AÚN es pronto para saber si las investigaciones por presuntos casos de corrupción y espionaje marcarán un antes y un después en la longeva historia del PNV, pero la derivada política de la imputación judicial de dos burukides alaveses ha quedado patente en el estado de salud de la Ejecutiva jeltzale en este territorio.
La inicial incertidumbre de los afiliados peneuvistas estuvo acompañada de la aparición de voces discordantes con la dirección que han tenido la oportunidad de demostrar su creciente falta de sintonía a la hora de elegir al candidato del partido para ocupar la Alcaldía de Vitoria-Gasteiz. De forma insólita, el aspirante avalado por el Araba Buru Batzar veía como las bases agrupadas en asambleas municipales se alejaban de una voz homogénea para dar cabida a la alternativa que representaba la portavoz municipal. Dos nombres, Ramiro González y Malentxo Arruabarrena, que se han convertido en escaparates -a pesar de su mutua renuncia a la candidatura en beneficio de la elección de un aspirante de consenso- por un lado, de la fidelidad hacia el presidente peneuvista en Álava, Iñaki Gerenabarrena, y, por otro, de una firme oposición a su forma de gestionar la formación y, en especial, los citados casos judiciales.
La férrea disciplina de partido y el manto de la Ejecutiva bajo el que históricamente se han cobijado los militantes alaveses ha quedado resquebrajado a poco menos de un año para que la ciudadanía visite las urnas y elija a sus representantes municipales y forales. Sin resolver el entuerto de quién encabezará la lista jeltzale al sillón municipal, la pregunta que ronda la mente de los afiliados es el efecto que esta insólita desunión, así como los litigios judiciales, tendrá en el electorado, sobre todo en unos comicios municipales donde el PNV pasó hace tres años de estar representado por nueve concejales -mismo número que el PP, el partido del Gobierno por aquel entonces- a limitar su presencia a seis ediles.
Miembros del partido con los que ha tenido la oportunidad de dialogar este periódico comparten que la llegada del mes estival por excelencia será una gran ocasión para intentar apaciguar las aguas y ultimar para septiembre un cierre de filas en torno a la siglas jeltzales que evite la fuga de votos. No obstante, estas mismas fuentes reconocen que se prevé un "otoño caliente" en el ABB que Gerenabarrena estará obligado a lidiar.
Y es que, además de la incertidumbre creada tras el retraso en la confección de la plancha electoral del Ayuntamiento de Gasteiz, a partir de próximo mes llegará también el momento de designar a los representantes de la formación jeltzale en el resto del territorio. Otra prueba de fuego para comprobar si los hombres del aparato siguen disfrutando del respaldo sin fisuras del resto de la militancia o si, por el contrario, el caldo de cultivo contrario a Gerenabarrena sigue los mismos derroteros en el resto de municipios alaveses.
En Sabin Etxea, por su parte, la opción elegida hasta ahora ha sido limitar la intervención de la Ejecutiva nacional como muestra de respeto a la autonomía territorial del ABB, con excepciones como la llamada al orden de Iñigo Urkullu al reclamar que los ex burukides imputados, Alfredo de Miguel y Aitor Tellería, números dos y tres del organigrama tejido bajo Gerenabarrena, entregaran sus carnés hasta que se demostrase su inocencia. Una llamada precedida en los mismo términos por el diputado general de Álava y candidato a la reelección, Xabier Agirre, a quien la militancia ve cada vez más alejado del presidente jeltzale en Álava en favor de su complicidad con el líder del partido.
Así las cosas, tras el otoño caliente y el invierno marcado por las consignas electorales, el paso por las urnas de vitorianos y alaveses se antoja decisivo para conocer si existirá una contundente reacción por parte de Sabin Etxea, además de vislumbrar el rumbo que adoptará la Ejecutiva jeltzale en este territorio y, por ende, su presidente. No obstante, Gerenabarrena no deberá afrontar hasta finales del año que viene su reelección ante las bases del partido.