estambul - Una vez más el terror se impuso en un aeropuerto, esta vez en el de Atatürk, en Estambul, el undécimo del mundo en volumen de pasajeros. El patrón del atentado de Bruselas se repitió. Tres terroristas suicidas se inmolaron después de abrir fuego causando la muerte de 41 personas y 239 heridos, según cifras provisionales. En el aeropuerto atacado había un nutrido grupo de vascos que vivió todo desde allí. “Estábamos cenando, y de repente vimos que empezaba a correr gente de un lado para otro con cara de miedo. Veías que eso no era porque perdían un vuelo. Nos escondimos en unos baños y escuchamos el bombazo”. Así lo vivieron la galdakoztarra Janire Gámez y su marido, Sergio, que viajaban a Bangkok de viaje de novios.
El mismo destino que tenían Alexander Ribete y Saray, otra pareja de bilbaínos que relata el horror que vivieron. “Si llegamos a estar ahí abajo, nos hubiese pillado”. Con un grupo de personas decidieron hacer más amena su escala de seis horas y subir a tomar un café y “a coger wifi para hablar con la familia”. De repente, vieron a gente correr y escucharon unos disparos. 15 segundos después, la bomba. Suponen que lo que oyeron corresponde al vídeo que se ha difundido en el que un policía abate al terrorista, que segundos después se inmola. A partir de ese momento, el desconcierto. “La gente, a nada que gritaba alguien, empezaba a correr. No sabías a dónde ibas”, relata Janire. En ello coincide Alexander: “Fue un sálvese quien pueda”. Janire, su marido, y otra pareja decidieron esconderse “en una especie de armario” que tenían en una tienda. Alexander y Saray, por su parte, se escondieron en unos conductos de aire que había en el techo. “Subimos arriba y ahí nos quedamos hasta que supuestamente se pasó todo y estaba todo controlado”, cuentan. Les sacaron del aeropuerto, una solución que también constituía un problema para ellos. “Nosotros no podíamos salir del aeropuerto porque no teníamos visado”, lo que les podría causar problemas a la hora de volver a entrar, como destaca Janire. Las seis horas que tenían que haber pasado en Estambul se convirtieron en un verdadero infierno. “Fue como si te dejan en medio del desierto”, señala Alexander.
“Nos montamos en un autobús que pensábamos que nos iba a llevar a un hotel, pero nos dejaron en la plaza Taksim”. Eran las cuatro o cinco de la madrugada, seis o siete horas después de que uno de los terroristas abriera fuego con un Kalashnikov cuando intentaba cruzar el control para entrar a la terminal, a las 10 de la noche hora local aproximadamente. “Nos dejaron en el centro de la plaza Taksim al grupo de bilbaínos en el que iban también dos niños. Le dijimos a la embajada que nos buscaran un hotel y que nos pagaran la noche, que estábamos muertos”, relata Janire. No sucedió así. Como cuenta también Alexander, “nos buscamos la vida”. “Su mayor preocupación era que rellenáramos un papel en el que acordábamos que la embajada nos pagaba el hotel, pero que al volver les devolveríamos el dinero”, crítica la bilbaina. “Les decíamos, ‘dejarnos ir a la embajada, y al menos nos metemos allí, para tener un baño o algo, que hay también dos niños con nosotros’, y nos decían que no, que allí no podíamos ir.”
desamparo La sensación de abandono es otra de las cosas, aparte del destino, que tienen en común las dos parejas de vizcainos. “Nos sentimos totalmente desamparados, porque no había absolutamente nadie que nos atendiera”, sentencia Janire. “Estamos hablando de un acto terrorista, no estamos hablando de una broma. A mí ellos desde sus casas me pueden decir lo que quieran, pero no han sentido lo que hemos sentido nosotros”, afirma con contundencia e indignación Alexander. “Que venga aquí el embajador de España, o quien sea, y que nos saque de aquí”, pedía por su parte Janire.
La comunicación con las autoridades turcas, además, era complicada. “Unos te decían unas cosas, otros te decían otras. Llamabas a la embajada y te decían que hicieras caso a la policía, pero también te decían ‘no, no, sin visado no salgáis del aeropuerto’. Y al mismo tiempo la policía nos estaba obligando a salir del aeropuerto”, explica Janire. Alexander cuenta que “la policía bien, chapurrea un poco inglés, y más o menos te puedes entender un poco”. Aunque como él cuenta, “tampoco es que sean muy amables. Yo entiendo el nerviosismo que hay, lo que se traduce en que no te entienden, te chillan...”. Ambos coinciden en que la sensación durante estas horas fue de “miedo” absoluto.
Ya solo les quedaba esperar una solución. Con el nuevo día Janire y su pareja, Sergio, decidieron ir al aeropuerto para ver qué les ofrecía la aerolínea Turkish Airlines, con la que tenían contratado el vuelo a Bangkok. El ambiente ya era tranquilo, al menos la gente no corría, “porque el problema era que a nada que alguien levantaba un poco la voz, la gente empezaba a correr”, relata. Finalmente, volarán hoy jueves a las 8 de la tarde destino Bangkok. Alexander y Saray decidieron esperar en el hotel, y gestionar desde allí su vuelo a Tailandia. No saben ni dónde está su equipaje ni si a la vuelta tendrán que hacer escala otra vez en Estambul.