ACABO de leer en un blog recomendaciones para los padres que buscan tácticas para que sus hijos hagan los deberes. Algunas ya se me habían ocurrido a mí -aquello de jugar con un incentivo al final de la tarea- pero hay otras interesantes. Por ejemplo, que el chaval empiece la labor con un estado de ánimo adecuado y para ello es muy bueno hablarle de sus cosas favoritas. Además, es bueno que no tenga el estómago vacío -en el blog se recomienda darles queso y galletas cracker, entre otras opciones- y que haya dormido 30 minutos de siesta. A mí esto me ha hecho reflexionar sobre la reunión de partidos en Lehendakaritza.

Porque el pasado lunes se celebró ese evento y en él se fijó un diagnóstico compartido entre los asistentes sobre las prioridades del momento socioeconómico y sus implicaciones políticas, y se determinó una agenda temática y cronograma consecuente con ese diagnóstico. Empezamos por ahí porque ha habido tanto ruido político y mediático tratando de hacer sinfonía sobre lo que no ocurrió que a lo mejor se nos olvida lo que sí pasó. Es verdad que no hubo un acuerdo o pacto o entente entre el conjunto de los partidos del país. Pero también que nadie aspiraba a semejante cosa, como demuestra el hecho de que la mayoría de los asistentes acudieron al encuentro con las manos en los bolsillos. Esa exigencia de un acuerdo sobre vaya usted a saber qué sólo la inflaron quienes aspiraban a priori a solazarse en el discurso a posteriori de que no se había alcanzado.

El lunes hubo un rosario de asistentes desganados que llegaron al día del examen con cara de que no sabían que había deberes. Como si no creyesen que en esta crisis les corresponda un papel que desempeñar o una propuesta que aportar, lo que es una tragedia para la sociedad representada así por dos tercios de su parlamento.

Sin propuestas, no puede haber acuerdos, ciertamente. Por eso los representantes de la oposición no llevaron ninguna. De modo que encontrarse allí con una completamente articulada del PNV le resultó a alguno hasta irritante, a juzgar por el tono que ha decidido marcar a su debut la nueva presidenta de los populares vascos. En cuestión de horas el PP ha pasado de ser el adalid de los encuentros con el Gobierno a disputarle el liderazgo de la oposición a EH-Bildu. Quiroga tiene la difícil misión de dar acomodo a su debilidad parlamentaria, que no le ha servido para ser un socio necesario o suficiente y menos para construir un irritable gigante parlamentario. El PP merece más que ser la versión 2.0 del enano cabreado que ya practica UPyD. Si su empeño es corregir el vértigo de la intrascendencia, no lo va a lograr así, a juzgar por la encuesta electoral de esta semana.

El que llegó y marchó con discurso fue el PSE. Lo tiene bien acuñado y lo reitera por encima del mínimo análisis. Los socialistas se reconocen en los asuntos propuestos y en la prioridad de una reforma fiscal. Sostienen que llevan tres años y medio hablando de ello. En la farola que hay junto a mi ventana ronda cada noche una polilla con frenesí y tampoco va a ninguna parte. Desde que aprobaran con PNV y la extinta Hamaikabat la reforma fiscal de 2009 en Gipuzkoa, al PSE -que gobernaba en Gasteiz- no se le conocen propuestas sobre el núcleo de la fiscalidad (IRPF y Sociedades, tratamiento de la rentas de trabajo o de las de capital). López se enceló en la centralización fiscal mediante un inconcreto órgano común antifraude y la armonización por bemoles a través del parlamento para los que no le sirvió la mayoría absoluta que le daba en otros asuntos el PP en la Cámara de Gasteiz. Hay un sutil abismo entre el discurso fiscal del PSE en los últimos tres años y medio y una auténtica reforma fiscal.

Tampoco EH-Bildu fue a Lehendakaritza con los deberes hechos. Mintegi y Maeztu no se molestaron siquiera en explicar en qué consiste el mantra de "el modelo". Sabemos que es el bálsamo de Fierabrás, que lo cura todo sólo con olerlo y así deberá ser porque la fórmula es hoy por hoy tan maravillosa como indescriptible ya que nadie ha sido capaz de explicarla todavía. Así que la reunión les pasó de largo porque fueron a decir que no, se toparon con algo de más fundamento del que podían digerir y salieron de ella como si no se hubiera producido. De hecho, para evitar encontrarse en el mismo balancé de "sí es, no es" que Garitano días antes, no han vuelto a hablar del asunto.

En resumen: ¿qué pasó el lunes para que la oposición en pleno acudiera a la cita con el lehendakari con los deberes sin hacer? Pues, volviendo al blog, no pudo ser por falta de siesta porque la convocatoria daba margen. El PSE admite que se hablaron de sus temas favoritos y creo que mejorar la situación del país debería ser suficiente incentivo para todos. Así que me temo que el problema es que, lo mismo que en Venezuela falta papel higiénico, en Euskadi faltan crackers.