Los raíles del ferrocarril seccionan con su mueca metálica buena parte de Borinbizkarra del resto de Vitoria. Es una brecha que marca el día a día vecinal. Sobre todo para quienes desean desplazarse por la ciudad en autobús. Dos de las tres líneas de Tuvisa se sitúan al otro lado del tren, cientos de metros más adelante, y obligan a los residentes a andar diez minutos o más hasta la parada, a lo largo de una ruta que provoca un cierto respeto cuando se pone el sol por la falta de edificios en los alrededores. También hay que caminar un largo trecho para usar la que circula por la frontera con el barrio de Sansomendi y, aunque en este lado no hay raíles, para quien la toma de vuelta a casa el regreso se hace eterno. "Esto no es tener urbano. Y pagamos impuestos como todos", coinciden los habitantes de este sector cada vez más poblado de Zabalgana.

El Ayuntamiento gasteiztarra ha anunciado que los autobuses entrarán por fin en Borinbizkarra en verano. Cómo, aún es una incógnita. Hay cinco propuestas sobre la mesa: una del PNV, otra de Bildu y tres de asociaciones de vecinos y particulares. A pie de calle, los residentes desconocen los detalles de cada una -las hay, de hecho, que ni siquiera han trascendido a la prensa-, pero tras tanto tiempo sin un servicio digno muchos se conforman con no tener que atravesar los raíles ni andar más de cinco minutos. "Con que haya parada por la zona de Océano Pacífico, que es donde más población hay...", apunta Eduardo, uno de esos vecinos que ilustran a la perfección el perfil tipo de residente de nuevo barrio: joven y con bebé. Y esa condición de padre le hace conocerse especialmente bien las carencias del "no-servicio" actual de Tuvisa.

"Normalmente acabo cogiendo la línea 5, en la parada de Los Huetos, aunque me lleva un buen rato llegar hasta allí. Porque la otra opción para ir al centro, que es coger la 6 al otro lado de las vías en el número 1 de Naciones Unidas, además de la distancia tiene el problema de la saturación", explica. Se refiere a la ruta Zabalgana-Arkaiate y, al igual que él, todos los vecinos de la zona coinciden en que se ha quedado pequeña. Sobre todo si tienen cochecito, como Ana Belén. "Si se juntan dos carritos en el autobús, y es bastante habitual, tienes que esperar a que llegue el siguiente", lamenta. Hace sólo dos meses que fue madre y más de una vez ya le ha tocado tener que dejar pasar el urbano por falta de espacio.

Entre las apreturas y la lejanía de las paradas, Ana Belén confiesa que "muchas veces" acaba haciendo uso del coche para moverse por la ciudad. "Sobre todo los fines de semana, porque como las frecuencias de los autobuses pasan a ser de veinte minutos para cuando llegas a tu punto de destino se te ha hecho muy tarde", lamenta. Con su automóvil gana en tiempo y en comodidad, aunque es un gasto para el bolsillo que estaría encantada de suprimir en cuanto Tuvisa entre en Borinbizkarra. Como muchos de sus vecinos, lleva ya dos años viviendo en este sector de Zabalgana y cree que por densidad de población hace tiempo que el Consistorio debería de haber entonado el canto a la movilidad sostenible en su sector. Sin embargo, primó Aldaia -aunque con una lanzadera-, luego Arkaiate y después Larrein.

"Me parece genial que los vecinos de todas esas zonas nuevas de Vitoria dispongan de autobús, no digo que no tengan derecho ni que no lo merezcan, pero es algo extraño que aquí todavía estemos esperando", sostiene Estibaliz. Ella llegó a Borinbizkarra en diciembre de 2010, y desde entonces forma parte activa del ejército de ciclistas urbanos. Bueno, salvo por las mañanas, ya que trabaja en Llodio. "Con las opciones que tenemos, si estás en forma, con buena salud, la mejor manera de desplazarse por la ciudad es en bicicleta", asegura. Las veces que ha cogido el autobús, la experiencia ha sido para no repetir. "Sobre todo para volver", señala, "ya que lo lógico, a priori, es coger la 5, pero da toda la vuelta por Salburua". Y eso por no hablar del gautxori, "que deja lejos y mal".

Son muchos los jóvenes de Borinbizkarra que aún están en edad de salir de marcha, y la mayoría opta por regresar a casa en taxi. "El nocturno te deja en Naciones Unidas, hay que atravesar el puente... Da mucho respeto. Así que a no ser que vaya con el chaval, no me la juego", reconoce Alaitz. "Es que si te pasa algo no se entera nadie", añade su vecina, Marta. Aun así, admiten que a veces, habiéndose puesto ya el sol, han vuelto al barrio andando, por la pereza de coger un autobús poco operativo. También Natalia, una treintañera con VPO desde hace poco más de seis meses, lo ha hecho. Y también ha probado a ir y volver del trabajo cuatro veces al día a pie, en una ocasión en que se le estropeó la bicicleta. El experimento le dejó "con los riñones al jerez", pese a que se considera una chica deportista. A paso ligero, hay al menos media hora de caminata hasta el centro de Vitoria.

"Por eso, si puedo evitarlo, al centro yo ya no voy". Sergio, otro de esos padres jóvenes y con perro que tanto se estilan por Borinbizkarra, se ha acostumbrado ya a hacer vida en el barrio. No obstante, admite que el día en que Tuvisa estire su servicio sí que utilizará el autobús para disfrutar del cogollo gasteiztarra. "Ya he visto hacer los ensayos por aquí. O eso creo, porque el urbano llevaba un letrero que decía en pruebas". El joven señala a lo largo de Océano Pacífico, una de las arterias que todos los vecinos marcan sobre el mapa con al menos una marquesina. "Es una de las zonas en las que más gente vivimos", insiste Eduardo, mientras inicia un nuevo paseo calle arriba con su risueña Maddi.

El trazado definitivo dependerá de la decisión que tomen los grupos políticos en el consejo de Tuvisa. Dado que hay propuesta del PNV, socio presupuestario del equipo de gobierno, hay quienes ya creen que su alternativa será la ganadora. Los jeltzales plantean la ampliación de la línea 7, la que une Salburua con Sansomendi, sin añadir tiempo de espera y con coste cero para las arcas. Sobre esta base, sugiere la supresión de la parada de Errekaleor y la extensión del trayecto en 750 metros justo en el extremo contrario, consiguiendo el acceso de los urbanos por Paula Montal hasta la plaza Alejandro Dumas (con dos paradas) a través de Henry Morton Stanley.

Mejor que nada parece, pero la asociación vecinal Zabalgana Batuz no se cansa de advertir de que la ampliación de líneas ya existentes constituiría "sólo un parche", como ya lo es la lanzadera de Aldaia, que también se ha quedado pequeña con el paso del tiempo. Y lo último que quieren los representantes vecinales es tener "una lanzadera dos, que al mismo tiempo cronifique la primera". A su juicio, el Ayuntamiento gasteiztarra debería de apostar por la creación de una nueva línea para que la 6 no abarcara tanto barrio como ahora y diera servicio, además de a Borinbizkarra, a Aldaia y Elejalde.

Como dice Alaitz, "llevamos tiempo esperando, así que ahora que por fin se va a hacer algo que se haga bien". Y que haga olvidar, aunque siga ahí, esa cicatriz del ferrocarril que aísla psicológicamente a Borinbizkarra del resto de la ciudad.