Vitoria. Padre de la Constitución, timonel del tránsito de la derecha desde el franquismo a la democracia, un hombre de Estado... Son algunas de las definiciones más escuchadas en estas horas posteriores a la muerte de Manuel Fraga, lideradas fundamentalmente por los dirigentes del PP, con el Gobierno de Mariano Rajoy al frente, pero secundadas en parte también por representantes del PSOE. "En tiempos de tanta pequeñez, es importante que tengamos presente a los grandes", decía ayer el expresidente del Gobierno, José María Aznar.
Sin embargo, Manuel Fraga fallecía el domingo por la noche en su domicilio de Madrid dejando tras de sí un reguero de cuentas pendientes, con la democracia y con la sociedad, también con una Justicia, la española, que en los escasos intentos que ha hecho por investigar los crímenes de la dictadura de Franco y reparar a sus víctimas se ha topado con un eficaz muro. Incluso Baltasar Garzón lo probó en propias carnes. De hecho, Fraga muere días después de que la Comisión por la Recuperación de la Memoria Histórica (CRMH) de A Coruña tratara de que el exministro franquista fuera investigado en la causa que una juez de Argentina instruye por crímenes de la dictadura española. Paradojas.
Y es que difícilmente sesenta años en la política, la mitad de ellos participando activamente de un régimen dictatorial, pueden acabar sin presentar sombras en el balance vital de un político que ocupó la primera línea de la actividad institucional española durante cuarenta años. Y en el caso de Fraga, las sombras se convierten en negros recuerdos y vergonzosos silencios en Gasteiz, al traer a la memoria los cinco trabajadores muertos con los que saldó la cruel carga policial que bajo su mandato al frente del Ministerio de la Gobernación se produjo el 3 de marzo de 1976. Lo recordaba ayer por ejemplo Gaspar Llamazares (IU): "No olvido la dictadura franquista y a sus víctimas, ni la resistencia a una transición amenazada y tutelada. La calle y el Estado ciudadano".
La matanza del 3 de marzo
"Hemos contribuido a la paliza más grande de la historia"
Gasteiz 1976 es uno de los asientos de su Debe que, en cualquier caso, no es el único. Sucesos como el de Montejurra, en mayo de ese mismo año, o el fusilamiento del dirigente comunista Julián Grimau en 1963, así como la muerte del estudiante Enrique Ruano en 1969, son algunos de los episodios más destacados que salpicaron su biografía como ministro de Franco, de una dictadura que nunca llegó a condenar expresamente. Pero su transición personal a la democracia tampoco estuvo exenta de claroscuros, como su oposición a la legalización del Partido Comunista o su contradictoria participación en la gestación de la Constitución de 1978, más por necesidades políticas -en un hábil ejemplo de camaleónica supervivencia política- que por convicciones del hombre que siempre aspiró a la Presidencia del Gobierno, tras haber intentado abrir la dictadura para adaptarla sin conmover sus cimientos -"el franquismo ha asentado las bases para una España con más orden", decía en 2007- y verse luego superado por el avance de la democracia y por la figura de Adolfo Suárez.
Muere Manuel Fraga sin haber respondido jamás ante la Justicia por la matanza de Gasteiz; también sin haber rendido cuentas ante los afectados o ante la sociedad gasteiztarra, sin una sola disculpa. Fue claro sobre su percepción del asalto a la asamblea que se celebraba en la iglesia de San Francisco de Zaramaga el que era máximo responsable de orden público en la época en una entrevista en TV3 en 2003: "No puede decirse que la actuación fuera excesiva en aquellos momentos. Fíjese usted cómo han actuado ahora los rusos en un incidente serio", refiriéndose al hablar de "incidente serio" al asalto, por parte de 40 terroristas chechenos armados a un teatro ruso en 2002, en el que tomaron como rehenes a 912 personas y murieron 125 rehenes y casi todos los componentes del comando.
"Esto es la guerra en pleno, se nos ha acabado la munición"; "hemos contribuido a la paliza más grande de la historia"; "aquí ha habido una masacre", son algunas de las frases -captadas para la historia por un radioaficionado- con las que un mando de la Policía informaba a otro sobre lo sucedido aquel fatídico día. Pero nadie nunca rindió cuentas ante un tribunal por ello. "No fue casual, tenía tres tiros en la espalda y otro que le había levantado la tapa de los sesos", relataba para DNA hace casi siete años el padre de Francisco Aznar, 17 años de edad, el más joven de los cinco hombres que perdieron la vida aquel negro 3 de marzo de hace casi 36 años, junto a Romualdo Barroso, Pedro María Martínez de Ocio, José Castillo y Bienvenido Pereda. Los heridos alcanzaron el centenar.
De Montejurra a Ruano
"La calle es mía"
Apenas dos meses después, con Fraga proclamando "la calle es mía" ante el intento de la oposición de manifestarse el Primero de Mayo, tienen lugar los incidentes durante la romería carlista que anualmente se celebraba en Montejurra, en los que fuerzas de extrema derecha con la pasividad de la Guardia Civil atacan a los seguidores de Carlos Hugo de Borbón, ataque que salda con la muerte a tiros de dos personas: Aniano Jiménez y Ricardo García. Bajo la Ley de Amnistía de 1977 quedaron en libertad los tres acusados por estas muertes, después de que en el proceso los abogados de la acusación intentaran sin éxito que Fraga testificara, pero la Audiencia Nacional reconoció a Jiménez y García como "víctimas del terrorismo" en 2003 y una de las viudas recibió la Medalla de Oro de Navarra.
Los claroscuros de su biografía se remontan también a su época como ministro de Información y Turismo, periodo durante la cual se produjo el fusilamiento en 1963 de Julián Grimau, dirigente comunista acusado de crímenes durante la Guerra Civil. Durante su detención, fue arrojado por la venta desde un segundo piso. La versión oficial, a la que puso voz Fraga como ministro de Información, aseguró que Grimau se lanzó al vacío motu proprio. Otro episodio, seis años después, lo protagonizó el estudiante y militante antifranquista Enrique Ruano, fallecido también cuando estaba en manos de la Brigada Político Social por repartir propaganda contra el régimen. La familia logró reabrir el caso en 1996 aunque los tres policías encausados fueron absueltos. El entonces director del diario Abc, Torcuato Luca de Tena, confesó que Manuel Fraga le ordenó manipular informaciones para asentar la tesis del suicidio.
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"La calle es mía"
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en un pleno EN GALICIA, INTERPELADO PARA condenar las dictaduras argentina y chilena