DE la preocupación por los temas agrarios y pesqueros a la gestión de la crisis del euro han transcurrido 25 desde las primeras elecciones en España para el Parlamento Europeo, una institución que ha visto ampliado su poder desde entonces y que ha sido testigo en sus pasillos de los cambios que ha atravesado la UE.
Con motivo de cumplirse hoy, 10 de junio, las bodas de plata de esas elecciones, dos de los primeros eurodiputados que llegaron a Bruselas en 1987, el ministro Miguel Arias Cañete y el que fuera primer presidente de este foro, Enrique Barón, han compartido los recuerdos de aquella fecha histórica para la consolidación del proyecto europeo, en la que fue clave la voluntad ciudadana de integración.
"En España había un deseo muy compartido de entrar en Europa no solamente para pedir subvenciones o ayudas, sino para participar activamente", así explica Barón el contexto en el que se desarrollaron las campañas políticas, mucho más "pedagógicas" que las habituales que se habían producido hasta la fecha.
Elegidos de forma indirecta por el Congreso y el Senado un año antes, los comicios del 10 de junio de 1987 sirvieron para, como argumenta Cañete, "legitimar" la labor de los europarlamentarios españoles, ahora elegidos por sufragio directo con una alta participación.
Cuenta Barón que en la campaña, marcada por las necesarias explicaciones sobre Europa "que había que incorporar" a la cultura política, tuvieron una importancia capital las preocupaciones diarias que le trasladaban los ciudadanos a los que conoció.
POLÍTICA DE ESTADO Pasado el trámite electoral no fue menos impresionante recorrer la sede del Parlamento, que Arias Cañete vivió "con verdadera emoción" y "asombro" al ver las dimensiones de la estructura que lo albergaba, y que llegó a medir en Estrasburgo. "Había unos pasillos tan largos que me puse un podómetro para ver las distancias que recorría, estábamos todo el día andando de un lado para otro, y en una sesión de cinco días el recorrido fue de 42 kilómetros, eso no se me ha olvidado nunca".
Para Barón significaba "poner a España en el mapa" tras haber vivido una dictadura en la que se salía del país "con un pasaporte que no valía nada" y ser considerados como "un pueblo atrasado".
Conscientes de ello, los primeros europarlamentarios desarrollaron una "política de Estado", como afirma Arias Cañete, con el objetivo de "cerrar filas para votar conjuntamente" a favor de los asuntos españoles, en los que no cabía ningún tipo de enfrentamiento político. "En el Parlamento Europeo se hace mucha vida fuera de casa, se come y cena juntos con gente de todos los partidos políticos" explica, algo que hizo que se fraguaran amistades que aún hoy se mantienen.
La integración en la institución fue muy rápida, a "velocidad de crucero", debido en gran medida a la actividad frenética de los eurodiputados españoles, que en poco tiempo comenzaron a presidir comisiones y el propio Parlamento en dos ocasiones. "Otra cosa es que la opinión pública española fuera consciente del peso y protagonismo", apostilla el actual ministro al referirse a este foro, del que asegura que, aunque de forma puntual fuera protagonista en los medios, "el ciudadano no era consciente de que, día a día, el Parlamento iba legislando en muchos temas que son vitales". Veinticinco años después, el paisaje político ha cambiado mucho y, como dice Arias Cañete, "los temas comunitarios cada vez están más presentes en la vida española", produciéndose así el efecto contrario al que inauguró la participación de España en esta institución europea.
Considera que "el peso que tiene la dimensión europea" se ve ahora que el Tratado de Lisboa ha otorgado "muchos más poderes al Parlamento Europeo" y pueden verse los "problemas financieros" de la UE y la "configuración del euro". Además, la participación en estos comicios ha bajado sensiblemente, una situación frente a la cual se hace necesario, a juicio de Barón, "motivar a la gente" porque "nos estamos jugando mucho los cuartos en el futuro". La crisis financiera que asuela Europa también provocará cambios, ya que la propia comunidad es "hija de la crisis", afirma, aunque también apela al positivismo porque "todas las crisis no son sólo desastres". Para el que fuera primer presidente español de este foro, estamos ante "un punto de inflexión" del que salir no será fácil por los cambios "copérnicos y revolucionarios" que tienen lugar en el mundo. "Ya no es un mundo dominado por Europa o por los imperios europeos, tenemos que espabilar", apostilla en su diagnóstico, en el que describe también las carencias de un Parlamento "dinámico y en construcción", que en este momento "es el lugar más vivo y donde más se deciden los temas europeos de una manera democrática".
Es una opinión con la que coincide Arias Cañete quien, desde su dilatada experiencia como eurodiputado, argumenta que la UE es como un elefante, que "avanza muy, muy despacio pero rara vez se detiene". Confía en que, "a pesar de los momentos de duda" o "tarden en tomarse decisiones", se acabe avanzando como ya se ha hecho durante otros periodos difíciles para Europa, que permitan en esta ocasión que se preserve el euro y la estabilidad económica y financiera de todos los países miembros. El Parlamento, que "ha ido adquiriendo poderes", ha cambiado sustancialmente hasta conseguir colegislar, junto con la Comisión, algunos de los asuntos que más repercusión tienen para la vida de los ciudadanos, por lo que ha cambiado también de forma radical, en su opinión, "la responsabilidad" de los parlamentarios.