MADRID - La segunda sesión de investidura celebrada ayer en el Congreso se reveló como un ejercicio totalmente prescindible. No sirvió para que los partidos superaran el bloqueo y llegaran a un acuerdo para proclamar al próximo presidente español, y dejó para el recuerdo una nueva y monumental trifulca con el presidente de la Cámara, Patxi López, que por momentos no pudo gobernar el Congreso y se encaró con tres grupos parlamentarios de manera casi simultánea. La exigua ganancia que extrajo el candidato Pedro Sánchez fue un voto a favor de Coalición Canaria, que se suma a los 130 de su pacto con Ciudadanos. Recibió 219 votos en contra y ninguna abstención. Nada apunta a que el horizonte se vaya a despejar en los dos meses de plazo para negociar antes de convocar elecciones. Los partidos se atrincheraron en posiciones ya conocidas, e incluso quedó más patente que el acuerdo con Ciudadanos y Podemos que pretende Sánchez es a todas luces inviable. Albert Rivera, que hasta la fecha había intentado enfundarse el traje de hombre de Estado, quemó todos los puentes con Podemos, asegurando que ya no va a pedirle que se sume al acuerdo, y ridiculizando sus planteamientos. Los partidos al margen del pacto PSOE-C’s emplazaron a negociar a Sánchez a partir del lunes y sobre unas bases nuevas. En definitiva, que rompa amarras con Rivera.
Más de dos meses después de las elecciones, la sesión no deparó mayores novedades. El socialista no tenía ningún as en la manga, volvió a recitar las principales medidas de su acuerdo, e intentó rascar abstenciones recordando que su partido permite gobernar a formaciones progresistas, de derecha y de centro en otros puntos del Estado, un llamamiento dirigido a Podemos y PNV. Tampoco ayer citó a Euskadi, y los jeltzales no vieron otra salida que mantener su voto en contra. En las últimas horas, los socialistas han intentado granjearse su apoyo en conversaciones privadas, pero sin llegar a plantear una oferta con sustancia. El PNV no quiere expresarse en términos de veto a Ciudadanos, pero cree que el pacto de Sánchez con Rivera no deja demasiado margen para la incorporación de la agenda vasca. Aun así, no romperá las negociaciones con el PSOE.
El fracaso en la segunda sesión de investidura es inédito y da paso a un terreno inexplorado. ¿Sánchez mantiene el título de candidato, o puede intentar la investidura otro aspirante? ¿El rey debe abrir otra ronda de contactos? La Constitución española no es generosa en explicaciones, pero apunta en su artículo 99 que, si el candidato fracasa, se tramitarán “sucesivas propuestas” siguiendo el mismo procedimiento que hasta ahora. Es decir, el rey Felipe VI deberá reunirse con los partidos para proponer un candidato. Puede convocar la ronda cuando lo estime conveniente. El lunes se reunirá con Patxi López, aunque no tiene por qué tener mayor trascendencia ni implicar que la ronda arranque inmediatamente después.
el proceso Si no hay acuerdo en dos meses desde la sesión del pasado miércoles, el 2 de mayo se disolverán las Cortes y el 26 de junio habrá elecciones. En sus conversaciones, el rey podría llegar a la conclusión de que los partidos quieren ir a los comicios, pero no podrá acortar el plazo, sino que los dos meses deben pasar necesariamente porque es el lapso que se dictaminó en la Constitución como tiempo prudencial para superar el bloqueo e intentar que los resultados no sean idénticos a las anteriores elecciones. Lo que sí puede hacer el rey es dejar correr las semanas sin promover candidatos ni rondas.
Lo más probable es que vuelva a encargarle la tarea a Sánchez, puesto que al menos ha amarrado dos acuerdos que elevan sus apoyos a 131 escaños. La cifra es limitada pero va más allá de los 123 de Mariano Rajoy, quien solo tiene a su favor ser la lista más votada y, en contra, su total aislamiento político. Sánchez insistió ayer en labrar un acuerdo a izquierda y derecha, con Podemos y Ciudadanos, pero ha quedado claro que deberá elegir. Su acuerdo con C’s lo limita y ata de manos para recabar más apoyos entre los nacionalistas vascos y catalanes, y ahuyenta a toda la izquierda. Los llamamientos al socialista para que cambiara de eje fueron constantes y más explícitos ayer.
