El nuevo Ibiza dispone ya de motores gasóleo. Su comercialización promete reactivar el eterno debate entre diésel y gasolina, decantado últimamente hacia este último combustible. El posible cambio de tendencia viene propiciado por la remesa de avanzados propulsores TDI que anima al compacto de Seat. La quinta generación del superventas brilla gracias a la aportación de tres sigilosas, frugales y limpias facturas del motor 1.6, con grados de fogosidad acordes a sus rendimientos: 80, 95 y 115 caballos. El Ibiza diésel ofrece cuatro definiciones de producto sucesivas. Su tarifa oficial discurre de 16.530 a 21.320 euros, aunque puede reducirse sensiblemente con los descuentos por financiación.
Justo ahora que el gran público comenzaba a inclinarse mayoritariamente por las motorizaciones de gasolina, casi tan rentables y austeras como las de gasóleo, llega Seat a sembrar dudas con una excelente propuesta diésel para animar al Ibiza. El popular compacto, que acaba de estrenar la mejor entrega de su ya dilatada trayectoria, recibe un moderno y eficiente bloque TDI de cuatro cilindros y 1,6 litros. Sometido a tres reglajes electrónicos diferentes, procura otros tantos niveles de potencia consecutivos, que es como decir tres temperamentos distintos.
La ejecución más comedida, que suministra 80 caballos, resulta adecuada para usos poco intensivos. Disfrutarán de sus cualidades las personas proclives a recorrer distancias cortas y a practicar una conducción sosegada. En el otro extremo aparece la interpretación con 115 CV. Su sobredosis de potencia del 44% lo transforma casi en un deportivo, capaz de progresar de 0 a 100 km/h en 10 segundos. No obstante, siempre se ha dicho que en el medio se halla la virtud, y el Ibiza lo confirma con una variante con 95 CV que concilia buena parte de la efusiva elasticidad de la mecánica más poderosa con la frugalidad de la modesta.
Tampoco es que existan grandes diferencias de consumo y emisiones entre las tres ejecuciones mecánicas. Todas incorporan sistema Start&Stop, que desactiva el motor de forma automática en las paradas para ahorrar consumo y emisiones. Así pues, el Ibiza diésel agrada especialmente a quienes miran el bolsillo. La versión más solvente, que va vinculada a caja manual de seis marchas, reclama oficialmente 3,9 litros de gasoil cada cien kilómetros; las otras dos, conectadas a caja de cinco velocidades, se conforman con un promedio teórico de 3,8 litros (la variante de 95 CV puede montar también cambio DSG de siete relaciones).
Las secuelas medioambientales son, por tanto, bastante limitadas: 102 gramos por kilómetro de dióxido de carbono en la superior y 99 en las otras. La contaminación acústica es, asimismo, limitada. El Ibiza diésel destaca, en sus tres variantes, por un bajo nivel de decibelios y vibraciones, lo que contribuye a hacer más placentero su manejo.
Los Ibiza diésel asumen los mismos acabados de la gama gasolina. La alternativa más discreta y asequible disfruta un estimable equipamiento: airbags frontales y de cortina, cinturones de seguridad de tres puntos de anclaje con aviso de cinturón desabrochado, ABS + ESC + EBD + EBA, sensor de presión de neumáticos, limitador de velocidad, asistente automático de frenada en ciudad con detector de peatones, ayuda al arranque en pendiente, anclajes Isofix con Top Tether anti rotación de sillas infantiles en las dos plazas traseras, tres reposacabezas traseros ajustables en altura, ordenador, retrovisores y elevalunas delanteros eléctricos, encendido automático de luces de cruce, asiento del conductor regulable en altura, parachoques del color de la carrocería, retrovisores y manecillas de las puertas en color negro, faros halógenos con luces de día halógenas y llantas de acero de quince pulgadas con tapacubos integrales y kit de reparación de pinchazos.