El acuerdo por el cambio rubricado por PSE y PP hace dos años ha sobrevivido al enconado enfrentamiento al que ambos partidos se han abonado en Madrid, un oasis que se enfrenta ahora a las divergentes valoraciones suscitadas por el alumbramiento de un nuevo partido en el seno de la izquierda abertzale. Fuentes populares consultadas por DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA aseguran que ahora no toca hablar del futuro del acuerdo con los socialistas vascos, aunque no ocultan que si la plancha de la izquierda abertzale logra franquear la barrera judicial, llegará el momento de analizar su continuidad.

Y es que ambos partidos coinciden en exigir hechos y nuevos pasos a Sortu -entre ellos la implicación directa en el fin definitivo de ETA-, pero las visiones difieren a la hora de adjetivar la creación de la reciente formación. En tan sólo una semana -el Palacio Euskalduna albergó el lunes la puesta de largo del partido- se han sucedido un cúmulo de capítulos que han derivado en el registro del partido en Madrid y la paralización de este trámite a cargo del Ministerio del Interior anunciada el viernes por Alfredo Pérez Rubalcaba. Así las cosas, el mensaje de los socialistas, tanto en la capital española como en Euskadi, se centra ahora en dejar trabajar a los tribunales para que se pronuncien sobre las impugnaciones que cursarán la Fiscalía y la Abogacía General del Estado.

Ése es al menos el discurso oficial, pero entre los dirigentes socialistas no escapa la creciente presión ejercida por el PP para que el Gobierno realice los deberes necesarios de forma que el fallo del Tribunal Supremo no pueda ser otro que un nuevo portazo a las ansias abertzales por regresar a la arena política.

En esta intensa semana, los mensajes populares de Madrid y Vitoria han mostrado unas inusitadas diferencias que no han tardado en ser matizadas. Frente a la posición inquebrantable del "más de lo mismo" y la amenaza con romper la unidad fraguada en forma de apoyo a la política antiterrorista del Gobierno de Zapatero si Sortu veía la luz electoral, el secretario general del partido en Euskadi, Iñaki Oyarzábal, sorprendió a propios y extraños con su visión de "un horizonte de esperanza" y la "generosidad" que vaticinaba desde su filas ante la nueva escena política. Sólo 24 horas después de ofrecer esta lectura política, su amigo y presidente el PP en Álava, Alfonso Alonso, se encargó de tamizar el mensaje de Oyarzábal para asegura que el discurso del partido conservador en Madrid y Euskadi es "básicamente" el mismo. Esta concordancia no ensombrece el margen de maniobra del que ha disfrutado Antonio Basagoiti respecto a Génova desde que tomó las riendas del partido en sustitución de María San Gil. Ahora bien, la recta final de las elecciones municipales y forales dibujan un escenario que sobrepasa estos límites y que debe suponer para Mariano Rajoy una sólida lanzadera de cara a mantener las diferencias favorables en intención de voto que las encuestas otorgan hoy en día al líder conservador.

En este camino, Génova no quiere dejar ningún cabo suelto que dificulte el asalto a La Moncloa previsto para el próximo año. Y la situación política en Euskadi puede resultar determinante. Dirigentes de PSE y PP coinciden en diagnosticar un "buen estado de salud" del pacto por el cambio rubricado tras las elecciones autonómicas, a pesar de que rotativos madrileñas aseguran ya que la presencia de la exBatasuna en los próximos comicios supondría el fin de esta alianza. El aviso a navegantes podría dilatarse en el tiempo, ya que estas mismas fuentes consideran que Sortu sólo es la "primera liebre" puesta en marcha en la carrera electoral que, según apuntan, se resolverá en el Tribunal Constitucional, dando por hecho que el Supremo cerrará las puertas a la alternativa presentada por la izquierda abertzale la semana pasada en Bilbao.