Vitoria. El lehendakari aún desconoce cuándo podrá reunirse con Mariano Rajoy, pero sí tiene claro qué le va a decir al nuevo presidente del Gobierno. Patxi López afirmó ayer en ETB que tratará de convencer al mandatario popular de que flexibilice su política penitenciaria porque, a su juicio, es lo más inteligente para consolidar la paz en Euskadi, y porque así lo demanda la inmensa mayoría de la sociedad vasca.

"La política que se necesita en el País Vasco para que ETA desaparezca definitivamente y que a esto lo acompañe toda la sociedad vasca es una política de Estado, y creo que hay un consenso en el conjunto de la sociedad de que con otra política penitenciaria podemos avanzar. Mi obligación es trasladárselo así al Gobierno de España y tenderle la mano para que sea posible", afirmó el lehendakari.

Así, el sentir social contra la dispersión de los presos de ETA ahora que la violencia política ha terminado para siempre cobra carta de naturaleza y se convierte en la demanda del Gobierno Vasco y de la inmensa mayoría de los partidos de la CAV ante el Ejecutivo entrante, el que tiene que emprender la difícil tarea de consolidar la paz en Euskadi. Tan sólo UPyD se opone realmente a una medida que la propia dirección del PP vasco entiende lógica, aunque no agradable. Esa cuasi unanimidad que venderá López a Rajoy, junto con el apoyo expreso del PSOE en Madrid a un cambio en la política penitenciaria, le allanará el camino al gallego ante una opinión pública española muy sensibilizada con el terrorismo y que en un porcentaje importante ve la equiparación entre los presos comunes y los de ETA como un privilegio. El hecho de que el entorno del Acuerdo de Gernika abogue por una amnistía total para los reclusos de ETA abunda en esa sensación de cautela ante los cambios penitenciarios, pero en todo caso ha dejado de ser una reclamación políticamente incorrecta.

López, además, trata de erigirse en portavoz de esa demanda -"mi obligación es trasladárselo así al Gobierno"- desde después del verano, cuando en el Pleno de Política General de finales de septiembre habló abiertamente, por primera vez, de la necesidad de flexibilizar el tratamiento a los reclusos de ETA. Aún restaba un mes para que la banda comunicara oficialmente que lo dejaba, pero hacía ya muchos meses que la oposición reclamaba liderazgo a un lehendakari cuya actitud al respecto hasta entonces fue interpretada como excesivamente cautelosa, inmovilista o incluso como una muestra de indolencia, según quién opinara al respecto.

Desde octubre, en cambio, la estrategia de López con respecto al futuro de Euskadi pasa por pedir el acercamiento de los presos, y también por dar cauce político a la izquierda abertzale. Ayer afirmó que dado el contexto actual, le sorprendería que el tribunal Supremo no permitiera a Sortu presentarse a las elecciones como cualquier otra formación.

punto de inflexión Tras aquel pleno parlamentario que supuso un punto de inflexión, sus mensajes con respecto a la recuperación de la convivencia han tomado un cariz mucho más transversal, pero eso no le bastará para liderar el camino hacia una nueva sociedad vasca. Por lo pronto, Mariano Rajoy ya ha cerrado una reunión con el presidente del PNV, Iñigo Urkullu, lo que resucita los fantasmas del ninguneo al lehendakari en favor de los jeltzales que Zapatero ejercitó con profusión en los últimos tres años.

El nuevo presidente ha concertado cita con el PNV -que al contrario que el PSE lleva muchos meses cultivando su relación con Génova- pese a que tiene pendiente contrastar agendas con el Gobierno Vasco, un gesto que de confirmarse tendrá su repercusión en la política vasca, ahora que nacionalistas y socialistas han arrancado el año especialmente enzarzados. En ese sentido, ayer el lehendakari quiso quitar hierro a la última polémica con Urkullu, en torno a sus palabras sobre el Gobierno Vasco "de verdad", asegurando que "lo dijo como lo dijo", que "ha rectificado" y que "esa es una idea que ya nadie comparte en este país".

López corre el riesgo de verse desairado una vez más, pero aún así siente el respaldo de los populares vascos y ayer repetía, por enésima vez en las últimas semanas, que agotará la legislatura "porque hay muchas cosas que hacer que no pueden estar al pairo de que alguien esté permanentemente profetizando" lo contrario.

Una de las razones que le llevan a confiar en la lealtad de Basagoiti es precisamente la postura del PP vasco con respecto a los presos de ETA, inmovilista en las salas de prensa, pero más moderada en los pasillos. "Incluso entre alguna gente del PP", dijo López, se defiende una normalización de la situación de los reclusos de la banda sin "violentar ni cambiar la propia legalidad".