madrid - ¿Por qué no se saltan el pleno del viernes y se ponen a negociar en serio si saben que el resultado va a ser el mismo? Se ahorrarían energías, descalificaciones, falsas expectativas y los millones de euros que cuesta a los contribuyentes la celebración de un pleno de investidura. ¿Para qué ese juego de escenificaciones cuando se conoce el desenlace de la historia? Son las preguntas que recorren medio país tras lo visto el martes y el miércoles en el Congreso de los Diputados durante el pleno para la investidura de Pedro Sánchez.

Como estaba pronosticado, el líder socialista y candidato a la presidencia del Gobierno español fracasó en el primer intento para el asalto a La Moncloa y contará con una nueva oportunidad mañana. Pero la peor noticia para él es que sus opciones de revertir a su favor la aritmética parlamentaria son escasas, incluso menores que las que tenía antes del martes cuando aún albergaba la posibilidad de un milagro que llevara a Podemos a cambiar su negativa a apoyarle.

Si había alguna duda de que la formación morada podría apoyarle por activa o por pasiva, la intervención incendiaria de Pablo Iglesias ayer en el turno de réplica cerró esa puerta; habrá que ver hasta cuándo. El líder de Podemos rescató la “cal viva” de los GAL de la época de Felipe González que se coló hasta en dos ocasiones en la investidura y provocó un gran revuelo e indignación en la bancada socialista. Iglesias, que no da puntadas sin hilo, lanzó el dardo al corazón del socialismo. No en vano el expresidente español y gran referente del PSOE ha sido uno de los principales valedores del acuerdo con Ciudadanos, una entente que ha hecho inviable el pacto a la portuguesa entre socialistas y Podemos que, de conformarse, hubiera tenido visos de prosperar, si no en la primera votación sí en la segunda.

Pero ayer se impusó la realidad y no las cábalas. El líder del PSOE sumó los apoyos de su partido (90) y los de Ciudadanos (40), lo que suma un total de 130 diputados, muy lejos de los 176 necesarios para la mayoría absoluta requerida. En contra votaron 219 diputados y hubo una abstención, la de la representante de Coalición Canaria. La votación se repetirá el viernes a las 18.30, cuando solo necesitará la mayoría simple, es decir, más síes que noes.

Si predecible era el resultado final de la primera tanda de la investidura, era difícil imaginar un pleno tan bronco y agrío. El griterío, el abucheo y el aplauso reiterado de la clá son moneda corriente en el parlamento español desde hace muchas legislaturas, pero el intercambio de descalificaciones alcanzó ayer decibelios inusitados. El presidente español en funciones, Mariano Rajoy, abrió la jornada atizando duro a Sánchez al que no perdona que le calificase como “persona no decente” en el debate cara a cara de la precampaña de las elecciones generales del 20-D. Ya se sacó la espina el día en que se reunieron en el Congreso y no estrechó la mano del socialista tras ofrecerle este su saludo; y ayer quiso rematar la faena despreciando la candidatura del líder del PSOE y acusándole de montar un “bluf” para buscar su supervivencia en el partido, con los barones esperando, cuan cocodrilos, a que resbale y caiga al pantano el próximo 8 de mayo, fecha en la que se celebrarán las primarias del PSOE.

El intercambio de golpes fue desigual porque, en su breve turno de réplica, Sánchez adoptó una pose sosegada y evitó el cuerpo a cuerpo. Para entonces ya tenía algunas magulladuras en su piel, que fueron multiplicadas en cantidad e intensidad con la intervención de Iglesias, que cargó contra él por haber cedido ante “los poderes económicos y las oligarquías” con su acuerdo con Ciudadanos y se remontó incluso a uno de los momentos más negros de los GAL, al pedir a Sánchez que no se deje aconsejar por Felipe González. “El problema es que le han prohibido pactar con nosotros (...); lo dijo Felipe González, el que tiene el pasado manchado de cal viva”.

Ante esa acusación, Sánchez salió en tromba en defensa del expresidente: “Me siento muy orgulloso de Felipe González”, proclamó. Y avisó a Podemos de que, si vota no a su investidura, se convertirá en cómplice del “infierno” de Rajoy. Su voto fue negativo y, ya fuera del hemiciclo, confirmó que su partido votará ‘no’ también mañana por lo que le emplaza a hablar a partir de entonces por el “fracaso” obtenido en su pacto de legislatura con Ciudadanos. El rifirrafe entre Iglesias y Sánchez vició el debate, al menos en la parte matinal, y alteró su dinámica y formalidad, sumergiéndolo en uno de esos envites embarrados con muchas patadas a las piernas del rival. El líder de Ciudadanos, Albert Rivera, vio la jugada y se cuidó de entrar en el lodazal pese a que era tentado a ello. Evitó el roce pero no pudo contenerse del todo y emplazó al PP a ser “valiente” y “prescindir” de Rajoy para abrir una nueva etapa. Es el precio que pone a un acuerdo con los populares.

sin ‘agenda vasca’ El debate se serenó tras la comida, pero fue igual de hueco que durante la mañana. Tan solo sirvió para retratar la sordina de Sánchez a a las reclamaciones de los nacionalistas vascos y catalanes que siguen sin encontrar acomodo y respuesta alguna a sus demandas en el acuerdo PSOE-Ciudadanos, a la denominada agenda vasca en el caso del PNV y EH Bildu, y al referéndum independentista en el de ERC y DiL. Mañana segundo acto del paripé que, previsiblemente tendrá el mismo desenlace y abocará a sus actores a dos meses de negociación no ficticia si quieren evitar una vuelta a las urnas el próximo 26 de junio. Mientras esperan el bolo de mañana en horario de sesión de cine, los protagonistas preparan sus agendas con la mirada puesta en el lunes.

Resultado. El candidato socialista Pedro Sánchez no logró ayer la mayoría absoluta necesaria (176 votos) para investirse como presidente del Gobierno español. Sumó 130 votos a favor (89 del PSOE, 40 de Ciudadanos y uno de Nueva Canarias), una abstención (Coalición Canaria) y 219 votos en contra (PP, Podemos, PNV, ERC, DiL y Grupo Mixto).

Segunda opción. Según está previsto, mañana viernes se producirá una segunda votación en la que al candidato socialista le bastaría con mayoría simple, esto es contar con más votos afirmativos que negativos. Tal como marca el Reglamento, la votación debe comenzar 48 horas después de la que tuvo lugar ayer, así que los diputados no comenzarán a votar hasta las 19.45 horas.

Debate. En la jornada de mañana, Sánchez dispondrá de diez minutos para una última exposición y los grupos parlamentarios contarán con cinco minutos cada uno para fijar sus posiciones.

Dos meses. Si tras esta segunda votación Sánchez tampoco lograra la confianza de la Cámara, se podrán tramitar sucesivas propuestas hasta que transcurran dos meses desde la votación de ayer.

Elecciones. Si como muy tarde para el 2 de mayo ningún candidato lograra el aval del Congreso de los diputados se disuelven Las Cortes y se convocan nuevas elecciones para el 26 de junio.