MADRID. Rodrigo Rato dobló año tras año el sueldo del que entonces era su cuñado, Santiago Alarcó, en Caja Madrid y Bankia, que contratado como experto en mercados internacionales comenzó cobrando 120.000 euros anuales en 2011 y dos años después llegó a ganar más de 480.000 euros.
Entre los más de 5.000 folios que componen el sumario del caso Rato, que investiga el origen de la fortuna del exvicepresidente del Gobierno, figuran su exesposa, de la que se separó en 2013, sus hijos, sus hermanos y sus sobrinos, en relación con las muchas empresas con las que presuntamente habrían eludido pagos a Hacienda.
Pero también Santiago Alarcó, hermano de la exmujer de Rato, Ángeles Alarcó, actual presidenta de Paradores Nacionales, que fue contratado "a finales de 2010 o comienzos de 2011", según explicaba el propio Rato al juez.
El expresidente de Caja Madrid aclaraba que se contrató a su excuñado por su dilatada experiencia en mercados internacionales, y para reforzar esta área en la entidad financiera, "para ver si su colaboración resultaba interesante", aunque varios de los exempleados de la caja que han desfilado ante el juez Antonio Serrano-Arnal no han sabido explicar de qué se ocupaba exactamente Alarcó.
Y el propio Rato admitía ante el juez desconocer si se le contrató o no se le contrató, ya que él no estaba al tanto de "los pormenores de las contrataciones".
Fueran cuales fueran sus funciones, Alarcó comenzó recibiendo un salario anual de 120.000 euros en 2011, que se elevó en 2012 hasta 240.000 euros, y alcanzó los 480.000 euros en 2013, a pesar de que Rato ya no estaba al frente de Bankia y la entidad había sido nacionalizada.
El caso Rato se inició con una investigación de Hacienda tanto sobre el origen de la fortuna familiar como sobre su situación fiscal, y los familiares de Rato salpican un entramado empresarial tan complejo que Hacienda ha tenido que crear un esquema de colores en función del grado de parentesco y de la implicación de cada uno de ellos.
Se trata de lo que Hacienda denomina el entorno familiar, dividido a su vez en cuatro subgrupos; el primer entorno es el de "personas físicas", formado por Rato, su exmujer y sus tres hijos, Ángeles, Ana y Rodrigo; el entorno de "dominio", donde la familia Rato Alarcó posee más del 50 % de las sociedades, es decir, el control.
El entorno "histórico familiar", siempre según la denominación de Hacienda, donde la familia Rato Alarcó y los dos hermanos de Rato, Ángeles y Ramón -éste ya fallecido-, poseen más del 50 %, y por último el entorno donde la familia Rato Alarcó posee menos del 50 %.
Para facilitar la labor del juez, la Agencia Tributaria distingue con distintos colores a cada uno de estos entornos: naranja para Rato, azul para su mujer e hijos, amarillo para el entorno de dominio, rosa para el entorno histórico familiar, y verde para el entorno de participación.
Fuera del núcleo duro familiar, aparecen en el sumario la hermana de Rato, Ángeles, su marido, José de la Rosa, y sus hijos José y Ángela; fallecido el hermano de Rato, Ramón, también aparecen su viuda, Felicidad Salazar Simpson, y sus hijos Patricia, Aurora, Leticia y Ramón.
Entre las operaciones que han despertado la curiosidad del fisco figuran las relativas al cobro de los honorarios por las conferencias que impartía Rato por todo el mundo, que se facturaron a Arada, propiedad del expresidente de Caja Madrid y de su exmujer, y que entre 2007 y 2014 facturó 1,7 millones de euros cuya tributación ha puesto en duda Hacienda.
Asimismo, entre 2009 y 2014 los Rato podrían haber efectuado movimientos de divisas sin tributar por importe de unos 12 millones de euros en Luxemburgo, Suiza, Gibraltar, Irlanda, Mónaco, los Países Bajos o Suazilandia.
Además de Arada, otras empresas controladas o en las que participan activamente familiares de Rato son Aurosur, Explotaciones de Carabaña, Rafi o Rodanman, todas las cuales han facturado a Kradonara 2001, el epicentro del entramado societario de Rato.
También figura en el sumario Naviera del Pilar, una sociedad opaca tras dos compañías holandesas y otra domiciliada en la isla caribeña de Curazao, que con toda probabilidad Rato y sus hermanos utilizaron para canalizar 1,3 millones de euros de los que no consta ni su origen ni su posible tributación.
Pero el juez no se ha dado por satisfecho con las meras sospechas por lo que ha renunciado a investigarla sin pruebas más concluyentes.