Voltaire defendía que quien revela el secreto de otros pasa por traidor y quien revela el propio, por imbécil. La discreción, fundamental en las conversaciones políticas de calado, es una clara muestra de esta aspiración que no siempre es conducida de la mejor manera.

Con los focos apuntando hacia el PSOE y sus posibles contactos con la izquierda abertzale, además del fondo las formas se antojan imprescindibles para no dejar lugar a las dudas sobre la apuesta por esta vía o su rechazo. El discurso oficial del Gobierno español y del partido que lo sustenta se enmarca en esta segunda versión, aunque no faltan fisuras. La última llegó ayer por boca de la secretaria de Política Internacional y Cooperación de los socialistas, Elena Valenciano, quien negaba en una entrevista en Europa Press la existencia de "conversaciones formales" de sus compañeros de afiliación en Euskadi con ex miembros de Batasuna. El adjetivo empleado avivó las aguas socialistas y unas horas después la dirigente recurría de nuevo a la agencia de noticias para matizar que no hay conversaciones "formales ni informales" e intentar sofocar el revuelo causado. En su afán por alejar cualquier atisbo de dudas, Manuel Chaves, en calidad de vicepresidente del Ejecutivo, ofrecía su capote a la secretaria e insistía en la versión matizada.

Pero la confusión era ya patente, y no desde ayer, sino desde que diferentes voces de agentes políticos avalaran desde su experiencia los contactos entre las partes. El Partido Popular ha sido el que con más insistencia ha sobrevolado la tajante afirmación de su compañero y ex ministro de Interior, Jaime Mayor Oreja, acerca de contactos de Zapatero con el entorno de "ETA-Batasuna". Aunque de forma menos explícita, las acusaciones de los diferentes dirigentes conservadores se repiten un día sí y otro también, con protagonismo ayer para el jefe de filas en Gipuzkoa, Borja Semper, y el portavoz parlamentario, Leopoldo Barreda, quien afirmó en los micrófonos de Onda Vasca-Grupo Noticias que de confirmarse la existencia de un proceso negociador estaríamos ante "un escenario incompatible con el pacto que tenemos en el País Vasco" con los socialistas.

El aviso a navegantes no es nuevo, pero ha cobrado especial importancia entre las filas populares desde que la dirigente abertzale y alcaldesa de Hernani, Marian Beitialarrangoitia, rehusara esta misma semana desmentir si existen los citados contactos con los socialistas. Tres cuartas partes de lo mismo sucede con la visión positiva que el mediador sudafricano Brian Currin otorga al acercamiento de presos de cara a lograr la paz y sus comentarios sobre la fluida relación que mantiene con el Ministerio del Interior.

El PP exige explicaciones para seguir apostando por la suma constitucionalista que acabó con la hegemonía jeltzale al frente del Gobierno Vasco y, de paso, azuza al PSE ante la proximidad de una nueva cita con las urnas. A Zapatero le toca mover ficha para acallar estas voces.

visión policial

División de opiniones

Al margen de los partidos políticos, las dudas sobre si el Gobierno español mantiene conversaciones con la izquierda abertzale, que podrían desembocar en un nuevo proceso de paz, también alcanzan a los cuerpos policiales. Y, además, con versiones contradictorias.

Mientras los portavoces del Sindicato Unificado Policial (SUP) niegan que la política penitenciaria desarrollada por el Gabinete de Zapatero esté relacionada con la existencia contactos que tengan a la izquierda abertzale como interlocutor, sus compañeros de la Confederación Española de Policía (CEP) echan la vista atrás para asegurar que "los antecedentes" hacen pensar que esos contactos "vuelven a existir".