Vitoria. Dos modos de entender la relación entre el ser humano y el territorio que éste habita se enfrentan estos días en Euskadi. La idea de utilidad del suelo, de respeto al medio ambiente, o el concepto de progreso que manejan unos -el Gobierno Vasco- y otros -colectivos ecologistas, sindicatos y plataformas defensoras del decrecimiento- no sólo son diferentes, sino que se repelen como polos opuestos.

La consejera de Medio Ambiente, Pilar Unzalu, presentó hace dos semanas en el Legislativo un borrador de las nuevas Directrices de Ordenación del Territorio, las reglas generales que deberán seguir comarcas y municipios en futuros desarrollos urbanísticos, económicos y sociales. El documento sigue la pauta de la Euskal Hiria, la gran ciudad vasca a la que aspira el ejecutivo desde que en 1997 lanzó este concepto que, como su nombre indica, prima la concentración de la actividad en las tres capitales.

Así, el estudio elaborado por la empresa Taller de Ideas para el ejecutivo define la Euskal Hiria como "una concepción del territorio que responde a la oportunidad de buscar interrelaciones y complementariedades entre las capitales vascas, y entre éstas y el resto de núcleos de distinto tamaño que componen el sistema de ciudades del País Vasco sobre un soporte ambiental y paisajístico de excelencia".

Siguiendo fielmente estas pautas, el nuevo plan defiende que Vitoria, Bilbao y Donostia sean los tres grandes polos sobre los que construir una red de transportes eficiente, con una fuerte apuesta por el TAV, y también por los trenes de cercanías y la intermodalidad, y con la creación de una serie de lo que el departamento llama ejes de transformación. Se trata de estructuras lineales que, en torno al transporte colectivo, por ejemplo el ferrocarril, creen tramas urbanas densas, concentradas y por tanto más respetuosas con el medio ambiente, y que por otro lado unan los municipios medios con las grandes capitales para ligar los primeros al desarrollo de las segundas.

Un ejemplo claro de esta filosofía es el eje Iruña Oka-Agurain, que aprovechando la línea del tren uniría Vitoria con estas dos localidades mediante un transporte colectivo eficiente, y alrededor de esas vías iría creciendo una especie de ciudad lineal con nuevos "espacios urbanos atractivos, diversos y sostenibles". En lo relativo a la innovación, el Gobierno Vasco apuesta por aprovechar parques tecnológicos, universidades, viejos espacios industriales, estaciones, puertos, plataformas logísticas y demás focos de actividad económica, pretérita o presente, incluso los centros históricos, como espacios singulares para avanzar hacia "la nueva economía". Según los autores del estudio presentado en el Parlamento, esta nueva economía pasa por actividades temáticas en relación con "los componentes de excelencia del territorio en el que se sitúan". Ejemplo paradigmático de esta filosofía es el vino en Rioja Alavesa.

La idea del Gobierno Vasco pasa también por continuar con la política de grandes obras públicas, y así para Vitoria se plantea la creación de conexión ferroviaria con el aeropuerto y el soterramiento de las vías a su paso por la capital alavesa, a día de hoy cuestionado por la ausencia de fondos públicos con los que sufragarlo.

Las capitales son los tres focos de actividad de la red que propone el Gobierno Vasco, y fuera de esta malla de actividad se plantea la creación de corredores ecológicos, programas de reforestación, estudios de paisaje o la preservación de paisajes agrarios valiosos, dentro de lo que sería el capítulo que el entorno natural ocupa en los planes del ejecutivo. En el ámbito agrario, las DOT plantean la implantación de cultivos energéticos para producir etanol o biodiésel, el recurso a la biomasa o los huertos solares y la "restauración de ecosistemas".

El estudio se apoya sobre una realidad innegable y que sus propuestas tienden a asentar y fortalecer. Casi el 90% de los vascos vive en municipios de más de 5.000 habitantes, y en las áreas metropolitanas de Bilbao, Donostia y Gasteiz se concentran el 73% de la población, el 71% de las viviendas y el 72% de los empleos. Así, aunque el informe plantea "una mejor relación entre espacios de residencia, trabajo, ocio y equipamientos", y habla de redes peatonales y "recorridos blandos", la intermodalidad, el TAV e incluso las ciudades lineales que se plantean aumentan el magnetismo de las capitales sobre el resto del territorio.

Frente a este planteamiento de futuro, colectivos como Desazkundea, Ekologistak Martxan, AHT Gelditu, ESK, EHNE, ELA, LAB, CGT o Ezker Gogoa presentaron un manifiesto en el que denuncian que el modelo Euskal Hiria conducirá a un inevitable "colapso territorial" y "subordina las comarcas y pueblos al papel de espacios de tránsito, transformando la práctica totalidad del territorio en suelo edificable u ocupable por infraestructuras". Estos agentes sociales destacan que la autoría del informe del gobierno corresponde al Taller de ideas de Alfonso Vegara, ligado por un diario estatal a los negocios de Iñaki Urdangarin y patrono de la Fundación Metrópoli.

Este organismo planteó para Málaga un proyecto que incluía un "puerto digital", una "ciudad tecnoindustrial", "fusion hubs", una "avenida de la tecnología" o "ecosistemas de innovación", conceptos que según la revista El Observador fueron calificados por personalidades de la ciudad y medios de comunicación como "humo" y "una tomadura de pelo".

Frente a las DOT del Taller de Ideas y del Gobierno Vasco, estos sindicatos y organizaciones sociales y ecologistas presentaron en el Parlamento un manifiesto que defendía un modelo territorial regido por cuatro parámetros. El primero es el redistributivo, y en ese sentido se plantea la dotación a las comarcas y cuadrillas de una mayor "capacidad de intervención y auto organización", y asegurar el acceso de todos sus habitantes a la alimentación, la sanidad, la educación o la cultura sin tener que recurrir la "movilidad obligada".

La multifuncionalidad es otro de los pilares planteados en el manifiesto. Así, se critica el "monocultivo agroganadero-forestal, industrial, logístico, energético, urbanístico y turístico", y por ello defiende que cada comarca debe ser "compleja y lo más autosuficiente posible". Para ello plantea estimular el empleo local, los servicios, los planes estratégicos propios, la soberanía alimentaria o la gestión de recursos y servicios en este ámbito comarcal. Un tercer cimiento para el desarrollo futuro ha de ser, a juicio de estos movimientos, la solidaridad, que es imposible fomentar si para mantener el desarrollo de la ciudad se crean ámbitos geográficos "de primera y de segunda", donde "los territorios externos a la urbe acaban soportando sus externalidades y disfuncionalidades, como incineradoras, térmicas o vertederos".

El último punto que defiende el manifiesto es la sostenibilidad, y por ello propone un modelo que reduzca el consumo de suelo, energía, movilidad o materiales, así como las emisiones a la atmósfera, con el fin de disminuir la huella ecológica sobre el territorio.