barcelona - Si alguien pensaba que Catalunya y el Estado iban a encontrar una solución intermedia a las aspiraciones independentistas, una reforma constitucional que sirviera para detener la hoja de ruta secesionista, ayer probablemente terminó de convencerse de lo contrario. La tercera vía ha saltado por los aires en las últimas horas y ya no se vislumbra esa opción, al menos a medio plazo, después de que la Fiscalía optara por querellarse contra Artur Mas a raíz de la consulta del 9 de noviembre, después de que el president haya abogado por un adelanto electoral y por construir la independencia en año y medio, y después de que el mandatario español, Mariano Rajoy, protagonizara ayer un discurso nada conciliador en su primera visita al territorio tras el plebiscito, evidenciando que los puentes de diálogo están rotos.
El presidente popular, que no ha planteado ninguna oferta a Catalunya desde que estallara el proceso soberanista y que ayer tampoco se salió de ese guion, parece haber asumido que el territorio se encamina al adelanto electoral -auguró “18 meses de viaje a ninguna parte”- y comienza a percibir el riesgo cierto de que pueda avanzar unilateralmente hacia la independencia, ya que se empleó a fondo en dibujar una España idílica para que los catalanes no se separen de ella.
Salvando la importante diferencia de que él no ha autorizado un referéndum al contrario que David Cameron con Escocia, por momentos el discurso del presidente recordó al del líder británico cuando intentaba seducir a los escoceses en plena campaña de la consulta para que no dejaran Reino Unido.
La de ayer fue la primera vez en que Rajoy dio señas de asumir que el choque de trenes es inevitable. Hasta la fecha había confiado en que Mas diera marcha atrás por temor a situarse en el campo de la alegalidad y estaba seguro de que no sacaría las urnas el 9-N.
Falló en sus previsiones, hubo consulta, y eso lo ha cambiado todo. Ya nadie pone la mano en el fuego por que Mas no se atreva a avanzar unilateralmente, y Rajoy comenzó a trabajarse el apoyo de los catalanes que no quieren soltar amarras con España, aunque también pudo hacerlo simplemente como argumento electoral con vistas a las plebiscitarias.
argumentos Rajoy expuso los beneficios que reportaría a Catalunya formar parte del Estado, y aludió para ello a la calidad de los servicios estatales o incluso a las pensiones, pasando por alto los recortes de la crisis. Se refirió a la sanidad y para ello argumentó que ha habido pacientes de ébola en hospitales españoles y también en Estados Unidos, con la diferencia de que el paciente del país norteamericano tuvo que acudir con “un cheque de 500.000 dólares” para ser tratado. Sobre las pensiones, dijo que ha hablado con grandes potencias que dedican cero euros a esa cuestión, mientras españa destina el 40% de los Presupuestos. También dijo que los turistas vienen al Estado porque lo perciben como un país solidario y causa buena impresión.
Además, Mariano Rajoy puso en valor que, cuando la Generalitat ha tenido problemas para financiarse, Madrid ha acudido al rescate con el Fondo de Liquidez Autonómica -un dinero que debe devolverse, según han precisado en los últimos días desde el Govern catalán para quitar argumentos al PP. El mandatario español y también aseguró que, gracias al fondo de pago a proveedores, los farmacéuticos catalanes han podido cobrar.
contra mas Contrapuso esa situación a las constantes convocatorias electorales en Catalunya y la inestabilidad que, a su juicio, habría sembrado Mas, a quien criticó con dureza, incluso rozando los ataques de carácter personal al ironizar con la astucia que prometió para realizar la consulta. Con una nueva convocatoria electoral catalana que todos ubican ya en los primeros meses del próximo año, se puso ya el traje de precampaña y, con gesto crispado y un tono mucho más enérgico de lo habitual, trató de desacreditar el 9-N, insinuó problemas de libertad en el territorio aludiendo a presuntos chantajes a las radios para que emitieran cuñas de la consulta, y redujo el proceso a una mera salida personal del president para salvar el pellejo ante el deterioro de la situación económica.
Lo acusó de sembrar el desgobierno y se mostró muy duro al pedirle que se dedique a gestionar porque tampoco hay que ser “tan inteligente” para saber que debe hacer eso.
Aseguró que el 9-N fue una “farsa” y un “simulacro” sin garantías, reveló haber tenido conocimiento de una supuesta “operación de propaganda internacional que algunos tenían preparada” para ese día y se felicitó porque “se vino abajo sin ruido”, dijo que los independentistas son una minoría, y preguntó a Mas “cómo se atreve a hablar en nombre de Cataluña al pregonar la independencia”. “Los delirios se cambian con tranquilidad y no con más alborotos”, zanjó.
“Nunca he negociado ni negociaré sobre la igualdad de los españoles y su derecho a decidir qué quieren que sea su país”, añadió, al tiempo que acusó a Mas de haberse entregado “obsesivamente a fomentar la división, propagando falsos mitos históricos y políticos”.
Los puentes están rotos y todos asumen ya que habrá elecciones en Catalunya. Y que después de ellas se darán pasos a favor de la independencia. Queda por despejar si habrá lista conjunta de las fuerzas soberanistas o si algunos o todos acudirán por separado, pero habrá comicios en cualquier caso, en febrero, marzo o, como muy tarde, tras las municipales de mayo.
ERC y la ANC que ha impulsado la movilización ciudadana se mostraron ayer muy satisfechas con el plan de Mas. Solo un cambio de gobierno en Madrid, la pérdida de la mayoría absoluta del PP o una oferta sorpresa de Rajoy que ya nadie espera podrían reconducir el actual desencuentro.
A Rajoy, por su parte, el discurso duro ante Catalunya podría ayudarle a apiñar a su electorado ahora que Europa pide recortes por valor de 4.000 millones, y mientras lo acorralan los presuntos casos de corrupción.