Vitoria. "Sin perjuicio de la contestación oficial" -que se remitirá "por el mismo conducto", es decir, otra vez por carta- el Gabinete López no quiso resistirse ayer a añadir el punto y seguido para zanjar el intento de esa "relación abierta y periódica" con el PNV que ambos partidos han tratado de llevar adelante para alcanzar "grandes acuerdos de país" y que los jeltzales remitieron el martes a las instituciones. Punto y seguido porque Sabin Etxea replicó horas después con un comunicado de Iñigo Urkullu.

Las heridas tras las últimas autonómicas han demostrado estar aún demasiado frescas como para que ambos partidos puedan mantener una relación fluida, con un PNV que reivindica el papel que le corresponde como partido más votado, y un PSE que, si bien busca la comodidad del respaldo de los votos jeltzales, en realidad "no lo precisa para la gestión ordinaria", como subrayaba el comunicado que ayer hizo público Lehendakaritza y que resume el contenido de esa última carta que pronto se recibirá en Sabin Etxea; documento que da perfectamente la medida de lo que ha sido este sorprendente enfrentamiento que ambas partes han mantenido a caballo entre los medios de comunicación y el correo certificado.

mismas ofertas, mismos reproches En el texto del Gabinete de Patxi López se reiteran los reproches que Lakua y el PNV se han cruzado durante estas semanas, al tiempo que se repiten las llamadas al diálogo y se intenta dejar claro que existe una mano tendida al acuerdo, en un contexto en que nadie quiere salir retratado como el responsable de llamar a rebato, menos aún en tiempos de crisis.

Así, el Ejecutivo lamenta que Urkullu -en quien personifican la decisión final del PNV de romper amarras con el formato bilateral- "renuncie una vez más a arrimar el hombro" y le acusa de haber tomado esta decisión porque prefiere "desgastar al Gobierno" a "colaborar responsablemente" con él, y de estar más preocupado por seguir intentando alumbrar "un proyecto soberanista" que por utilizar el pacto como herramienta de lucha contra la crisis. Sin embargo, al mismo tiempo, el Ejecutivo reitera su oferta de mano tendida; eso sí, dejando caer estudiadamente que ese contexto sólo se dará "si, en el futuro, el PNV tiene realmente el mínimo interés en intentarlo". De todas formas, más allá de la letra sobre la que se ha venido construyendo este peculiar desencuentro epistolar, la pugna por hacerse con la imagen de "liderazgo" ha sido el motor que latía tras cada reproche de uno y otro.

Hasta en tres ocasiones se dirige el comunicado del Gobierno Vasco al PNV como "el principal partido de la oposición", subrayando así qué lugar ocupa cada uno en la actual legislatura -en la respuesta de Urkullu se destaca que el PNV es "el primer partido del país"-, en un texto en el que además se incide en que el Ejecutivo no está dispuesto a "renunciar a la responsabilidad y al liderazgo que le corresponden", y que si busca al PNV para impulsar "esfuerzos conjuntos" en asuntos que van "más allá de la gobernación ordinaria", es porque quiere forjar "consensos de país", no porque "lo precise", recordando así que la mayoría que le garantiza su pacto con el PP le permite seguir gobernando, sea con el apoyo jeltzale o no.

salpicaduras Pero el bravo río que ahora mismo separa estas dos orillas no sólo se alimenta de la tinta que corre de una a otra sede en las sacas de los mensajeros, sino que se reedita con virulencia en Bizkaia. El último episodio, ayer mismo, se vivió en el Consorcio de Transportes de Bizkaia, al que el diputado general, José Luis Bilbao, y el viceconsejero de Transportes del Ejecutivo vasco, Ernesto Gasco, trasladaron esta confrontación. Ambos dirigentes se encelaron en un choque que se saldó con la decisión de Gasco de destituir a Bilbao de su cargo de presidente del Metro y ocupar él su puesto. "No se puede jugar a ser lehendakari todos los días como pretende Bilbao", dijo Gasco, a lo que el mandatario vizcaíno respondía apuntando a Lakua para pedir a López que "ponga orden en sus filas" entre dos departamentos (Transportes y Hacienda) que "no se hablan" o actúan de "mala fe", lo que da una idea de la relación que ambas partes amenazan con mantener, al menos hasta después de las elecciones.

Un episodio que Urkullu denunció también para criticar que el Gobierno Vasco "antepone su imagen y los intereses partidistas" al servicio a la sociedad y al diálogo. "Se equivocan si pretenden sacar al PNV de sus casillas o dejarle en evidencia ante la sociedad", apostilló.