Los clientes pueden elegir el color? siempre que sea negro". Esta frase para el mármol se adjudica al Henry Ford, fundador de la compañía que lleva su nombre y promotor de la fabricación en cadena. El hombre tenía mejor visión industrial que comercial. El tono de la pintura del coche es, para algunos, un asunto de capital importancia que provoca cambios opinión y justifica largas esperas. Los colores favoritos varían en función de los vaivenes de la moda, del tipo de vehículo, de la edad del comprador y (mucho más de lo que parece) de la zona de residencia. Hoy lo que se lleva es el blanco; ya se sabe: va con todo.

Basta con asomarse a la ventana para comprobar cómo proliferan los automóviles de este color, que hay quien considera la ausencia de los demás. No hace falta un sesudo informe que lo confirme. No hace falta, pero existe. Lo ha redactado Ford tras escrutar 500.000 operaciones de venta de 2013. Ese trabajo constata que sus parroquianos se han pasado del negro al blanco; un largo salto cromático para caer al lado. Lo elige uno de cada cuatro clientes del continente, uno de cada tres si son españoles. El sondeo detecta, asimismo, un ascenso en la demanda de tonalidades marrones y naranjas.

El dato del color en concreto, y el estudio en general, pueden parecer banales. No lo son. Ayudan a conocer el percal, lo que supone poder planificar con tiempo la estrategia productiva. Además, no se limita a preguntar por pinturas. La consulta a la clientela ayuda a moldear el retrato robot del comprador medio europeo. Y resulta éste que prefiere el color blanco en cualquiera de sus variedades (sólida, metalizada, nacarada, mate?), pero también mecánicas de gasolina (incluso en el mercado español son el 53%), aire acondicionado en vez de climatizador (será cosa del precio) y caja de cambios manual por goleada (y probablemente desconocimiento).

Las conclusiones del estudio solemnizan asuntos que todos sospechábamos. Uno es que la cosa cambia dependiendo dónde y cómo se formule la pregunta. El caso evidente es el del color, que guarda una estrecha relación con el calor. Vamos, que no hay país o región cálidos donde triunfen esos tonos oscuros que imantan el sol. Un dato concluyente: el 55% de las unidades Ford vendidas en Turquía son blancas. Por la propiedad transitiva, los asientos calefactados tienen mejor salida en los mercados nórdicos; lo que desconcierta es que sus clientes también son más proclives a la climatización que los sureños.

En lo tocante a formatos de carrocería, el comprador hispano es abrumadoramente fiel a las cinco puertas; algo más que el británico (83%), pero no tanto como el griego (95%). No le terminan de convencer los envases familiares (12% de los pedidos) y menos aún los automóviles de cuatro puertas (1%), al menos los pocos que oferta esta marca. Sin embargo, estos mismos sedan arrasan entre turcos (84%), rusos (44%) y rumanos (42%).

Las conclusiones del informe señalan que los consumidores europeos de automóviles valoran positivamente los recursos técnicos avanzados: ayudas al estacionamiento, dispositivos de frenado autónomo, control de velocidad, etc. En especial cuando no tienen que pagar un suplemento por ellos.

Motor de gasolina y caja manual El 99% de los clientes europeos de Ford se inclina por coches propulsados por motores alimentados por combustibles tradicionales, gasolina (58%) o diesel (41%), mientras que sólo el 1% elige modelos surtidos por energías alternativas. En realidad lo que sucede es que la marca está en proceso de desarrollar su gama híbrida y eléctrica.

El estudio aporta datos reveladores. Por ejemplo que en España, donde las matriculaciones de unidades gasóleo superan holgadamente a las de gasolina -65,9% frente a 33% en el primer cuatrimestre, según Anfac-, las ventas particulares de Ford invierten esa tendencia: el 53% opta por motores de gasolina.

Los consumidores europeos también se decantan mayoritariamente por los sistemas de cambio manual. Sólo el 15% prefiere transmisión automática, porcentaje que en el mercado español desciende al 5%. Incluso en Rusia, país con predilección por el automatismo, predomina ligeramente (52%) el sistema manual.