eTA puso fin a la violencia el 20 de octubre tras la Conferencia de Aiete, un cónclave de autoridades internacionales entre las que se encontraba el ex secretario general de la ONU, Kofi Annan, y que sirvió de pista de aterrizaje a su comunicado de cese definitivo. Mañana se cumplirán tres años desde que los activistas bajaran la persiana, y cabe preguntarse qué queda de ETA y si hay algún fleco pendiente para asentar la paz. La mayoría de los partidos coinciden en marcar en rojo las tareas del desarme, la disolución y el reconocimiento del daño causado. La izquierda abertzale redobla esfuerzos para pedir la flexibilización de la política aplicada a los presos. En cualquier caso, tras el cese de ETA también se han desatado algunos nudos gordianos. Bildu se ha asentado en las instituciones e, incluso, ha tratado de mostrar en las últimas semanas un perfil más conciliador y proclive al pacto con el PNV, lo que supondría un cambio de primer orden en su histórica pugna por la hegemonía abertzale con el partido de Sabin Etxea. Aunque haya normalizado su presencia institucional, el resto de partidos recuerdan que le queda admitir la injusticia de la violencia. El cese ha llevado aparejados otros cambios casi de ámbito sociológico: se han consolidado formas de protesta sin grandes algaradas como los muros populares, las sentadas para evitar detenciones; las fiestas han transcurrido en calma y ha cesado la kale borroka. Aunque un grupo crítico con Sortu ha quemado autobuses en dos ocasiones y se ha registrado algún ataque con pintura a sedes de partidos, al menos han cesado los sabotajes organizados tal y como se habían conocido. Asociaciones que trabajaban por la pacificación, como Gesto por la Paz y Lokarri, han apostado por disolverse al constatar que el nuevo tiempo es irreversible.
Aunque está claro que ETA no volverá a usar sus armas, el arsenal sigue en su poder y buena parte de los partidos piden que dé el paso de desarmarse para poder cerrar ese capítulo. El primer paso llegó en febrero, cuando los verificadores internacionales de Ram Manikkalingam mostraron un vídeo en el que ETA ponía sobre una mesa una muestra de armas que poco después los partidos consideraban muy limitada. El gesto no tuvo continuidad y dejó cierto poso de frustración. Según su último comunicado, sellará sus depósitos de armas, pero desde algunos ámbitos se ha señalado que, antes de saltar a la fase del desarme, espera ciertas garantías jurídicas por parte del Estado para que sus miembros no sean detenidos si las entregan o si hacen gestiones para destruirlas.
A pesar de que la izquierda abertzale intente mantener viva la reivindicación de una política penitenciaria más flexible, la gestión del nuevo tiempo ya no interesa a la opinión pública estatal. La organización ha decretado su cese, y se ha dado carpetazo. Mariano Rajoy es consciente de ello, sabe que moverse no le dará votos y que, muy al contrario, se expone a perderlos por el flanco más duro del electorado popular. No se implicará ni asumirá una actitud proactiva: cree que, si ETA quiere que cambie la política penitenciaria, debe pedir perdón o disolverse, lo que supone ir más allá del desarme; si quiere disolverse y desarmarse, que dé el mapa de los zulos a la Guardia Civil, sin conversaciones de por medio.
En otro tiempo, el socialismo, con José Luis Rodríguez Zapatero y Alfredo Pérez Rubalcaba, había apostado por implicarse y podría haber tirado ahora de alguna manera del PP para avanzar. Rubalcaba, Rajoy y el lehendakari Urkullu, de hecho, exploraban un posible análisis compartido del nuevo tiempo hasta que llegó el batacazo electoral de las europeas y el socialista dimitió. Tras la debacle del PSOE y con el aliento de Podemos en el cogote, su nuevo líder, Pedro Sánchez, parece centrado en el mensaje social y en las propuestas económicas de izquierda, y aún no se ha referido a ETA en ningún discurso. Ni siquiera cuando visitó Euskadi para acompañar a Idoia Mendia en su proclamación al frente del PSE. El socialismo vasco también se ha centrado en su apuesta social. La Ponencia de Paz del Parlamento sigue congelada después del adiós del PSE, que solo volverá si EH Bildu admite expresamente la injusticia de la violencia de ETA más allá de referirse a todas las vulneraciones de derechos, aunque la coalición ha apostado por reformular la declaración del suelo ético para reactivar los trabajos.
presos De momento, la salida que les queda a los presos pasa por que los jueces españoles acepten sus peticiones de acercamiento a cárceles vascas y la prisión domiciliaria atenuada para los enfermos y mayores de 70 años. Si rechazan sus reclamaciones, acudirán al Tribunal de Estrasburgo, que ya les dio la razón derogando la doctrina Parot que alargaba su estancia en prisión. No obstante, el recorrido judicial en el Estado podría ser largo, y Europa no se caracteriza tampoco por imprimir velocidad a sus sentencias. Podrían pasar años hasta que su situación se viera aliviada y, en cualquier caso, solo se resolvería el acercamiento y el caso de los enfermos y de edad avanzada, no la libertad o la reducción de pena y la concesión de permisos de salida a todos los presos de ETA, unos ámbitos muy reglados en los que se exige reconocer el daño causado, camino que de momento solo han explorado los presos de la vía Nanclares, críticos con ETA. Ese horizonte deja a la izquierda abertzale una situación complicada de gestionar, ya que en 2020, según los cálculos del Gobierno Vasco, aún seguirán en prisión entre 150 y 200 presos.
