rESULTA complicado imaginar un verano sin fiestas patronales. Para los noctámbulos, noches bajo la luna, katxi de cerveza en mano, verbena o concierto al fondo y diversión hasta que el cuerpo aguante. Para los que gustan de vivir las fiestas de día, los concursos gastronómicos, herri kirolak, misas multitudinarias y visitas a las barracas con los niños. Estos días Álava exuda festividades por todos sus poros, aunque en los últimos tiempos los festejos locales han perdido algo de tirón en lo que a visitantes se refiere. Y es que la crisis económica ha provocado un aumento en el número de personas que pasan sus vacaciones en sus respectivos pueblos, pero al mismo tiempo ha reducido la afluencia de personas que optan por acudir desde la capital alavesa o pueblos limítrofes.

Además, los ayuntamientos exprimen cada vez más sus presupuestos dispuestos a hallar la cuadratura del círculo en materia económica, conscientes de que, si hacen bien su trabajo, cada euro invertido valdrá por unas horas de diversión asegurada. "Este año hemos estado los mismos de siempre en las fiestas. Gente de aquí que se queda a pasar estos días. Sí se ha visto algunos chavales jóvenes de fuera, pero en general las hemos disfrutado los que nos quedamos del pueblo, con menos gente de fuera", admite Óscar Peláez, de la comisión de fiestas de Nanclares, uno de los muchos municipios que este año volvió a reducir el presupuesto festivo. De 120.000 euros en 2012 han pasado a 100.000 para celebrar la bajada del Brujo.

En otros lugares también se han apretado el cinturón de forma notable. En algunos, incluso se han quedado casi sin agujeros para la hebilla. "Cuando entramos en el ayuntamiento hace dos años la anterior Corporación gastaba 122.000 euros, cuando, por ejemplo, un sitio como Barakaldo, que tiene treinta veces más habitantes que nosotros, gastaba 300.000. Este año nosotros lo hemos dejado en 40.000", explica Zacarías Martín, concejal de la agrupación independiente que gobierna Dulantzi. El encargado de organizar las festividades de esta localidad alavesa recoge el sentir de varias localidades de la zona y asume que "en muchos pueblos ha bajado bastante la asistencia de público de fuera".

El problema a la hora de diseñar algo tan arraigado a la tradición popular es dónde meter la tijera y dónde escudriñar el presupuesto para fomentar las visitas de público foráneo. "Es muy complicado innovar en las fiestas populares. Nosotros hemos intentado hacer unas fiestas basadas en la participación de los vecinos. Al final la gente entiende que es mejor gastarse el dinero en más coberturas sociales, más empleo y formación y más ideas para mejorar el pueblo", sostiene Martín desde Dulantzi. Mientras la mayoría de las pequeñas localidades alavesas han visto reducido su presupuesto festivo, otras como Laudio y Amurrio se han conformado con mantener una cantidad similar a la de 2012.

"Este año hemos mantenido la misma cifra, 150.000 euros", asevera Jabier Bitorika, teniente de alcalde de Amurrio, donde también han notado "una disminución de gente" en sus fiestas, aunque en su caso consideran el descenso "leve". En Laudio, todavía en plena vorágine festiva este fin de semana, la partida se eleva hasta los 216.000 euros, según explica Alfonso Larrazabal, concejal de fiestas de esta localidad alavesa que espera vivir hoy uno de sus días de mayor afluencia. "Hemos tenido la suerte de no coincidir los primeros días con las fiestas de Bilbao, y tener un concierto como el de Bebe nos ha ayudado a recibir más visitantes. Depende del grupo que traigas eso varía mucho", resalta.

Y así, apretando la cartera a la espera de que el futuro depare un nuevo repunte de visitantes que quieran disfrutar de sus fiestas, los pueblos alaveses encaran el futuro explorando fórmulas para sacar el mayor rendimiento posible a sus gastos festivos. En Amurrio, el Ayuntamiento piensa ya en unas fiestas "más concentradas, con cuatro días en lugar de siete". Una reducción que también contemplan en Laudio, donde el año que viene se dilatarían "del 15 al 31 de agosto", como recuerda Larrazabal. Duren lo que duren y cuesten lo que cuesten, una cosa está clara: los pueblos alaveses seguirán luchando por conservar sus fiestas.