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“Fake news’ o cuentos chinos han existido toda la vida de Dios”

Este espacio llega hoy a su tercera temporada y el periodista vasco lo recibe como un “regalo de fin de carrera” para satisfacer su “extensa curiosidad”

“Fake news’ o cuentos chinos han existido toda la vida de Dios”

Madrid - Cincuenta años de profesión le sirven a Iñaki Gabilondo para afirmar que el fenómeno de las fake news no es nuevo ya que “la intoxicación, la mentira, el globo sonda y el cuento chino han existido toda la vida de Dios”, pero ahora con una gran dimensión debido a las nuevas tecnologías. Así lo comenta con Efe con motivo del estreno de la tercera temporada de Cuando ya no esté. El mundo dentro de 25 años, que vuelve a #0 (Movistar+). Con esta serie, Gabilondo (Donostia, 1942) intenta arrojar luz sobre las grandes incógnitas del futuro y se lanza a desentrañar el nuevo periodismo convencido del “gran futuro” que le espera al oficio tras la revolución tecnológica en la que está inmerso.

¿Qué papel tendrán los medios de comunicación en ese futuro?

-Los medios bastante tienen con ver cómo flotan en el cambio que se está produciendo delante de sus ojos como si fueran espectadores del espectáculo, cuando están inmersos en la misma ola y metidos en una formidable transformación que está poniendo patas arriba las estructuras históricas que sostuvieron la actividad periodística. Los medios están viendo cómo sobrevivir. Yo no sé cómo van a hacerlo, ni qué tipo de fórmulas van a encontrar, pero sé que el periodismo sí va a sobrevivir y con un gran futuro, aunque aparecerá en cincuenta manifestaciones organizativas que no tienen absolutamente nada que ver con las que hemos conocido. Y va a sobrevivir seguro porque la gente se ha dado cuenta de que necesita identificar las señales de valor. Ahora mismo recibes tal cantidad de señales de todos los medios que vas a necesitar saber dónde colocar tu credibilidad y tu solvencia, y eso va a transformar las cosas, pero asegurará la supervivencia del oficio.

En la entrega sobre el nuevo periodismo habla con el director de ‘The Washington Post’, Martin Baron, que apuesta por recuperar los valores tradicionales y recordar que la credibilidad solo se consigue con tiempo y honestidad. ¿Comparte su opinión?

-Sí. Además, The Washington Post está metido, como todos los grandes periódicos, en un gran proceso de transformación. Y Baron deposita en ese cambio tecnológico grandes esperanzas, aunque no se detiene en las novedades tecnológicas, hace un discurso de tipo absolutamente tradicional y asegura que como hagamos muchas filigranas por aquí y se nos olvide que nuestro valor es la credibilidad y la independencia, estamos perdidos. Que no se nos olvide la clave de nuestra existencia en esta excursión enloquecida: o nos creen y nos consideran decentes y dignos de ser considerados o ya podemos hacer todas las filigranas de adaptación a las nuevas tecnologías que queramos, que no servirán de nada.

¿Cómo se recupera esa credibilidad perdida y la falta de confianza de la opinión pública?

-Eso es lo que no sé. Yo intento vivir lo más seriamente posible mi trabajo y lo más decentemente posible, no tengo una receta universal. Lo que sé es que en estas transformaciones cada ser humano va a ser desafiado con nuevas dificultades e interrogantes y a ver cómo los responde.

¿Cuáles son las grandes amenazas del nuevo periodismo?

-La primera es no encontrar la manera de sostener económicamente el tinglado, financiar una actividad objetivamente costosa como el periodismo. Y la segunda, creer que solo se sobrevive ofreciendo espejuelos llenos de colorines, mercancía muy ligera, muy rápida, muy digerible, muy a toda velocidad, muy de impacto fulminante... Por ese camino posiblemente vaya a hacerse más daño del que creo que se hace, y a lo mejor logra sobrevivir un poco y sacar migajas de la atención de la gente pero no su respeto ni su atención profunda.

¿Qué lugar ocupan la desinformación y las noticias falsas en los desafíos del periodismo?

-Enorme, pero forma parte del nuevo mundo. Creo que no ha pasado nada que no haya pasado toda la vida, pero con la globalización y las nuevas tecnologías ha adquirido una dimensión que se multiplica por cien millones y a una velocidad de vértigo, pero la mentira, el globo sonda, la intoxicación, el cuento chino han existido toda la vida de Dios. Ha sido descubierto como un activo y hay ya una industria de las fake news. No es que haya solo una serie de derivadas indeseables como consecuencia de las nuevas tecnologías, sino que hay pensamientos y estructuras de organizaciones dispuestas a manejar las falsedades de las noticias como una pieza de la batalla por el poder y eso me asusta.

¿Cómo nos defendemos de las noticias falsas?

-No es muy fácil responder porque lo primero es que tú no sabes que son falsas, las noticias no vienen con una bandera de color naranja diciendo “¡atención, noticia falsa!”. Vienen disfrazadas. Hay que desarrollar el criterio, la capacidad de observar... Puede haber organismos que establezcan unos controles pero en última instancia no se va a poder evitar la circulación que filtre información equivocada. Además, uno de los problemas de nuestro tiempo es que la sociedad es al mismo tiempo la más incrédula y la más crédula que ha habido en la historia, no se cree ni a su padre y a la vez se lo cree todo, por lo que tendrá que decidir si se hace más cauta o concede credibilidad a todo.

Algunos gobiernos han mostrado su voluntad de legislar sobre noticias falsas. ¿Es acertado?

-Puede ser, lo que no sé es si se puede acertar con un mecanismo capaz de controlar eso. Si se pudiera controlar me parece bien, pero no tengo mucha fe en que sea posible. No me parece mal que se estudie un sistema, pero es difícil imaginar que pueda encontrarse una fórmula.

¿Cree que el periodismo español ha bajado los brazos en relación al poder?

-En absoluto creo que cualquier tiempo pasado fue mejor, pero cada cual se dedica a idealizar su pasado. Antes había problemas que no hay ahora, ahora hay problemas que no había entonces; hay comportamientos inadecuados que antes no se daban pero siempre se han dado comportamientos inadecuados. No es verdad que el periodismo haya sido un maravilloso pájaro en libertad, limpio, puro, mondo y lirondo y que ahora se ha ensuciado porque han empezado a cagar encima los pájaros... No hay que desgarrarse las tripas pensando que este es el peor mundo posible porque es mentira.

¿Falta autocrítica?

-El periodismo nunca ha sido muy autocrítico. Dice que hay que controlar el poder, y así es, hay que controlarlo, pero entre los poderes que hay que controlar está el periodístico y no tenemos mucha práctica en eso.