Vitoria. Los tiempos han cambiado. Así lo indican cientos de indicadores que confirman que la vida hace 50 años en el territorio histórico y en la actualidad tiene poco que ver. Y uno de los factores en el que esta evolución se ha dejado notar, a mejor para algunos y peor para otros, es en el consumo que realizan los ciudadanos. Atrás quedó el tipo de objeto de compra y el mirar a la peseta, ahora al céntimo, en qué se emplea el dinero.

Así lo demuestra al menos una encuesta elaborada por el Ayuntamiento de Vitoria sobre los hábitos de compra de sus habitantes que apunta a que la brecha generacional se evidencia en estos modelos de consumo y que ha desembocado en un esquema bipolar. Por tanto, las familias con algún componente mayor de 65 años sigue fiel a las costumbres y apuesta por un consumo más austero, con artículos esenciales y realizado en el comercio tradicional. Así es como las pequeñas tiendas de barrio siguen manteniendo su clientela y sobreviven a las grandes superficies. Y precisamente esta vida de barrio se mantiene porque este consumidor potencial obvia la adquisición de elementos que no sean de primera necesidad y que corresponden más a nuevas tecnologías o entretenimiento. Un esquema que se repite también ahora con otros sectores sociales como el de los hogares de extranjeros o el de grupos con un bajo nivel de ingresos o con uno de los miembros en paro.

Por otro lado se encuentran las familias con hijos o parejas jóvenes sin cargas familiares que viven en la zona centro, excluyendo el casco histórico, y los barrios del sur y el oeste y que optan más por centros comerciales o el centro urbano. Imbuidos en la conocida como sociedad de consumo buscan espacios donde poder realizar las compras de todo tipo de artículos. Y es que, en este caso, el abanico de posibilidades se diversifica.

Sólo se observa una única excepción que une a estas dos dimensiones. Precisamente en los productos alimentarios considerados básicos. Y es que la compra de alimentación tanto fresca como seca y de droguería o perfumería sigue realizándose en el comercio de proximidad. De hecho, ocho de cada diez familias vitorianas opta por realizar estas adquisiciones en los locales de su barrio o de algún otro. Aunque incluso en este caso se encuentran pequeñas divergencias, en base al objeto que se desea. Así las cosas, el 39% de los alimentos frescos se obtiene en establecimientos de grandes cadenas fuera de los centros comerciales, mientras que el 38% se consigue en pequeñas tiendas tradicionales y un 16% en centros comerciales. Y si bien en este tipo de productos de consumo diario la diversificación es mayor, es en el caso de los alimentos secos donde los supermercados concentran más de la mitad de las compras y los centros comerciales prevalecen sobre los tradicionales.

Un perfil similar se puede observar en el área de la droguería y perfumería donde la mitad se decanta por las grandes cadenas, tres de cada diez familias lo hace por el comercio tradicional y el resto por los centros comerciales.

La situación cambia por completo en el caso de la ropa y el calzado. En este caso, toma especial relevancia el centro urbano, que concentra un mayor número de establecimientos dedicados a este tipo de actividades y es elegido por la mitad de las familias que obtienen sus productos en el comercio tradicional en el 40% de los casos. El porcentaje aumenta algo en el caso de las familias que adquieren artículos culturales, que en la mitad de las ocasiones se decantan por pequeños establecimientos, un tercio por los centros comerciales y sólo el 4% por la compra por catálogo o por internet, siendo aun así la actividad más frecuentemente adquirida de esta forma.

Menos tecnología y cultura Y si bien las compras no presenciales son las más elegidas para las actividades de entretenimiento, son las relativas a mobiliario y artículos del hogar las que más se realizan fuera de la capital alavesa. Hasta un 10% de las familias vitorianas elige ir a municipios del entorno suburbano y a grandes cadenas implantadas en otras provincias cercanas para efectuar dichas compras, mientras que el resto se reparte entre pequeño comercio, centros comerciales y grandes almacenes.

Por último, junto a los artículos culturales y el mobiliario, los artículos que más personas reconocen no adquirir son los artículos tecnológicos y recreativos que movilizan a las familias más consumidoras y cuya adquisición, en consecuencia, se concentra en los centros comerciales próximos a la ciudad en algo más de la mitad de los casos. Aun así también hay una cuota apreciable de consumidores que acostumbran a acudir al centro y los propios barrios.

De esta forma, se ve que los hábitos de adquisición en Vitoria se encuentra íntimamente relacionados no sólo lógicamente con el nivel económico de los compradores, sino también con la edad de los mismos. Y a juzgar por los datos, el pequeño comercio tiene motivos para expresar su incertidumbre de cara al futuro. Corren malos tiempos para el consumo, y todavía más para las tiendas tradicionales.