El problema para el candidato radica en que varios barones recelan de esa alianza porque creen que Podemos es un socio desleal que, para más señas, está haciendo que el PSOE las pase canutas en Extremadura. En la sesión del miércoles, además, Iglesias vinculó a Felipe González con los GAL aunque, contra todo pronóstico, los socialistas han pasado página. Las elecciones podrían estar a la vuelta de la esquina y nadie quiere presentarse a los comicios con la losa de haber roto los puentes. El propio Iglesias puso ayer de su parte, al menos en apariencia, disculpándose a su manera por haber tensionado el ambiente el miércoles: ayer comenzó su intervención con comentarios propios de la prensa rosa sobre amoríos entre diputados. “Es necesario relajar el tono, y asumo la parte que me toca”, dijo con gesto de disculpa. Los puentes podrían no estar del todo rotos, aunque el desenlace de las negociaciones podría estar en manos de las encuestas internas de los partidos y del análisis del coste y el beneficio que entrañaría acudir a las elecciones.
Esa alianza de izquierdas encierra un segundo inconveniente para Sánchez: le forzaría a contar con la abstención de los nacionalistas catalanes de DiL (Convergència) y ERC, de cuyo apoyo huye el socialista con el argumento de que quieren romper España. Iglesias le pidió ayer que aparque sus prejuicios, le invitó también a acordar con los jeltzales, y lo tentó insinuando que prácticamente no tendría que hacer nada para granjearse a los catalanes, que estarían muy dispuestos a favorecer un gobierno apoyado por Podemos por su defensa del carácter plurinacional del Estado. “Dialogue con el PNV. También hay fuerzas catalanas, que no son monstruos”, insistió Iglesias.
La suma de la izquierda (PSOE, Podemos, Compromís e IU) se queda en 161 escaños, frente a los 163 de PP y Ciudadanos. El PNV cuenta con seis escaños que le ayudarían a superar al bloque conservador. Sánchez necesitaría la abstención de los catalanes para rematar la operación. ERC volvió a defender ayer posiciones maximalistas pero DiL, aunque pone como condición un referéndum, se mostró conciliadora y emplazó a acordar desde el lunes. No obstante, esa combinación levanta ampollas en los sectores más centralistas del socialismo, sobre todo en la poderosa federación andaluza de Susana Díaz.
Gran coalición Algunos sectores empujan hacia la gran coalición con PP y Ciudadanos. Esa maniobra acabaría, con toda probabilidad, colocando a un candidato popular como presidente, y no al socialista. Mariano Rajoy tampoco tiene asegurados los honores y podría ser reemplazado por otro compañero de partido con una imagen más fresca contra la corrupción. En ese sentido, por mucho que el PP fuera el más votado en diciembre, parece difícil que el rey le vaya a ofrecer la investidura. Ha roto relaciones incluso con Rivera, su tabla de salvación. A Sánchez lo acusó ayer de “corrupción” por utilizar las instituciones a su servicio con una investidura fallida. Y es probable que Felipe VI recuerde el mal trago que le hizo pasar cuando le ofreció la investidura y la rechazó por falta de apoyos. Manteniendo el mismo hilo argumental, Rajoy sigue careciendo de apoyos, de modo que resultaría contradictorio que reclamara su turno, salvo que pretendiera recuperar la iniciativa en clave preelectoral. Ayer no ocultó que piensa en las elecciones, con la esperanza de agrupar el voto de la derecha tras el idilio de C’s con el PSOE.
Tras la investidura de ayer. El artículo 99 de la Constitución establece que, si un candidato pierde en las dos sesiones de investidura como le ha sucedido a Sánchez, “se tramitarán sucesivas propuestas en la forma prevista”, es decir, el rey deberá volver a abrir una ronda de contactos. Sin embargo, puede hacerlo cuando desee, teniendo como único horizonte que el 26 de junio habría que celebrar elecciones si no hay acuerdo. Si llegara a la conclusión de que los partidos no quieren negociar sino acudir a los comicios, no podría acortar ese plazo, pero sí podría dejar correr las semanas sin abrir más rondas ni proponer aspirantes. Lo más probable es que el encargo vuelva a recaer en Pedro Sánchez.
2 de mayo. Si no hay acuerdo, se disolverá el Congreso y el Senado dos meses después de la primera votación del pasado miércoles, es decir, el 2 de mayo. La decisión quedaría publicada al día siguiente en el Boletín Oficial del Estado, y las elecciones tendrían lugar 54 días después. Con esos plazos, el último día para intentar la investidura sería el 29 de abril.
26 de junio. Ese día, los ciudadanos volverán a acudir a las urnas si los partidos no logran acordar un candidato a la presidencia española.