Vitoria. Tiende el ser humano, tan vulnerable ante el miedo, tan irracional cuando se mide al pánico, a protegerse pensando en monstruos, imaginando seres de otro mundo, un mecanismo primitivo, para refugiarse frente a otros iguales, frente a pesadillas como las de Anders Breivik y José Bretón, dos seres capaces con sus execrables crímenes de sacudir todos y cada uno de los resortes que sostienen la sociedad. Sucede que tanto Breivik, que liquidó a 77 personas en Noruega sin mostrar remordimiento ni arrepentimiento alguno y por lo que ha sido condenado a 21 años de prisión, como Bretón, a la espera de juicio, acusado de haber asesinado a sus hijos, son personas, lo que resulta más aterrador que cualquier monstruo.

Habitantes ambos del sótano del ser humano, el lugar común donde reside lo más oscuro de cada uno, su huella, tan profunda como negra y dramática, resulta pavorosa. Desde ese nauseabundo desván partieron Breivik y su siniestra contabilidad: 77 muertes en las matanzas que perpetró entre Oslo y la isla de Utoya, y José Bretón, capaz según la policía de raptar a sus hijos Ruth y José, de seis y dos años respectivamente, antes de narcotizarlos y quemarlos después en la finca Las Quemadillas con el único objetivo de vengarse de su exmujer causándole el mayor estrago posible para una madre. Incomprensible para el sentido común, repugnante para el sistema de valores, abominable hasta el extremo, la conducta de ambos no es ajena sin embargo a la naturaleza humana, un universo donde se tricotan las luces y las tinieblas. En ese territorio escarba César San Juan, profesor de Psicología Criminal de la UPV, con una linterna.

A la sociedad le cuesta horrores digerir crímenes así y se protege hablando de ellos como monstruos. ¿Qué hay detrás de esa definición?; ¿Un modo de distanciarse?

A la sociedad en general le resulta más fácil entender las causas de crímenes execrables si calificamos a sus autores como personas completamente ajenas a la naturaleza humana. Pero la naturaleza humana es muy compleja y diferentes motivaciones pueden llegar a producir comportamientos extremos. Lo que han hecho es una monstruosidad. Y una acepción del diccionario para monstruo es persona muy cruel y perversa. Y estos dos ciudadanos, Bretón, que aún no ha sido juzgado ni sentenciado, lo son, ... crueles y perversos. Pero desde un punto de vista forense, "monstruo" es una categoría que no sirve para nada. No es muy técnico decir que alguien es un monstruo. Breivik y Bretón, este último supuestamente aún, encarnan el lado oscuro de la especie.

¿Por qué es capaz de actuar así una persona?

En el caso de Bretón, si se confirma judicialmente su autoría, parece ser que los celos y la venganza están detrás del crimen. Evidentemente cualquier persona que atraviesa una separación no acaba cometiendo un asesinato, por lo que en este caso pudiéramos encontrarnos ante una personalidad psicópata. La cosificación que hace de sus hijos como instrumento para vengarse de su mujer así lo indica. De todas formas una posible psicopatía no podría considerarse en este caso como un atenuante ya que el crimen fue cuidadosamente planificado, lo que nos sitúa ante un individuo dueño de la decisión que tomó.

El caso de Breivik es de una naturaleza distinta en el sentido que su sentimiento de odio no es en el plano interpersonal, sino tiene motivaciones políticas e ideológicas. Se sospechó en un principio la posibilidad de que padeciera algún tipo de brote psicótico, esquizofrénico, extremo que ha sido descartado por los forenses que han dictaminado que Breivik no padece ningún tipo de trastorno mental. De todas formas en el País Vasco creo que lamentablemente estamos algo acostumbrados a encontrarnos en salas de justicia a detenidos que levantan el puño en alto después de haber asesinado a varias personas por motivaciones políticas, como Breivik. Ya sabemos algo de lo que la naturaleza humana es capaz por motivaciones ideológicas. César San Juan camina sobre esa cuerda floja provisto de una linterna que trata de iluminar los vericuetos de las mentes criminales.

¿Dada planificación de ambos crímenes se pueden definir como actos cometidos a sangre fría?

Al margen de la calificación clínica con la que pudiera ser diagnosticado Bretón y ya dictaminada como verdad forense que Breivik no padece ningún trastorno mental, sí podemos encontrar en ambos casos un denominador común. Son acciones cuidadosamente planificadas. El modus operandi de un criminal tiene, en todo caso, dos objetivos fundamentales: no ser descubierto y cumplir con éxito el objetivo criminal. Parece ser que Bretón dio mucha importancia al primer aspecto y Breivik al segundo.

¿Sienten remordimientos o sensación de arrepentimiento o no entran en esos parámetros tras producir semejante daño?

Otro denominador común de ambos crímenes es precisamente el sentimiento al que alude. Si se confirma la autoría de Bretón, recordemos que todavía no hay ninguna sentencia, sería otro rasgo de la personalidad psicópata, la absoluta falta de empatía. Si atendemos retrospectivamente a su actitud durante la investigación, nos encontramos ante un individuo sin atisbo de culpabilidad o arrepentimiento. Por otras razones a las que ya hemos aludido en función de las cuales se absolutiza la ideología, Breivik solo es capaz de percibir a las víctimas civiles como un daño colateral de su "delirante" cruzada.

¿Cuál es la gratificación que pueden obtener tras comportarse de esa manera?

Bretón quería hacer sufrir a su exmujer hasta el extremo. Y sin duda no existe forma de hacer daño con más intensidad que ser víctima del asesinato de tus hijos pequeños. No hay peor tormento. Ese es el triunfo de Bretón. En el caso de Breivik, incluso habiendo sido apresado, mostraba su satisfacción por el castigo causado al Gobierno Laborista. Para ambos individuos, y lamentablemente para el resto de la sociedad, objetivos cumplidos.

