EL Active es una adaptación formal del proyecto i20 original en virtud de la cual el polivalente turismo compacto (mide cuatro metros justos) simula ser un todoterreno. Hyundai se ha contagiado con el virus crossover, causante de una moda que abarrota el mercado con turismos de inspiración 4x4. Avalada por una impecable reputación como constructora de todoterrenos, la casa coreana ha decidido probar fortuna con uno de esos automóviles trampantojo, que no son exactamente lo que aparentan. El resultado es una variante del i20 algo más vistosa y sugestiva, que acentúa las cualidades dinámicas del fiable y asequible utilitario de la familia.

La ambientación campera sienta muy bien a este coche. Excepción hecha de la ornamentación y de un leve realce de su plataforma (apenas dos centímetros), el Active es una reedición del virtuoso compacto. Con él comparte público y soluciones técnicas. Entre estas últimas no figura la posibilidad de instalar un sistema de tracción a las cuatro ruedas, ni siquiera un sistema de gestión electrónica de la tracción que emule algunas de las cualidades de estos. El i20 Active es, por tanto, una propuesta más estética y comercial que funcional. Su cometido es satisfacer una demanda originada por versiones similares recientemente lanzadas por otros fabricantes. Hyundai confía en que esta incorporación al catálogo, lejos de canibalizar clientes a su hermano con atuendo de calle, espolee las ventas de toda la gama.

Gracias al aderezo boyscout, el Active cobra una notoriedad visual superior a la de su gemelo convencional. La puesta en escena aventurera del i20 no esconde secretos. Hyundai tira de manual y reviste el contorno del vehículo con sutiles protecciones de fibra (bajos de puertas y pasos de rueda), al tiempo que eleva un poco su chasis y corona el conjunto con unas barras portaequipajes sobre el techo. El nuevo estilo requiere modificar la mitad de las piezas de la carrocería, pero no de la mecánica. Así pues, estrena paragolpes, parrilla frontal, protectores de bajos, alerón de popa, tapón metalizado del tanque de combustible, llantas, etc.

Menos evidente, aunque trascendente, es el aumento de dos centímetros en la distancia al suelo. Esa superior altura libre facilita algo el tránsito por superficies irregulares (una pista con roderas marcadas, por ejemplo) sin peligro de que el vehículo arrastre la panza. Hasta ahí llega toda su preparación off road. Esa mayor elevación implica reubicar los asientos delanteros, que deparan una postura más alta y erguida. Dicha posición favorece la conducción al propiciar un mayor dominio de cuanto acontece en el entorno del coche. Su interior puede disfrutar de ambientaciones que aportan vistosidad combinando distintas tonalidades (azul o naranja) con pedales metálicos.

La firma asiática jerarquiza la gama del i20 Active aplicando tres calidades de terminación. La alternativa más asequible, que aprovechando todos los descuentos posibles arranca en 13.650 euros, disfruta de interesantes dotaciones. Equipa, entre otras cosas, un buen bagaje de seguridad: seis airbags, controles de estabilidad y tracción, asistente de arranque en pendiente, anclajes Asofía para asientos infantiles, distribución electrónica de frenada con asistente de emergencia, reposacabezas delanteros activos, dirección con asistencia eléctrica variable, control de presión de neumáticos, etc. El acabado básico incluye, entre otros elementos, llantas de aleación de 16 pulgadas, luces antiniebla e iluminación diurna LED, ayuda al aparcamiento trasero, cuatro elevalunas y retrovisores eléctricos, aire acondicionado y radio CD con mp3.

Las dos ejecuciones superiores van agregando progresivamente complementos como llave inteligente y botón de arranque, climatizador, cámara de visión trasera, sensores de aparcamiento delanteros, alerta por cambio involuntario de carril, pantalla táctil con navegador, autoencendido de luces y limpiaparabrisas, etc.