En cualquier caso, tras el cese sí hubo una novedad histórica: las peticiones de excarcelación se han cursado individualmente, no de forma colectiva. Un cambio que llegó el 28 de diciembre de 2013, impulsado por el veto de Europa a la doctrina Parot. Esa decisión judicial animó al colectivo, que vio cómo la justicia también podía darle la razón y que era una vía a explorar. Pero la excarcelación de 60 presos y la fotografía de su comparecencia conjunta en enero en Durango también redobló la presión de determinados colectivos de víctimas sobre Rajoy, lo que complicó cualquier movimiento adicional.
Otro flanco es el de los huidos. Pueden regresar al Estado sin temor a represalias de la justicia quienes no tengan causas pendientes, algo que consideran insuficiente, ya que quieren que cesen las euroórdenes. Han tomado la decisión de volver más de cien, de un total de quinientos. Hasta hace poco, ETA se oponía al regreso.
métodos pacíficos El cese definitivo no solo puso fin a los atentados, sino que también abarcó el fin de la kale borroka y del cobro del impuesto revolucionario. No obstante, sí se han registrado pintadas aisladas en sedes de partidos o entidades bancarias, aunque el Gobierno Vasco ha extremado la prudencia a la hora de calificar los hechos y ha matizado que la tradicional violencia callejera podría estar entrecruzándose ahora con unas protestas antisistema en auge a nivel mundial desde la crisis económica, ya que algunos sabotajes coincidían en el tiempo con huelgas o con la visita de autoridades económicas. Algunos casos sí han llegado a preocupar, como las dos recientes quemas de autobuses reinvindicadas por un grupo anónimo disidente con la apuesta pacífica de Sortu.
Esa ha sido otra de las consecuencias del cese: según distintas informaciones, han aflorado grupúsculos como Ibil, que siguen apoyando todos los métodos de lucha, incluida la violencia; y también un colectivo de apoyo a los presos, ATA, que acusa a la izquierda abertzale de haber olvidado la amnistía. Aun así, el Gobierno español descarta una escisión. Además, los sabotajes no cuentan con el apoyo de Sortu, que los ha situado fuera de su estrategia, aunque el resto de partidos le piden que “controle” a esos colectivos y que sea más contundente. En ese sentido, el cese de la violencia también ha traído la inédita imagen de ETA amonestando en un comunicado a quienes emplean métodos violentos. “Quienes utilizan maliciosamente la memoria de los gudaris y los símbolos y las reivindicaciones históricas de la izquierda aber-tzale para dañar la actual estrategia y dividir el movimiento de liberación no cuentan con el apoyo de ETA”, dijo con motivo del Gudari Eguna. Su pronunciamiento fue recibido con cierta preocupación en algunos ámbitos al entender que esos colectivos escapan del control del MLNV.
En cualquier caso, la kale borroka organizada ha dejado de existir, y se han asentado los métodos pacíficos. También se ha notado en las fiestas, donde años antes del cese ya comenzó a apagarse la guerra de banderas, que desembocaba en enfrentamientos entre la Ertzaintza y los manifestantes durante la izada de la rojigualda en el día grande de Aste Nagusia bilbaína, por citar un ejemplo emblemático. Sin embargo, durante el mandato de Patxi López siguió habiendo momentos de tensión durante la guerra de carteles, las operaciones de la Ertzaintza para retirar fotos de presos en las txosnas. Este año, el Gobierno Vasco se ha felicitado por la ausencia de incidentes y el clima social. Bildu, ya asentada en las instituciones, se ha visto obligada a ondear la enseña en los ayuntamientos y la Diputación de Gipuzkoa, aunque en algunos casos haya intentado disimularla entre banderas de varios países.
La doctora en Ciencias Políticas y Sociología por la Universidad de Deusto e investigadora principal del Deustobarómetro Social, María Silvestre, explica a DNA que, para entender el discurso de la izquierda abertzale, no solo hay que tener en cuenta el cese, sino también que ostenta responsabilidades institucionales. “La competición política y electoral se da en un sistema de partidos en el que el terrorismo de ETA ya no condiciona el discurso de unos ni limita el de otros. Y donde, abandonada la violencia para la consecución de fines políticos, la izquierda abertzale debe articular una estrategia que posibilite la consecución de sus objetivos. Sin embargo, a pesar de que el discurso público trata de cumplir con las reglas de la democracia, todavía está pendiente una revisión más profunda y consciente del pasado reciente y del papel que en el mismo ha desempeñado la izquierda radical vasca”, analiza.
