vitoria. El PSE aspira a que sus Presupuestos para 2011 salgan del Parlamento Vasco con 68 votos positivos de los 75 posibles en la Cámara, y para lograrlo debe introducir en las Cuentas el sello de un PNV que ha puesto sobre la mesa 181 enmiendas parciales.

Los socialistas han de encontrar el difícil equilibrio que satisfaga, cualitativa y cuantitativamente, los deseos de los jeltzales, sin desvirtuar el pacto presupuestario firmado con el socio preferente, el PP, que debe dar el visto bueno a cualquier acuerdo al que llegue el Gobierno con otros partidos.

El jueves el consejero de Economía, Carlos Aguirre, y los parlamentarios jeltzales Ricardo Gatzaga-Etxebarria y Joseba Egibar, mantuvieron una breve reunión concertada por el Gobierno en la que el PNV expuso sus aportaciones a las Cuentas. Aguirre abrió la mano a la aprobación de un par de enmiendas de escasa cuantía y emplazó a los nacionalistas a esperar hasta el lunes para escuchar la contraoferta del PSE.

Ese mismo lunes el PP vasco celebrará sus maitines, una Ejecutiva -también el EBB se reunirá esa tarde en Sabin Etxea- en la que se tomará una posición con respecto a las enmiendas del PNV, con una premisa básica. "Aún no tenemos una posición fijada, pero no vamos a jugar a buscar mayorías que alteren el acuerdo presupuestario", indica el secretario general de los populares de Euskadi, Iñaki Oyarzábal, quien explica que la decisión última sobre cuántas enmiendas jeltzales se aprueban y por qué cuantía se tomará "de forma conjunta" con el PSE, como establece el acuerdo de bases.

Oyarzábal asegura que muchas de las enmiendas del PNV son similares a las suyas, especialmente en las áreas de Sanidad, Educación, apoyo al comercio o subvenciones -ambos proponen que la aportación a los festivales de jazz de Vitoria y de cine de San Sebastián no disminuyan-, y que por tanto "lo coherente sería votar las nuestras", habida cuenta de que son el socio preferente.

Los populares tienen un importante peso en el Gobierno Vasco que puede quedar eclipsado si se llega a un acuerdo con los jeltzales para abrir paso a una aprobación mayoritaria del Presupuesto, una circunstancia muy favorable para los socialistas, pero indiferente e incluso contraproducente para el PP.

Sin embargo, la cuestión no se limita al ámbito estrictamente político. Tanto desde el Gobierno como desde el PP se asegura que la admisión de las enmiendas del PNV no puede alterar "la geometría" presupuestaria, pues las Cuentas están ya cerradas y cualquier movimiento importante de dinero podría afectar a otras partidas que unos u otros pueden considerar intocables.

Por ello, los populares consultarán con los responsables de cada departamento la afección que puede suponer cada enmienda sobre las Cuentas de 2011. "Podemos respaldar algunas enmiendas por coincidir con las nuestras, pero no vamos a comprometer el gasto, muchas de esas enmiendas contemplan un aumento de las partidas y eso puede trastocar el Presupuesto", señala Oyarzábal.

Fuentes del PSE aseguran en ese sentido que hay "poco margen" para negociar, como ocurrió con el propio PP, cuyas enmiendas conjuntas con los socialistas, pese a tener en algunos casos un carácter muy simbólico -impulso al modelo A, ayuda a la FP, inversiones en Sanidad y Educación-, no son especialmente caras. Suponen, concretamente, 32 millones de euros en un Presupuesto que supera los 10.500 millones.

En todo caso, desde Lehendakaritza se asegura que "la disposición" hacia el PNV "es buena", aunque ese escaso margen económico también lo es desde el punto de vista temporal. Al día siguiente de que el PP tome posición, arranca la Comisión de Economía en la que PP y PSE decidirán durante dos maratonianas jornadas cuáles de las 1.400 enmiendas parciales presentadas por los grupos políticos se incluyen en las Cuentas del lehendakari.

El año pasado apenas se abrió la mano a unas pocas aportaciones de la oposición. PSE y PNV habían firmado un pacto de estabilidad, no reeditado de forma oficial este año, que garantizaba la abstención de los jeltzales. Este año el PSE quiere ir más allá y busca el voto positivo nacionalista al albur del pacto con PNV-Zapatero y aprovechando su propio peso en las juntas generales, pero resta conocer qué precio están dispuestos a pagar los socialistas y, sobre todo, el PP.