BANGKOK. "En el interés de la ley y el orden, asumimos los poderes. Por favor, permanezcan en calma y continúen con sus quehaceres diarios", dijo el jefe del Ejército tailandés, Prayuth Chan-Ocha, al anunciar el golpe de Estado en directo por la televisión.
Prayuth, que dos días antes había declarado la ley marcial en el país, decidió tomar el poder después de considerar fallida una reunión en la que participaban miembros del Ejecutivo interino y opositores, la segunda en dos días sin que se alcanzasen resultados.
Los militares, que han declarado el toque de queda nocturno y han suspendido la emisión de radio y televisión nacionales e internacionales, se llevaron en furgones del Ejército a la mayoría de los participantes.
Entre los retenidos se encontraba el ministro de Justicia, Chaikasem Nitisiri, y varios viceministros, así como representantes de los principales partidos políticos y los líderes de los manifestantes pro y antigubernamentales.
El primer ministro interino, Niwattumrong Boonsongpaisan, se encuentra en paradero desconocido.
Prayuth, que apareció en la televisión con gesto adusto y rodeado de otros responsables militares, explicó que la decisión de asumir todos los poderes pretende impedir más muertes y una escalada del conflicto entre detractores y simpatizantes del Gobierno.
El toque de queda, que entra en vigor esta noche, se aplicará desde las 22.00 horas locales (15.00 GMT) hasta las 05.00 de la madrugada (22.00 GMT).
Poco después de anunciarse el golpe y declararse el toque de queda, los soldados empezaron a desalojar los campamentos de manifestantes pro y antigubernamentales en Bangkok y suspendieron temporalmente la Constitución.
Además, el Ejército suspendió la señal de las emisoras de radio y canales de televisión -incluidos internacionales como la BBC o CNN- que han sido limitados a emitir los comunicados de los golpistas, al tiempo que prohibieron las asambleas de más de cinco personas.
Los centros comerciales y los sistemas de metro cerraron antes de tiempo, lo que no ha evitado que muchos ciudadanos se tomaran "selfies" (autofotos) con soldados armados con fusiles M16.
Los manifestantes antigubernamentales exigen una reforma del sistema político, que consideran corrupto, y proponen la creación de un consejo no electo para que lleve a cabo los cambios antes de celebrar nuevas elecciones.
Según Kan Yuenyong, director ejecutivo de la ONG Siam Intelligence Unit, los sectores "conservadores" cercanos al Ejército y los manifestantes antigubernamentales pretenden, en última instancia, instalar una "democracia guiada" al estilo del régimen de Suharto en Indonesia.
"Su propósito puede ser instalar un sistema parlamentario en el que sólo el 50 por ciento de los escaños sean elegidos en las urnas, de esta forma se garantizarán el poder a pesar del resultado de las elecciones", indicó a Efe el experto tailandés.
"El Ejército es un actor bastante independiente en un país en el que hay poca resistencia a la supremacía de los militares. Han creado un clima de miedo y ahora pueden querer influir en la agenda política", agregó.
Tailandia arrastra una grave crisis desde el golpe de Estado que derrocó en 2006 al ex primer ministro Thaksin Shinawatra, a quien sus detractores acusan de dirigir el Gobierno desde el exilio.
Thaksin, sobre quien pesa una pena de dos años por corrupción, o sus aliados han ganado todas las elecciones desde 2001 gracias al apoyo mayoritario de las clases rurales del norte y noreste.
Entre sus detractores se cuentan la mayor parte del electorado del sur, las clases medias y urbanas y la elite burocrática y cercana a la monarquía y los militares.
Los "camisas rojas", seguidores de Thaksin, amenazaron con elevar sus protestas en Bangkok si el Ejército tomaba el poder y caía el Gobierno interino.
Los golpes palaciegos y militares han marcado la política del último siglo en Tailandia y con el de hoy ya suman 12 las asonadas militares que han prosperado hasta la fecha en un país que ha vivido hasta 19 diferentes tipos de asaltos al poder desde que acabó la monarquía absolutista, en 1932.