ME imagino a los lectores indignados con el episodio de los sobres y el cuaderno contable de Bárcenas. Me gustaría pensar que este lamentable episodio puede contribuir de una vez por todas a limpiar el cáncer de la corrupción que está instalado en algunas organizaciones políticas y que se reproduce periódicamente. Me gustaría, pero la respuesta del PP no es precisamente de las que transmiten confianza en el sistema.
Hasta la fecha se había visto como una virtud del presidente del Gobierno español su capacidad para ir dejando que los problemas se pudrieran, de tal manera que al final se amputaba sin dolor por donde hiciera falta. Lo hizo con Fabra, Valencia, y con sus rivales políticos en el interior del PP.
Pero esta vez es diferente. El emplazado es él mismo y no puede ser más decepcionante su falta de reacción. Para despejar las dudas bastaba con decir si cobró o no. Y si puede, acreditarlo documentalmente. Pero el presidente del Gobierno español eludió la cuestión fundamental y en un acto de irresponsabilidad extrema encendió el ventilador para que la ciudadanía entone ese "son todos iguales". Irresponsable y radicalmente injusto.
Es injusto porque no es verdad que todos sean iguales. La mayoría son honradas personas que se dedican al servicio público. Y es irresponsable porque abre la puerta a populismos peligrosos. Por ejemplo, el que representa UPyD; aunque en este caso es mejor que estén calladitos, porque también sus fundadores, vía Basta Ya!, trincaron según figura en los papeles. Si Rosa Díez señala la repugnancia que le produce la financiación del PP, está escupiendo al cielo.
La secretaria general del PP quiso ventilar la cuestión con un cuarto y mitad de "mireusté" y medio kilo de "deningunadelasmaneras". Hacía tiempo que no veía una rueda de prensa tan vergonzosa.
Digamos, para empezar, algo básico: los papeles no son "presuntos" ni "supuestos", los que tienen esa condición son los aludidos en los papeles, Es decir, ella misma y sus conmilitones. Dolores de Cospedal trató de convertir en sospechosa a la prensa y se apuntó a la teoría de la conspiración. Pero la hemeroteca le delata: también dijo lo mismo al principio sobre el caso Gürtel y hasta aquí hemos llegado. Por no hablar de las defensas de Bárcenas hasta que tuvo que decir que "cada palo aguante su vela".
El PP tiene una mala cancerbera que trata de sobreactuar para contener lo que son preguntas lógicas, casi de obligada respuesta para el papel que tiene como secretaria general del PP. Su continua apelación al Tribunal de Cuentas es un insulto a la ciudadanía. El dinero B, la financiación ilegal de partidos, el reparto de sobres y demás fórmulas opacas no aparecen en balances contables regularizados ante los órganos fiscalizadores. Ya basta de tomar el pelo a la ciudadanía.
Hablamos mucho de los tomantes y poco de los donantes. Y ahí está el meollo de la cuestión. ¿Qué lograron a cambio las constructoras que tan generosamente aportaron ingresos extra al PP según este cuaderno que tan detalladamente rellenaba Bárcenas? Pues lo que usted se imagina y todos sobreentienden: favores no confesables en forma de contratos, licencias de construcción y recalificaciones de terrenos. De todos lo casos, hay uno especialmente llamativo: el de los Mayor Oreja, en plural. Uno, José, aparece como donante en calidad de presidente de FCC. Otro, Jaime, figura como receptor por ser dirigente del PP. Todo queda en casa, según este cuaderno.
Pero lo que desvela el cuaderno es que es el propio sistema el que necesita una revisión. España carece de una ley de transparencia, algo insólito en sistemas democráticos. Y la reforma sobre la financiación de los partidos se ha quedado corta, amén de incumplida sistemáticamente. El escándalo es la espuma, los síntomas de la grave enfermedad que afecta al estado español.
El tiempo, y la propia aportación documental de Bárcenas en el juzgado, ha dejado a Montoro como un mentiroso. O lo que es peor: como un presunto cómplice de una amnistía fiscal que buscaba el beneficio de su partido.
Me explico. El 28 de diciembre, un cambio legislativo de última hora permitió a Bárcenas eludir su responsabilidad penal futura por mantener ocultos al fisco español once millones de euros. Tuvo hasta veintidós. Hace una semana Montoro negó en el Congreso que esa circunstancia se diera y eludió explicar que una sociedad interpuesta había servido de pantalla a Bárcenas para poner a salvo su dinero y su pellejo.
Para que Bárcenas se fuera de rositas, el Partido Popular no ha dudado en cambiar la ley y permitir que otros muchos indeseables hicieran lo mismo. Es decir, que a Montoro no se le "coló" Bárcenas, como dice el PP; sino que Montoro puso alfombra roja al presunto quinqui. El, casi tan soberbio como Cospedal, debería ser el primero en dimitir.