El Countryman es el integrante del clan MINI al que menos le encaja el apellido. El proyecto más ambicioso de la gama se acerca a la madurez pegando un estirón -gana 20 centímetros de largo- que acrecienta su versatilidad. El aumento de talla (mide 4,3, de largo, 1,82 de ancho y 1,56 de alto) propicia una mejora generalizada de la habitabilidad, al tiempo que confiere al conjunto una dosis suplementaria de empaque. Los genes familiares continúan bien patentes en la silueta y en la provisión de tecnología de este SUV con aliño chic. MINI propone un reparto inicial integrado por dos motorizaciones diésel (150 y 190 CV) y otras dos de gasolina (136 y 192 CV), que dan a elegir tracción delantera e integral All4; antes de verano incorporará una variante deportiva John Cooper Works (231 CV) y otra con sistema de impulsión híbrido enchufable (224 CV), ambas con cuatro ruedas motrices. Disfrutar de este Countryman sobredimensionado requiere efectuar un desembolso mínimo de 27.800 euros; la interpretación más ambiciosa parte de 37.600.
Los concesionarios de MINI han comenzado ya a distribuir las primeras unidades de la nueva generación del modelo a la clientela más decidida y precoz. Esos compradores pioneros se encuentran un producto evolucionado, pero coherente con el propósito que lo inspira. La entrega contemporánea depara un automóvil que, sin renunciar a las señas de identidad claves, progresa en todas las facetas: formales, tecnológicas y dinámicas.
El todoterreno urbano consigue así equipararse a las creaciones estrella de la categoría. Últimamente, el auge de la corriente de diseño SUV acusa una cierta tendencia hacia los formatos de hechura escueta, talla que cultivan con entusiasmo las marcas Premium. El pionero de esta remesa de jóvenes y ambiciosos productos fue el Range Rover Evoque, al que ahora hacen la competencia el Mercedes-Benz GLA, el Infiniti Q30, el Audi Q2, etc.
Con todos ellos, y con algún que otro candidato de mayor envergadura, se topa un Countryman que asoma crecido gracias a su flamante y nueva hechura. Nueva sí, pero apenas diferente. Los responsables de la remodelación han eludido riesgos al optar por prolongar una línea de diseño que ya cosechaba un éxito notable. Eso sí, el de la remesa 2017, es mucho más coche que antes. El insólito incremento de tamaño -no es habitual que un salto generacional añada un palmo a la eslora- confiere al vehículo superiores posibilidades de utilización. Esos 20 centímetros extra, que dejan la longitud total del coche en 4,3 metros, se reparten entre la batalla (la separación de ejes aumenta 7,5 cm.) y los voladizos. Dado que también se ensancha ligeramente (añade 3 cm.), el Countryman hace gala de una habitabilidad bastante superior a la de la remesa precedente. Homologado desde siempre para cinco hipotéticos ocupantes, ahora está en plenas condiciones de garantizar un considerable grado de confort a cuatro adultos de buen año. Acompaña las habituales butacas delanteras de un asiento posterior con banqueta fraccionada deslizante (se desplaza 13 cm.) y respaldo abatible por partes. Los pasajeros tienen oportunidad de viajar acompañados de abundantes bártulos, fácilmente estibados en un cofre trasero de carga que admite 450 litros, 100 más que antes. Dicho maletero puede contar con sistema de apertura eléctrico por proximidad e instalar un accesorio extraíble que hace las veces de banco auxiliar biplaza.
El puesto de mandos se asemeja al de sus hermanos más recientes. Adopta el inconfundible sistema de control central, circundado por un anillo LED, que permite gestionar las constantes vitales del vehículo, el tacto de conducción y hasta la ambientación lumínica. El modelo sale de fábrica con dotaciones correctas: climatizador de doble zona, llantas de aleación, acceso y arranque sin llave, sensores de lluvia y luz, luces LED, etc. Puede completarlas añadiendo las más avanzadas opciones de asistencia a la conducción, conectividad y confort.