Larossi Abballa, el presunto yihadista reincidente que la pasada asesinó en su domicilio cerca de París a un policía y a su pareja, secretaria en una comisaría vecina, responde al perfil clásico de joven que pasa de los delitos menores a la radicalización terrorista a través de internet. De 25 años y pasaporte francés con ascendencia marroquí, Abballa se crió en un entorno de escasos recursos económicos y firmó un rastro vital de desorientación hasta que se refugió en el fanatismo religioso, acabó en la cárcel y al salir asesinó con un cuchillo en nombre del grupo terrorista Estado Islámico (EI).

El joven, vecino de la localidad de Mantes-la-Jolie, a solo cinco kilómetros de Magnanville -donde perpetró su doble asesinato con toma de rehenes-, salió de prisión en septiembre de 2013 tras haber pasado tres años internado por “asociación de malhechores con vistas a preparar actos terroristas”. Los medios franceses recuerdan que Abballa había sido detenido en Francia en mayo de 2011 como miembro de una red que se dedicaba a enviar yihadistas a Pakistán. “Era un tipo como los que pululan por los sumarios islamistas, imprevisible, disimulador. Quería hacer la yihad, seguro. Se entrenó en Francia, no militarmente, sino físicamente”, declaró al diario Le Figaro el juez antiterrorista que le procesó, Marc Trévidic.

Abballa permaneció en prisión preventiva desde entonces hasta que fue condenado en firme a tres años de cárcel en 2013, y salió de la prisión en septiembre de ese mismo año. En aquel juicio, en el que fue procesado junto a otras seis personas, aseguró que se encontraba perdido y que se radicalizó a través de la web. “Necesitaba reconocimiento, no trabajaba y venía de suspender un examen para convertirme en profesor. Entonces me empezaron a hablar de religión y encontré confort en ella”, le explicó al tribunal, según la crónica que publicó entonces Le Monde. Al abandonar la cárcel volvió a instalarse en la vivienda de protección oficial en la que vivían sus padres, quienes hace unos meses se trasladaron a Marruecos para cuidar a un familiar.

Abrió un pequeño restaurante nocturno de entrega de comida rápida al que llamó Dr. Food en Mantes-la-Jolie, localidad donde había servido Jean-Baptiste Salvint, policía de 42 años, y donde su pareja, una mujer de 36 años cuyo nombre no ha trascendido, trabajaba en la comisaría.

Desde hace unas semanas estaba siendo vigilado por la policía porque aparecía en una investigación judicial abierta a un individuo que había viajado a Siria para integrarse en las filas yihadistas, pero las escuchas policiales no aportaron resultados y Abballa no fue imputado en dicho sumario. - Efe