La izquierda abertzale sigue contando con una indudable capacidad de movilización de sus bases, pero la vuelca en marchas pacíficas y muy señaladas, como la manifestación anual de enero a favor de los presos. En ese contexto, Silvestre recuerda que “es un dato indiscutible” que las movilizaciones en los últimos tres años responden a otro tipo de reivindicaciones “más cercanas a las preocupaciones de la mayoría de la ciudadanía, como son las mareas de diversos colores: los recortes de sanidad, la reforma educativa...”. “Los cambios políticos que se reclaman con mayor prioridad y urgencia, al menos en Euskadi, están mucho más relacionados con articular una respuesta a las desigualdades”, interpreta en relación a una crisis “que parece habernos robado la esperanza y el futuro”. Así lo avalaría el Deustobarómetro de junio. “Casi parece lógico que gran parte de la sociedad vasca haya pasado página y haya asumido con mucha rapidez y normalidad el final de ETA, aunque está pendiente su total disolución. Para la mayoría no es una preocupación ni una prioridad política. Según el Deustobarómetro, el terrorismo solo era una preocupación para el 1%”, abunda, aunque “eso no significa que no sea importante”.
‘muro popular’ Por otro lado, la izquierda abertzale ha optado por muros populares para protestar por las detenciones, una dinámica que consiste en proteger a los acusados parapetándolos entre decenas de jóvenes, lo que retrasa la operación sin llegar a enfrentarse violentamente a los agentes, y también pone a prueba de alguna manera a la Ertzaintza, que ha tenido que levantar uno a uno a los jóvenes en las sentadas. En mayo del pasado año, Urtza Alkorta, detenida por colaboración con ETA, se cobijó entre decenas de personas en un estrecho puente en Ondarroa. Más de 300 agentes se llevaron prácticamente uno a uno a los congregados en una operación policial casi quirúrgica por su precisión para evitar cargas policiales. En el nuevo tiempo sin ETA, también el Gobierno Vasco se ha propuesto cuidar en extremo el uso proporcional de la fuerza y adaptarlo al escenario de paz.
legalización de bildu El cese de la violencia ha supuesto que se consolide la presencia institucional de la izquierda abertzale. En realidad, la coalición en la que se ha insertado, Bildu, fue legalizada antes del cese y pudo concurrir a las elecciones municipales y forales de mayo de 2011, donde logró la mayor cota de poder institucional de toda su historia: una Diputación, la de Gipuzkoa. Fue en 2012 cuando quedó legalizada su propia marca, Sortu. Aunque ha mantenido los guiños simbólicos a su electorado invitando a acusados de Segi al Palacio foral, se ha visto obligada a acatar exigencias legales como la colocación de la bandera española o el cumplimiento de los objetivos de déficit en los Presupuestos. En un primer momento, mantuvo intacta su histórica rivalidad con el PNV y rechazó implicarse en la gobernabilidad de la CAV o en la estabilidad presupuestaria del Ejecutivo de Urkullu, aunque ahora parece abrirse a los acuerdos. A pesar de que Bildu se haya asentado, uno de los impulsores de esa estrategia, Arnaldo Otegi, sigue en prisión con los otros cuatro encarcelados por el caso Bateragune.
Se han registrado otros cambios más simbólicos. Tras las generales de 2011, cuando el ahora exrey Juan Carlos I abrió su ronda de contactos con los grupos, también acudió el portavoz de Amaiur en el Congreso, Xabier Mikel Errekondo. No era una novedad en sí misma, porque ya lo hizo Jon Idigoras en 1993, pero sorprendió su tono, ya que se refirió al rey como “su majestad”. En 2003, Otegi lo había llamado “jefe de los torturadores”.
víctimas y reconciliación Frente a la parálisis de la Ponencia de Paz, la reconciliación ha comenzado a brotar con mayor naturalidad entre las propias víctimas y presos de la vía Nanclares que han reconocido el daño causado. Los últimos meses han arrojado imágenes tan significativas como el abrazo entre Maixabel Lasa, viuda del exgobernador civil de Gipuzkoa, Juan Mari Jauregi; y el preso condenado por ese atentado, Ibon Etxezarreta, quien acudió al homenaje “emocionado” y con un ramo de flores. En noviembre de 2013, víctimas de distinto signo y presos críticos como Carmen Gisasola y Andoni Alza acudían al homenaje a Joseba Goikoetxea, er-tzaina asesinado por ETA. A pesar de ello, Rajoy no impulsa la vía Nanclares, sino que son los jueces quienes han concedido permisos cuando los presos han recurrido a los tribunales.
