Bilbao. Fuera de su estrategia. En ese punto colocó la izquierda aber-tzale ilegalizada la kale borroka el pasado mes de agosto, coincidiendo con un rebrote de este tipo de incidentes y después de una oleada de ataques en Vitoria, Andoain, Azkoitia y Zarautz. En ese momento, este sector político elaboró un comunicado en el que, sin referirse a ello utilizando el término kale borroka, venía a separarse de una "sucesión de hechos", argumentando que está clara su "apuesta inequívoca por un Proceso Democrático con la utilización de vías exclusivamente políticas y democráticas", "por lo que cualquier acto que rompe esta estrategia se sitúa fuera de la misma". En sus últimos documentos internos, la izquierda abertzale tradicional mantiene ese desmarque en los mismos términos, pero con un matiz añadido a la toma de posición pública realizada este pasado verano: no pone en duda la legitimidad de este "modo de lucha", sino su "oportunidad política". "Por eso en esta fase descartamos formas de lucha que en lugar de fortalecernos políticamente crean dudas y contradicciones en una base social que queremos lo más amplia posible", justifica en un documento reciente al que ha tenido acceso este periódico.
La referencia que se realiza en el documento a la fase en la que se encuentra esta sensibilidad política resulta fundamental para entender el posicionamiento adoptado ante una kale borroka que en otros momentos de su historia más o menos reciente sí ha contado con un espacio propio en la estrategia a seguir o ha gozado de la permisividad de la dirección de la izquierda abertzale tradicional. Esta última está ahora inmersa en una etapa de socialización de su compromiso con las vías exclusivamente políticas y de búsqueda de apoyos en otras formaciones políticas y agentes sociales. Y sabe que los ataques e incidentes pueden desestabilizar por completo la acumulación de fuerzas que persigue en estos momentos para avanzar en lo que ha venido a llamar "Proceso Democrático". Porque la kale borroka siempre ha recibido el rechazo de los compañeros de viaje que busca este sector político, ya sea EA, Alternatiba o Aralar, con los que suscribió el Acuerdo de Gernika.
En la argumentación que emplea para la defensa de esta postura se habla también de otro riesgo paralelo a esa posible pérdida de respaldo social, apuntando la dificultad existente para verificar la procedencia de los autores de los ataques. "Son formas de lucha peligrosas, porque tampoco se sabe quién está tras ellas, hasta el punto de que se crean sospechas si no son obra del propio enemigo".
Así, el texto al que ha tenido acceso este periódico va más allá en estas insinuaciones de "intencionalidad política de romper la dinámica reivindicativa", como definieron en su comunicado público de agosto. Y también más allá de las palabras del alcalde de Elorrio, Nico Moreno, en esas mismas fechas, cuando aseguró que los incidentes de esos días "están siendo hechos cuyo origen desconocemos y además no sabemos muy bien a qué pueden responder", al tiempo que les atribuía una intencionalidad política, "porque han surgido de repente y no estamos viendo qué es lo que puede haber detrás de ellos".
confrontación democrática La acumulación de fuerzas que la izquierda abertzale considera que puede poner en peligro la kale borroka forma parte de lo que viene a denominar "confrontación democrática" ante "la violencia de los Estados". De ahí la importancia de suprimir manifestaciones violentas de ese tipo en la estrategia a seguir. Como remarcan en su documento interno, "tanto los instrumentos de lucha como los recursos humanos, las formas o los plazos habrá que ponerlos al servicio" de su objetivo.
Esta meta la resume así: "Sirviéndonos de esas vías políticas y democráticas, tenemos que acumular fuerzas también en el ámbito de la respuesta a la represión y la violencia de los Estados. Tenemos que sumar sectores sociales y conseguir respuestas masivas que creen costes políticos a los represores y a quienes los secundan. Para ello, preferimos no regalarles la foto que les interesa, de un sector minoritario que responde y es reprimido de un modo contundente, y buscar la foto que a nosotras y nosotros nos sirve para seguir avanzando en el proceso a pesar de dichos costes represivos. Hay que sacar a la calle a toda esa gente que no está de acuerdo ni con la represión ni con la continua vulneración de derechos que se produce impunemente en Euskal Herria".
La búsqueda de apoyos se basa también en el convencimiento de que la izquierda abertzale oficial necesita "acumular el máximo de gente posible tras su proyecto como principal garantía de éxito de este proceso". Un proceso en el que, además de esa acumulación de fuerzas, persigue también el establecimiento de unas "condiciones democráticas" que se enumeran colocando en primer lugar la declaración de un alto el fuego de ETA "permanente y verificable por agentes internacionales". El resto de esas condiciones democráticas serían la asunción de los principios por parte de todos los agentes en el marco de la negociación política; el respeto a los derechos civiles y políticos; la anulación de "las leyes de excepción que castigan a los presos políticos vascos"; el traslado inmediato de estos últimos a centros penitenciarios ubicados en los territorios vascos; la "desactivación de las herramientas y leyes que posibilitan la represión política" -en clara referencia a la derogación de la Ley de Partidos-; la "desaparición de amenazas contra todas las personas"; y la "reparación de todas las víctimas".
"Son formas de lucha peligrosas, porque tampoco se sabe quién está tras ellas", dice el documento interno
Este sector político ya aseguró en agosto que los ataques de este tipo no tienen cabida en la actual estrategia
Insta a poner al servicio del objetivo marcado "todos los instrumentos de lucha" y los recursos