¿Individuos así son reinsertables en la sociedad?

Es una pregunta difícil de responder porque depende de muchos factores. Hay esperanzadores programas de rehabilitación en prisión orientados para asesinos con ambos perfiles. Yo, personalmente, no albergo muchas esperanzas en los casos de psicópatas asesinos porque es muy difícil reestructurar su personalidad criminal. En el caso de Breivik, quizás no dependa tanto de su proceso personal, sino de cómo evoluciona su contexto, sus referencias ideológicas. Debemos recordar que su defensa solicitaba la puesta en libertad, argumentando que actuó en estado de "necesidad" para defender a su pueblo de la "amenaza" islámica. Pero, en fin, este es uno de los retos actuales de la Criminología que nos muestra casos en los que se ha conseguido con éxito la reinserción social.

¿Se puede hablar de personajes traumatizados y que responden así por ello, o su inspiración es otra?. Los dos comparten un pasado militar, o al menos su anhelo, ¿ayuda eso a explicar sus acciones posteriores?

No necesariamente es atribuible a un determinado trauma. En el caso de una personalidad con rasgos psicópatas son muchos los factores que pueden desencadenarla y lo más probable es que sea una combinación de algunos de ellos. Puede haber desde una predisposición genética o una determinada alteración en el funcionamiento cerebral, hasta un errático proceso de socialización en edades tempranas. Es difícil estimar el peso específico de cada una de estas posibilidades. En la caso de Breivik desconozco igualmente su biografía. Puede estar traumatizado por algo, o no. En todo caso hay un contexto social y político específico que justifica y ensalza su crimen. Insisto, debería sonarnos.

En todo caso su pasado militar no creo que nos sirva para explicar nada, salvo en el caso de Breivik haber adquirido una determinada competencia con las armas de fuego. De todas formas, la mayor parte de las personas con pasado militar no asesinan siendo civiles, ni la mayor parte de los asesinos de civiles tiene un pasado militar.

Ambos sujetos fracasaron, a Bretón le dejó su mujer, y Breivik tropezó en el mundo de la empresa. ¿El sentimiento de fracaso puede ser un acelerante?

Lógicamente, no son explicaciones suficientes por sí mismas, ni tan siquiera necesarias; pero ante determinados factores de riesgo como los que he citado anteriormente pueden actuar como desencadenantes de comportamientos extremos.

¿Hablamos de personas malas, o de personas que entienden que viven situaciones extremas y que llevan emparejada una respuesta también extrema?

En ninguno de los dos casos podríamos hablar de situaciones extremas. A Bretón le deja su mujer y a Breivik no le gustan los inmigrantes. No son precisamente situaciones límite. Si la pregunta hace referencia a la posibilidad de que cualquier persona en una situación verdaderamente limite pueda llegar a matar, la respuesta es sí. Esta combinación se describe muy bien, por ejemplo, en la película Celda 211. Y, claro, además de los factores de riesgo a los que he hecho referencia, uno puede ser sencillamente ruin, miserable y sin principios. No es lo habitual, pero todos conocemos a alguien.

¿Se puede hablar de personas delirantes, o que viven en paralelo a los parámetros sociales?

No, en ninguno de los dos casos que nos ocupan.

¿Deben ser recluidos en una prisión o en instituciones para enfermos mentales?

Si se demuestra la culpabilidad de Bretón, tampoco se le detecta ningún cuadro clínico que le hubiera impedido comprender las consecuencias de sus actos, la privación de libertad debe cumplirse en una prisión. Otro asunto distinto es que la propia prisión disponga de los recursos adecuados para tratar a estos internos que, es obvio que precisan programas de rehabilitación especializados.

l El presunto filicida. A la espera de juicio, José Bretón ha sido acusado de asesinar a sus hijos, Ruth de seis años, y José de dos, aunque él continúa proclamando su inocencia ante el juez, la fiscalía y la policía. Supuestamente, Bretón narcotizó a sus hijos antes de quemarlos en la finca rural que poseía su familia. Después de cometer el crimen, y siempre según las investigaciones, Bretón, separado de su mujer, simuló la pérdida de sus hijos en un parque de Córdoba, Cruz Conde, y denunció su desaparición.

l Su motivación. Los expertos que han seguido el caso del presunto filicida sostienen que el objetivo de José Bretón perseguía únicamente causar el mayor daño posible a su exmujer y madre de sus dos hijos. Bretón habría actuado así por el sentimiento de odio que profesaba a su mujer al dejarle esta. Así, ideó la peor de las venganzas posibles para una madre y causó la muerte de sus dos hijos después de simular que durante un descuido estos habían desaparecido.

l La matanza de Utoya. Anders Breivik fue juzgado y condenado a 21 años de prisión como responsable de la colocación de la bomba que explotó en el centro de Oslo el 22 de julio de 2011 y del posterior tiroteo en el islote de Utoya, donde se reunían las juventudes laboristas y que dejaron un saldo total de 77 muertos en la mayor matanza en la historia de Noruega, aún en shock por el terrible e inimaginable suceso.

l Su motivación. Según argumentó su abogado, Breivik habría declarado que su acción fue "atroz" pero "necesaria", y que la había planificado durante un largo período de tiempo como demuestran sus movimientos antes de perpetrar la matanza. En su delirio como Caballero Templario que decía ser, Breivik, redactó un manifiesto de 1.500 páginas colgado en Internet antes de los ataques titulado 2083. A European Declaration of Independence y firmado con el alias de Andrew Berwick, gira en torno a la "guerra de culturas" y en cómo puede Europa combatir su inexorable islamización, según Breivik.