La txapela es uno de los elementos más característicos del pueblo vasco. Aunque las hay de todos los colores y tamaños, no cabe duda de que es un complemento que define nuestra identidad.

Pese a que su uso es como prenda de vestir cotidiana es cada vez más escaso, aún hay personas que la portan con orgullo. A diferencia de lo que muchos creen, es un símbolo con un importante significado y mucha historia.

Un conocido influencer alavés, Guk Green, ha publicado en su cuenta personal de Instagram un vídeo en el que explica algunos secretos de la txapela. Este creador de contenido, acostumbrado a compartir información gastronómica, últimamente también está difundiendo temas culturales de Euskadi.

Una prenda con mucho significado

Como es bien sabido, los vascos siempre hemos usado txapela. Lo que la mayoría desconoce es que este complemento guarda muchas peculiaridades. Una de ellas es la forma de ponérsela, pues en todas las provincias es diferente y dice mucho de quien la lleva.

En Álava, a la txapela se le hace una ligera doblez o pico a la parte delantera, dejando intacto el resto del contorno.

En Bizkaia, debe ir siempre ladeada, de modo que un lateral se note más caído que el otro, ya sea a la izquierda o a la derecha.

En Gipuzkoa, la txapela no tiene ninguna doblez y se ve en todo momento uniforme desde todas las perspectivas.

Este vídeo, que ya supera los 3.000 ‘likes’ o ‘me gusta’ y casi 200 comentarios, forma parte de esta nueva faceta de Guk Green, en la que nos hace saber curiosidades de nuestra tierra que normalmente pasamos desapercibidas, pero que son de un gran valor cultural.

Los orígenes de la txapela

La txapela se generalizó como tocado civil en Euskadi a partir de la Primera Guerra Carlista (siglo XIX), principalmente reconocible por la figura del general Zumalakarregi, quien solía cubrir su cabeza con una boina de amplio vuelo.

Este complemento, gracias a su increíble textura, color y versatilidad, fue desplazando paulatinamente a los tradicionales sombreros al traje de ceremonia y convirtiéndose en el tocado preferido de tanto jóvenes como mayores.

A partir de mediados del siglo XIX, su fabricación semiindustrial en diversos puntos de la geografía vasca como Azkoitia, Tolosa y Balmaseda coincidió con la producción en algunas localidades de Bearne (sur de Aquitania), fomentando su auge.

Cuadro de Zumalakerregi con su habitual txapela Archivo

Breve evolución

A lo largo de los últimos años, el tradicional atuendo vasco ha estado acompañado de la txapela, en algunas ocasiones usándola desde la niñez hasta el final de los días y usada prácticamente en cualquier circunstancia.

Su influencia en la sociedad ha ido más allá de la estética y ha llegado a todos los niveles. Es más, hubo antaño iglesias en Lapurdi en cuyas paredes se podía ver largas hilera de boinas colgadas durante la misa mayor.

De igual manera, los espacios de reunión y esparcimiento como la plaza, el frontón o la feria eran siempre todo un océano de txapelas, una imagen una y otra vez captada por las primeras generaciones de fotógrafos.

Txapelas en una boda vasca Archivo

A finales del siglo XIX, la txapela dio un paso adelante en su popularización y fue más allá de los entornos rurales y trajes populares ligados a las tradiciones y el folclore vascos. En el ámbito urbano, la portaban los aristócratas y los reyes que visitaban algunas playas vascas.

Del mismo modo, los hijos de la burguesía local lo alternaban con el sombrero, al igual que los comerciantes e industriales en su rutina, y también la clase obrera, que lo convierte en uniforme de trabajo junto con el mahón y la alpargata.