Madrid - Combina la promoción de su libro, La química del odio, con su trabajo en televisión. Estos días ha vivido con intensidad los cambios en la política española.
No nos podemos quejar por falta de información política, ¿no?
-Para un periodista son momentos históricos y muy emocionantes. Hemos estado con la moción de censura dos días, había muchas incógnitas y creo que es algo que si te toca, lo vives con pasión.
Interesante para los periodistas y quizá no tanto si se afronta desde el punto de vista de los ciudadanos, que están un poco harto de los políticos.
-Me lo imagino, pero así funciona la vida política. Al final son los ciudadanos los que deciden en las urnas qué y a quién se vota. A los políticos los elegimos nosotros.
Cambiemos de tema y vayamos al programa que hoy empieza en Divinity, ‘Yo de mayor quiero ser...’
-Las niñas necesitan tener espejos en los que mirarse y que sepan que de mayores pueden ser lo que quieran: astronautas, físicas, quedarse en su casa si quieren... Se le ocurrió a Mattel (Barbie) la idea de que diferentes mujeres pudiéramos explicar a una niña la pasión que sentimos a la hora de hacer los que nos gusta y lo que hemos elegido.
En su caso, periodista o escritora.
-Escritora. He estado con Marta, una niña fabulosa que quiere ser escritora y para mí fue muy emocionante.
¿Quería ser escritora usted a la edad que tiene Marta?
-Marta tiene nueve años y a esa edad yo quería leer; era ya una lectora compulsiva y mi sueño era leer, leer y leer; pasarme el día leyendo. Supongo que lo de querer ser escritora fluye de manera natural después de ser tan amante de la lectura. Es un programa que sirve para resaltar que hay que luchar por lo que se quiere hacer.
Acaba de publicar un nuevo libro, ‘La química del odio’. ¿Cómo consigue tener tiempo para todo lo que hace?
-Cuando tu trabajo te apasiona puedes sacar tiempo. Tengo la suerte de trabajar en algo que me apasiona, que me gusta y no me importa dejar de hacer algunas cosas o quitarle horas al sueño.
Segunda parte de ‘No soy un monstruo’, ¿tan duro como el anterior?
-Es duro, pero no tanto. En No soy un monstruo desaparecían varios niños y, aunque emocionalmente no veías a esos niños ni sabías que les estaba pasando, la imaginación te jugaba malas pasadas.
¿Cómo es este último?
-En éste, hay una trama policial muy intensa, se habla de odios y muchos de los lectores van a ver a gente que conocen en esos entramados de odios que cosen a la sociedad. Los lectores con los que he tenido contacto me dicen que les gusta más que la anterior.
Le pilló la desaparición de Gabriel, el niño asesinado en Almería: en plena escritura del libro.
-Sí y con la promoción de la traducción portuguesa de No soy un monstruo. Los periodistas de Portugal me decían que lo que había escrito era el caso de Gabriel. Esta desaparición les impactó mucho allí, fue noticia de portada durante muchos días y estaban impresionados por la semejanza de mi primera novela con el caso.
¿Se trató bien este tema? Se manifestaron muchas críticas.
-Como periodista del informativo en el que yo trabajo en Cuatro, tengo la conciencia muy tranquila; nosotros siempre hemos contado casi de menos. La Guardia Civil ya nos insinuó varias cosas los días previos al desenlace, podíamos imaginar por dónde iban a ir los tiros y nunca lo contamos. Siempre tratamos el tema con máximo respeto.
Sin embargo...
-Al final es una noticia que interesaba a todo el mundo y tienes que contar lo que ocurre, siempre con el debido respeto. Fuimos, al menos en los informativos, muy respetuosos.
A nivel personal está usted de enhorabuena: ha recibido dos premios de referencia respecto al feminismo por su defensa de la igualdad.
-El Premio Rosa Manzano y el Premio del Consejo del Poder Judicial y estoy muy feliz porque han coincidido con toda la marea feminista y con la pérdida del rubor o la vergüenza al manifestar que el feminismo es la opción igualitaria que tiene que ser trasversal en toda la sociedad. Que me hayan dado estos galardones me hace mucha ilusión.
El 8 de mazo, las mujeres de todas las generaciones salieron a la calle.
-Yo me llevé a mi madre y a mi suegra. Mi madre se emocionó escuchando las historias de otras mujeres que nos íbamos encontrando en la manifestación. Para mí fue emocionante ver desde niñas pequeñas hasta mujeres de la edad de mi madre, también muchos hombres, luchaban por la igualdad.
El 8 de marzo fue una explosión, pero ¿qué pasa después? ¿Hemos hecho un paréntesis?
-No, mira todas las manifestaciones que hubo con la sentencia de La manada. Las cosas han cambiado, hay más conciencia; que muchos hombres y mujeres tomen más conciencia cuando hay manifestaciones machistas o políticas discriminatorias es importante. La igualdad no se consigue en un día.
Sin embargo, una parte de la judicatura no ha entendido mucho lo de la igualdad y el respeto.
-Yo me he leído la sentencia entera y todo el argumentario de los hechos que están probados es durísimo y creen la versión de la chica, es de los más duros que he leído...
¿Entonces?
-La tipificación del delito se ajusta al Código Penal, lo que hay que cambiar es el Código Penal.
¿Abuso o violación?
-¿Qué entendemos por abuso y qué entendemos por violación? A lo mejor hay que cambiar la palabra. ¿Que te toquen el culo en el Metro qué es? ¿Violación? ¿Abuso? ¿Cómo te sientes cuando un hombre te toca un pecho o se restriega contra ti en un transporte público? Esto ocurre y cómo debes sentirte, ¿acosada o violada? ¿Cómo deben sentirse tu estómago, tu cabeza o tu corazón? Quizá tengamos que cambiar la manera de llamar a las cosas y que eso cambie en el Código Penal.