Fotografías como esos dos homenajes, el relato de las víctimas y las experiencias de reconciliación tienen cada vez mayor presencia en los medios de comunicación y también a nivel institucional, con iniciativas como el Instituto de la Memoria de Lakua o el Centro Memorial del Gobierno español. Una vez cesada la violencia, comienza la construcción del relato de lo ocurrido.
Silvestre ensalza los esfuerzos de películas como Asier eta biok -narra la amistad entre un miembro de ETA y una persona opuesta a la violencia- o Lasa y Zabala -sobre los jóvenes asesinados por los GAL-, que tratarían de construir una “memoria colectiva”. “Es importante que seamos capaces de articular una memoria compartida que no se aleje demasiado de lo ocurrido”, entiende. Sobre el éxito de Ocho apellidos vascos, la comedia que tiene como telón de fondo el conflicto vasco, cree que es un síntoma de buena salud mental. “Una sociedad que sabe reírse de sí misma y que puede frivolizar en torno a cuestiones que han sido muy dramáticas y dolorosas es una sociedad que puede abordar con seriedad la reconstrucción de una convivencia rota”, cree.
asociaciones por la paz La gestión del nuevo tiempo ha propiciado el aterrizaje en Euskadi de los agentes internacionales expertos en conflictos, y la desaparición, por el contrario, de asociaciones que han trabajado por la paz desde suelo vasco y que han optado por disolverse al ver cumplidos sus objetivos. Es el caso de Gesto por la Paz, que puso fin a su trayectoria en mayo de 2013 tras casi treinta años trabajando en contra de cualquier expresión de violencia con sus concentraciones silenciosas a modo de repulsa tras los atentados mortales de ETA. También fue una de las asociaciones que propuso lucir el lazo azul en protesta por los secuestros. Lokarri dará por concluida su labor en marzo, aunque seguirá como fundación para dar soporte a los mediadores internacionales de Jonathan Powell, los verificadores del desarme de Ram Manikkalingam y el grupo de contacto de Brian Currin, que se centra en las relaciones entre partidos.
1. BILDU CELEBRA SU LEGALIZACIÓN. La legalización de la coalición abertzale marcó el arranque de la campaña de las elecciones municipales y forales de 2011, donde logró su mayor cota de poder institucional al conquistar la Diputación de Gipuzkoa. Foto: Afp
5. presos. Cuando Europa derogó la doctrina Parot, la excarcelación de 60 presos de ETA redobló la presión de algunos colectivos sobre Rajoy, y también propició que los reos pidieran beneficios individuales. Foto: J. M. Martínez
6. desarme. Los verificadores del desarme mostraron un primer gesto en febrero, aunque no tuvo continuidad. ETA ha anunciado el sellado de los zulos, pero espera cobertura legal antes de desarmarse. Foto: DNA (vídeo de BBC)
2. CONFERENCIA DE AIETE. El 17 de octubre de 2011, personalidades internacionales, entre ellas el ex secretario general de la ONU Kofi Annan, se reunían en Donostia para pedir el cese de ETA y conversaciones con Madrid para encauzar las cuestiones técnicas. El cese llegó el día 20. Foto: P. Viñas
7. víctimas. Algunas víctimas de ETA y presos que han reconocido el daño causado han dado ejemplos de reconciliación. En la imagen, el preso Ibon Etxezarreta abraza a Maixabel Lasa en el homenaje a su marido, Juan Mari Jauregi. Foto: Efe
3. gesto por la paz lo deja. La plataforma puso fin a sus 28 años trayectoria en mayo de 2013, al entender que se había alcanzado ya su objetivo último: el fin de la violencia. La asociación popularizó las concentraciones silenciosas tras los atentados mortales de ETA. Foto: D. de Haro
8. kale borroka. La kale borroka organizada desapareció tras el cese de ETA, aunque en los últimos meses un grupo anónimo crítico con Sortu ha quemado autobuses en dos ocasiones. En imagen, Zorrotza. Foto: Juan Lazkano
9. otegi en prisión. A pesar de la legalización de Bildu, Otegi y el resto de acusados en el caso Bateragune siguen en prisión. Foto: Elgoibarren.net
4. NUEVAS FORMAS DE PROTESTA. La izquierda abertzale optó por la desobediencia pacífica y las sentadas -los llamados muros populares que cobijaban a aquellos que debían ser detenidos- como forma de protesta no violenta. En la imagen, Urtza Alkorta, brazo en alto. Foto: Z. Alkorta
10. humor. Ocho apellidos vascos, una comedia romántica con el conflicto como telón de fondo, ha tenido éxito en todo el Estado. Foto: Rubén Plaza