó con esa parte, en vista de que no podrá arañar su respaldo en la economía. El partido morado está en otro estadio. Zabala quiso capitalizar en primera persona el descontento de varios colectivos desfavorecidos, y se propone articular una mayoría absoluta de izquierdas, sumando a PSE y EH Bildu. Puede tomar cuerpo en el debate de la Ley de Territorios Históricos y la petición de que el Parlamento legisle sobre los impuestos, una propuesta que mencionaron los tres partidos, aunque resulta complicado pensar en una maniobra de ese tipo del PSE ahora que gobernará con el PNV.